Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

martes, 30 de junio de 2015

SOBRE MITOS ANTIGUOS Y MODERNOS (II)

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«Dicen que el alma humana es inmortal; que tan pronto desaparece, que es lo que llaman morir, como reaparece; pero que no perece jamás; por esta razón es preciso vivir lo más santamente posible; porque Perséfone, al cabo de nueve años, vuelve a esta vida el alma de aquellos, que la han pagado la deuda de sus antiguas faltas. De estas almas se forman los reyes ilustres y célebres por su poder y los hombres más famosos por su sabiduría; y en los siglos siguientes, ellos son considerados por los mortales como santos héroes. Así, pues, para el alma, siendo inmortal, renaciendo a la vida muchas veces, y habiendo visto todo lo que pasa, tanto en esta como en la otra, no hay nada que ella no haya aprendido. (...) En efecto; todo lo que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar.»

(´Menón`, Aristocles Platón)



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«Sólo en la sociedad comunista, cuando se haya roto ya definitivamente la resistencia de los capitalistas, cuando hayan desaparecido los capitalistas, cuando no haya clases (es decir, cuando no haya diferencias entre los miembros de la sociedad por su relación hacia los medios sociales de producción), sólo entonces desaparecerá el Estado y podrá hablarse de libertad. Sólo entonces será posible y se hará realidad una democracia verdaderamente completa, una democracia que verdaderamente no implique ninguna restricción.»

(Lenin, ´El Estado y la revolución`.)
                                                                      *
El hombre de nuestro tiempo, igual que los hombres de todos los tiempos, ha requerido proveerse de mitologías en las que reconocerse. 

Pero el más estúpido de todos los hombres (de ahora o de antes) es aquel que siente cierta honra de haber superado a sus torpes ancestros por considerar esa dependencia del mito cosa del pasado. Idiota doctorado honoris causa por toda la idiocracia en pleno, esta especie de Prometeo de juguete campa feliz por el mundo -no con otra felicidad, desde luego, que la del ingenuo, que la del inconsciente.

Cree no tener dioses, pero no sabría cual es su siguiente paso si desapareciese de repente el mito del Estado protector, de la huelga revolucionaria, de la nación histórica, del progreso humano indefinido, o el del mercado-árbitro infalible, ¡la abstracción del grupo o la abstracción del individuo!

En torno a todos ellos, e infinidad más, opera el sujeto de la "era desmitificada".
Ya se envuelva en una u otra mitología (insistimos que en el mercado de ideas se ofrece un surtido capaz de contentar a todos los paladares), pocos o ninguno se salvan, pues, de adoptar una. Incluso quienes nos esforzamos, puede que también prometéicamente, por ser tan librepensadores como nos es posible, y nos peleamos a cada paso por desprendernos de un nuevo ideologema, sesgo, o inercia peligrosa, como quién pugna por despegarse un chicle del zapato; incluso nosotros, digo, somos rehenes eventuales de ésta o aquella mitología que, sin advertirlo, opera subreptíciamente "tras el telón" de nuestros pensamientos.

Y hemos dicho antes que el sujeto de nuestros días no sabría hacia donde dirigir sus pasos, ni los más inmediatos, si le arrebatásemos las mitologías que precisamente guían esos pasos. Entender esto es ya entender mucho -y empezar a hacerlo cambia todo-. Porque uno proyecta sus futuras acciones, y evalúa las pasadas, ateniéndose a un esquema de prioridades abstractas (también concretas, pero estas son a posteriori, y dependientes en último término de las abstractas); ateniéndose, decíamos, guiado por ese hilo que le conduce de un concepto al otro, pero rara vez en otro sentido del marcado por el sistema de valores -de mitologías combinadas, a modo de cóctel axiológico- que acabó de conformarse en un momento dado, alcanzada la que llamamos "madurez intelectual"; y comenzó a partir de entonces su proceso inexorable de calcificación.

De ahí en adelante, en muchos casos el "fresco" de imágenes asociadas a conceptos, y símbolos asociados a emociones, ambas van arraigando y el "santoral" de nuestro altar personal va quedando configurado sin apenas huecos para futuras figuras que puedan mover a concebir nuevas asociaciones de conceptos, de impresiones, de ánimos y predisposiciones. Son estos los casos en los que diríamos que "se ha calcificado" aquel sistema de valores. Sólo unos pocos nuevos matices conseguirán perfilar el fresco -el grabado, el fosil... catedral de hueso, maqueta petrificada- atravesando ocasionalmente los únicos poros que quedaron tras aquella famosa "calcificación". 
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Habría que aludir también, aquí, a los arquetipos del inconsciente colectivo. En la PRIMERA PARTE de este improvisado ensayo contrapusimos mitos modernos y antiguos, e hicimos notar la forma en que, ya el mesianismo, ya el ideal de perfección, de eternidad y de universalidad, resistíeronse a ser enterrados con gran astucia por su parte. Y gracias a que el entendimiento del hombre no estuvo lo suficientemente despierto, consiguieron burlar la criba tan decidida a la que fue sometida la cultura de su época; y lo hicieron asumiendo un disfraz que logró finalmente convencer al ilustrado. Ese disfraz consistió, como hoy sabemos, en cambiar el halo sobre la cabeza por un birrete, las sagradas escrituras por una enciclopedia, y la fe en un ser supremo y un mundo perfecto más allá de éste por la fe en alcanzar aquí, en esta vida, la perfección que convertiese, en un mañana, al hombre en ser supremo.

Así es, entonces, como sobrevivieron el mesianismo, el idealismo, y hasta la escatología cristiana, camuflándose hábilmente (o tórpemente, visto desde hoy); confundiéndose en cualquier caso como pudieron en el paisanaje del nuevo mundo que traían consigo "las luces" de la Ilustración.

Por eso decía que en todo ello habían jugado un papel clave aquellos arquetipos de los que habló Jung. Por más que los ilustrados pareciesen iconoclastas sin freno, lo cierto es que algo desde el inconsciente y desde su propio entorno cultural (judeocristiano, al fin y al cabo) les frenó; de tal modo que pudieran resurgir con nueva apariencia aquellos iconos -precisamente- con los que el ser humano había convivido, en los cuales se había reflejado, y a los que se había remitido en busca de respuestas.

No pudo escapar el hombre ilustrado, pues, de esas referencias en las que había basado el hombre anterior (y el anterior del anterior) todo su mundo. No pudo desprenderse -y para tal medio se autoengañó- de las mitologías esenciales que le anclaban al mundo: Ni de la figura del Mesías que trae la Buena Nueva (testigo que a partir de entonces recogerán los científicos, filósofos, sociólogos y políticos). Ni de la idea de un ser-en-sí-mismo, completo, armonioso y realización de la verdad eterna (que si antes fue un dios lejano, ahora pasaba a contemplarse como potencialidad del propio ser humano). Ni tampoco de la idea de un "reino de dios" al final de los tiempos, donde ya no exista la desdicha, y la divinidad y el hombre se reencuentren para ya no separarse nunca (tal escatología se mantuvo en una concepción lineal y finalista de la historia, y la Parusía adoptó la forma más material de una progresiva consecución de todos los logros y una realización de todas las aspiraciones humanas.)

Las mitologías son, por ello, TODO para nosotros: homo sapiens. Tanto para los antiguos como para los modernos. Quizá se hayan convencido ya los últimos que se resistían a hacerlo. Nos son indispensables estos "mapas sobre el mundo", estos relatos epopéyicos. Fabulaciones necesarias, en cualquier caso, para proveer de dirección y motivo, de asunto y pretexto, de un quehacer, digámoslo así, en esta faena de vivir. Porque si no, con el mero cogito ergo sum no bastaría. Con estar aquí, con una conciencia capaz de preguntarse el porqué, capaz de construir abstracciones, y abstracciones de abstracciones, arrojado en un mar de potencialidades que puede escoger desarrollar, y que dependiendo de cuales elija, desencadenará mundos y humanidades que no serán en absoluto iguales.. no habríamos pasado jamás de una fase de éxtasis o parálisis. Dada nuestra naturaleza, habríamos perecido de pura perplejidad e indecisión, de no haber contado con el mito y las cosmogonías que se construyeron a partir de él, fueran las que fuesen. Y que finalmente nos dieron un quehacer. Quehaceres que abundaron en formas que se propagaron o se secaron, que perduraron o se transformaron, que se sucedieron unas a otras en las eras y en las civilizaciones.
[]
«Los cultos mistéricos -y sobre todo, entre ellos, el de la diosa Isis- 
brindaban a sus seguidores la certeza de la inmortalidad del alma, lo que constituía 
una novedad absoluta respecto a la oferta de las religiones anteriores. Consecuencia 
impepinable: había que llegar más lejos -Pablo lo comprendió en seguida-si se aspiraba 
a arrebatar parte de esa clientela (si no toda) a los hierofantes de los misterios paganos.
para ello, en principio, sólo existía una fórmula: prometer a los posibles 
catecúmenos no sólo la inmortalidad del alma, sino también la del cuerpo.
Así, como una ramplona cuestión de marketing, pudo surgir la idea de lo que 
andando el tiempo se convertiría en dogma de la resurrección carnal 
de Cristo y de todos los mortales.»

(Fernando Sánchez Dragó, ´La prueba del laberinto`.)



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«Vivir: especializarse en el error. Burlarse de las verdades indubitadas, no hacer caso de lo absoluto, tomar a broma la muerte y transformar lo infinito en azar. Sólo se puede respirar en lo más hondo de la ilusión. El mero hecho de ser es tan grave que, comparado con él, Dios es pura bagatela. 

Armados por los accidentes de la vida, asolaremos las crueles certezas que nos acechan. Cargaremos contra ellas, embestiremos contra las verdades, atacaremos las luces que nos ciegan. Quiero vivir, y por todas partes salta el espíritu contra mí, defensor de las causas del no-ser. ... Así, fiel a sí mismo, blande el hombre la espada en la cruzada de los errores.»

(Emile Ciorán, ´Breviario 
de los vencidos`.)           

domingo, 28 de junio de 2015

Sobre fanatismos e irracionalismos varios (III: Los fundamentalistas anti-socialistas, anti-nacionalistas, y anti-bolivarianos.)

Ya venía siendo hora de colocar algunos puntos sobre algunas íes en lo que respecta a toda esta confusión malintencionada.

Muchas clases de irracionalidad han sido ya destripadas, de izquierda a derecha y de lo internacional a lo local, pero restaba hablar de toda esa nube de polvo (por no usar otra palabra más fea, y que se ajustaría mas a la realidad) levantada en torno a Venezuela y a todo aquel fenómeno político al que se le encuentre mínima relación con aquel país, su gobierno y las posiciones que defiende.

¡Violencia, totalitarismo, desabastecimiento y caos!, los mantras corren como la pólvora. Las palabras se amontonan unas sobre otras hasta formar un ruido ininteligible donde sólo se percibe el marcado tono de reproche; palabras cada vez más cargadas de connotaciones y cada vez más vacíadas de contenido:

"¡Chavez, Chavez! ¡El terror rojo!"
"¡Vinculos con la República Bolivariana de Venezuela!"...
"¿Saben lo que significa eso, no?"

Todos conocemos demasiado bien ese tipo de proclamas. Todo consiste en vendernos un relato que se sabe tramposo, pero efectivo: Recordar hechos llamativos siempre extirpados cuidadosamente de su contexto. Repetir y repetir una falacia hasta que suene creíble. 
Pero tan sólo el creer que los demás también creerán en ella ya debiera suponer el total descrédito de quién pretende tal cosa. Pues implica insultarles: pensar que la gente se tragará lo que sea, incluso una barbaridad como dar a entender que los resultados de una política son equivalentes aunque la situación de partida sea del todo distinta. "¡Si se aplican esas medidas, mañana esto será igualito que Venezuela!"
Da igual que, someramente analizado, tal argumento no se sostenga lo más mínimo. Lo único que se quiere es buscar una sucesión de conceptos e imágenes que causen impacto en el público. Repetirlas tantas veces como haga falta. Ofrecer una realidad masticada. Orientar cuidadosamente la perspectiva del televidente o del lector, torciéndola y volviéndola a retorcer para hacer que eventualmente coincida con la del encantador de serpientes de turno.

Pero cuando a todos esos vocingleros se les llena la boca con esa palabra plena de connotaciones negativas, "bolivariano", ¿acaso saben lo que están diciendo? NO, NI LO SABEN NI LES IMPORTA LO MÁS MÍNIMO. A ellos sólo les preocupa lanzar mensajes catastrofistas, y conquistar al público mediante el miedo atávico, ya que no pueden hacerlo mediante argumentos, pues han perdido ya toda legitimidad y credibilidad en ese espacio.
¿Elevarán en algún momento el debate de lo contingente al entorno más amplio en que éste se enmarca? ¿Les hablarán alguna vez del contexto histórico, sociológico, o geopolítico en que surgió ese "gobierno tan malvado" empeñado en locuras tales como defender su soberanía o trabajar en pos de la unión de América Latina, deuda histórica pendiente, y causante en gran medida de los problemas que arrastra el continente? ¡Noooo, ¿para qué?!...¡Como si a ellos les preocupase hacer pedagogía, y explicarle a la gente con rigor qué es lo que ocurre y por qué ocurre! No, resulta mucho más útil repetir diez veces seguidas una imagen o unas declaraciones sacadas de contexto y exprimirlas tal como haría la prensa amarilla (o rosa) y acto seguido, turnarse todos esos mercenarios mediáticos para ir inflando e inflando el tono acusatorio en la misma medida en que se va esfumando todo rigor y toda honestidad.
Simón Bolivar, ´Libertador`.
A ellos desde Europa, lo mismo que a sus homólogos en Latinoamérica (declarados traidores a su patria como Vargas-Llosa), no les importa si a esa mitad del continente le va mejor o peor. Hablan de "gobernabilidad" y de favorecer el "mercado libre" para "sacarles de la pobreza"; pero como muchos de ellos ni siquiera viven allí, o si lo hacen, es ajenos a su realidad y bien alimentados por la "teta del gringo", se dedican a pregonar sin más el individualismo, el mercadeo, EL MENUDEO; y los más absolutamente desvergonzados, incluso se ponen a sí mismos como ejemplo ("escapa como puedas" parece ser, por tanto, el leit motiv del modelo de vida que este rabioso individualista le propone al latinoamericano medio). Les parece honroso, por lo visto, que toda esa mitad del continente dé gracias por las migajas y acepte como un sino su dependencia de potencias exteriores. ¿Qué le importa al liberal apátrida, siempre tan bien recibido en el Estado del Norte, esas aspiraciones plebeyas de soberania? ¡No, al mercader, al cínico y al anglófilo le traen sin ciudado los problemas de índole cultural, anímica, histórica.. todo lo que tenga que ver con comunidades, y no individuos! ¡Ni tan siquiera la geopolítica entra en sus preocupaciones! Porque él tiene su nacionalidad estadounidense, sus amigos allá en la "metrópoli", y tan sólo de cuando en cuando baja al sub-continente a lanzar mensajes optimistas en clave de "trabajen por ustedes y olvídense de patrias, ánimos populares y deudas históricas" a los "pobres desgraciados" que no tuvieron su suerte y deben seguir habitando aquel "patio trasero"; discursos, por cierto, siempre trufados de vocablos ingleses pronunciados con impecable acento yanki. (Ante todo, no permitir que olviden su destino manifiesto: seguir siendo un sirviente agradecido de la potencia del norte.)
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Se desprende de todo lo expuesto algo muy claro: Lo que estamos diciendo aquí no es que el gobierno de Chavez -que hoy heredó Maduro- sea un ejemplo para el resto del planeta. Tampoco decimos que no haya elementos dentro de ese gobierno que sean más dignos de desprecio que de admiración, o que no existan infinidad de razones para criticar al Régimen venezolano en su conjunto. Lo único que pretendemos decir es que resulta del todo deshonesto referirse al Chavismo sin ponerlo en su debido contexto histórico y geo-político; lo mismo que empeñarse en que la gente crea que, incluso si se aplicasen las mismas medidas en España que en Venezuela (cosa del todo absurda, pues son dos países muy distintos cuyas realidades no pueden llevar de ningún modo a unas exigencias paralelas), se producirían los mismos resultados, y por tanto, nuestro país no tardaría apenas nada en parecerse enormemente a aquel.

Este es, en resumen, el fanatismo e irracionalismo que queríamos denunciar en este capítulo. (Que, por supuesto, convive con un fanatismo e irracionalismo de signo contrario. ¿Pero eso hace que cualquiera de los dos lo sea tan siquiera una pizca menos?)

El que hemos abordado sería, entonces, un tipo de extremismo que se distingue especialmente por el reduccionismo y la descontextualización. Ya se dará cuenta el lector de que en todo radicalismo suelen darse estas dos tendencias. Lo que queremos decir por tanto es que, en este caso, son ellas las más reseñables. Así como es también reseñable su dimensión pragmática, la propagandista; dimensión que, no obstante, no debemos tomar nunca como si fuese la única, pues existe un gran número de individuos verdaderamente persuadidos de la necesidad de tal "cruzada anti-bolivariana", más allá de los réditos políticos puntuales que se obtengan de ella.

Y dado que, como ya habrán notado en estos párrafos, desde aquí consideramos un factor de máxima relevancia la lucha por la unidad de America Latina (que se halla en estrecha relación con la lucha por su soberanía), me gustaría concluir estas notas poniendo el foco en lo que yo considero de más vital importancia. Y es que, según yo lo veo, el drama de este subcontinente bien podría consistir en lo siguiente: En que existe una necesidad ineludible en el conjunto de sus habitantes que jamás entenderán esos liberales virulentamente anti-nacionalistas, anti-socialistas, y pro-individualistas (pero tampoco los plañideros propagadores de victimismos y cultivadores de impotencias); un clamor popular que nunca comprenderán, por tanto, ni los Vargas-Llosa ni los Galeano, a saber: que América Latina, en última instancia, sólo aspira, reclama, y lucha por... TENER SU PROPIA DIGNIDAD. 
NI MÁS, NI MENOS.

Pero ¿entenderán finalmente algo de esto todos esos mercenarios de la política y los medios? ¿Intentarán enmendar parte de su irresponsabilidad de aquí en adelante? 

Pueden ustedes estar seguros de que no.
No mientras la miseria de los partidismos y los bandos ideológicos sea lo que presida todo el debate político. No mientras la defensa de la verdad no sea la prioridad, y lo sigan siendo aquellos intereses partidistas. 

jueves, 25 de junio de 2015

Sobre fanatismos e irracionalismos varios (II: Los fundamentalistas de la Concordia Universal)

[Teníamos pensado dedicar esta segunda parte a otras tipologías de extremismo. Pero después de toparme con algunas noticias más que preocupantes, no pude dejar pasar la oportunidad de dedicarle un amplio apartado a aquel que hemos bautizado como "el de la concordia universal". Fanatismo éste especialmente peculiar por ser el que goza, con gran diferencia, de una imagen más favorable; hasta el punto de apenas ser percibido como tal, excepto por una minoria de disidentes del "totalitarismo biempensante".]
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Suecia, punta de lanza de la ingenieria progresista y multicultural.

La vanguardia del "progreso humano", esos fundamentalistas de la "concordia universal", están transformando ya muchas sociedades, con el beneplácito de sus gobiernos, en auténticos infiernos.

Hoy: Estocolmo... Oslo, Londres. Mañana: tu vecindario.


[Enlace aquí]

¡Cinco musulmanes violan durante 36 horas a dos niñas británicas! - ¡¡¿ 100% de las violaciones del 2009 en Oslo fueran cometidas por musulmanes ?!! 

[Enlace aquí]


Sobre estos casos tan especialmente brutales se dirá incluso que "se hubieran dado igualmente en sus paises de origen (de los violadores), sólo que entonces no se hubieran difundido tanto, y como las víctimas hubiesen sido de su misma étnia y religión, a nadie le hubiese importado lo más mínimo". Pues bien, esta justificación -que no es otra cosa- será la última a la que acudirá aquel empeñado en echar tierra sobre el asunto; aquel que, repleto de "buenas intenciones", busca todas las triquiñuelas argumentales posibles con tal de explicarse estas circunstancias "de un modo no racista". Pero lo cierto es que tales crímenes, crueles como pocos que se recuerden, están movidos precisamente por el odio racial y religioso (que si suficientemente peligrosos son cada uno de ellos por separado, tan sólo imaginen lo que puede darse cuando confluyen a un tiempo en un mismo lugar.)

... Es cierto: no hace falta que se lo imaginen, ya lo ven.

Lo vengo advirtiendo hace mucho. Parte (o gran parte) de la culpa de que haya cada vez más nazis y "conspiranoicos del kalergi" la tiene el radicalismo contrario, el del "multiculturalismo a cualquier precio" -y si nos descuidamos, el del mestizaje forzoso-. ¿Por qué prácticamente todos los que denuncian uno de los dos radicalismos no son ni tan siquiera conscientes del otro? 



















En el caso de quienes sólo ven racismo por todas partes, y que por tanto, es ese el único extremismo que su mente procesa, la única explicación que se nos ocurre es la siguiente: La mayoria da por hecho que todo lo que se haga "en nombre de la igualdad y la justicia" no puede ser extremista ni fanático. 

En el caso de la minoría francamente xenófoba -aquellos casos en que puede usarse con propiedad este adjetivo-, la explicación es de todos conocida -ésta sí  se han preocupado de describírnosla hasta la saciedad-: La proyección de las propias carencias en el otro, la tan cacareada búsqueda de chivos expiatorios -que no por ello deja de existir en muchas ocasiones, eso es cierto, pero tampoco puede usarse como argumento comodín cada vez que no tenemos respuesta a una de las innumerables contradicciones que alguien señala sobre esta nueva realidad.-
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¿Alguien vió el video donde una profesora de instituto sueca se dedica a machacar y culpabilizar a una chica blanca por el mero hecho de ser blanca, hasta el extremo de hacerla llorar? (Ante lo cual, por cierto, la profesora ni se inmuta. Hasta ese punto debe tener ya interiorizado aquello de WHITE=DEVIL. Es sabido que "cuando el fanatismo gangrena el cerebro...")

-Sirva esta imagen como muestra del extremo al que se está llegando-
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También es necesario aclarar otro punto. Muchas veces, la polémica pretende centrarse exclusivamente en el peligro del islamismo. Pero no es el Islam el único problema (aunque es una amenaza bien seria, qué duda cabe.) No, el problema capital es la imposición del multiculturalismo per se. 

Islámicas o no islámicas, hay culturas que chocan cuando comparten el mismo espacio, y es inevitable. Sería bueno que no ocurriese así, pero así ocurre, por mucho que algunos no puedan soportar la realidad -o la naturaleza- tal cual es. Y de ahí que también quieran "enmendar los errores" de esta última mediante inventos distópicos como la ideología de género.

Pero ya sabemos muchos que en nuestra celebrada "libertad de expresión" no cabe el señalar las contradicciones de este modelo multicultural (modelo, porque no ha surgido únicamente de la mera coyuntura y sin que nadie mediase en ello, tal como nos venden, sino que los políticos han tomado decisiones claves al respecto). No se pueden señalar porque, digas lo que digas, lo enfoques de la manera que lo enfoques, te acusan inmediatamente de racista. Está todo tan extremadamente polarizado que sólo se asimilan dos posiciones: o "pro" o "contra". ¡O BLANCO O NEGRO! O aceptas todo, absolutamente todo de esta situación, O ERES UN RACISTA. 
Y no hay más vuelta de hoja. Igual que darse contra un muro.

¿Nadie se da cuenta de la escalada de irracionalidad que están desatando con este polarización? ¿No ven que cada avance en el radicalismo de una de las posturas tiene respuesta inmediata en la contraria; y que de este modo, el "antiracismo" no hace más que alimentar el "racismo", y viceversa? 
¿Ninguno de estos "popes de la concordia universal" advierte la gravísima irresponsabilidad que están cometiendo, llevándonos a situaciones cada vez más extremas, poniéndonos cada vez más claramente entre la espada y la pared?

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Pues bien, intentemos razonar del siguiente modo:

¿De verdad os preocupa tanto el odio racista y xenófobo? ¿De verdad quereis evitar una escalada de conflictos étnicos? 
Entonces, ¿por qué prohibís hablar de ello? -Proveyendo así de excusas a los que quieran avivar ese odio-. ¿Por qué queréis correr un velo -más bien, un telón de acero- sobre toda la cuestión? ¿Por qué sólo escucháis y comprendéis a una parte y consideráis por defecto a la otra injusta, perversa e indigna de ser escuchada? -¡Fomentando de este modo el crecimiento sin freno de la indignación!, con lo que se revela inmediatamente cual es vuestro papel: CULPABLES POR OMISIÓN Y CEGUERA-.

¿Por qué, en resumen, os negais a afrontar las realidades -cada vez más crudas realidades- que tenéis delante de vuestras mismas narices?

Yo os lo diré: Porque os habeis convertido en fanáticos incapaces de reconocer que lo son. Porque os han seducido con un chantaje moral que encontró cómodo refugio en vuestra alma post-cristiana, y gotita a gotita, acabó por volveros ciegos a las realidades y lacayunamente fieles a LOS-PRIN-CI-PIOS. (Y la ceguera sólo puede crecer en la medida en que crece, a su vez, la fidelidad al principio abstracto. Señalar esto es clave).
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¿Culpables los inmigrantes, decís? ¡No, culpables los gobiernos y las oligarquías!
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martes, 23 de junio de 2015

Sobre fanatismos e irracionalismos varios.


En el presente vivimos la apoteosis de los fanatismos. Quizá no alcancen todos en el día de hoy la cumbre de su irracionalidad -eso ya sería insoportable-. Lo que sí es seguro es que se da tal número de ellos a un tiempo como en ninguna otra época que se recuerde.

Y es que, a los de nueva hornada, se les suman todos aquellos de hornadas anteriores que aun sobreviven. Imaginen la cola que se forma en el registro de tontolabas...

"Todo el día matando tontos..." El que dijo eso, hace tiempo que se rindió,  y se inmoló.

Lo más sonrojante de todo, dicho sea de paso, es que gran parte de ellos, ya vengan de una "escuela" u otra, saben reconocer y denunciar el fanatismo de los demás pero jamás son capaces de percibir ni una sombra del propio.


Hay quién se vuelve fanático del nacionalismo (unionista, separatista, hay para todos los gustos, y todos mienten y manipulan, poco menos, por igual.) Hay también quien cree haber descubierto la gran clave de los problemas que aquejan al mundo en la dimensión étnica y racial (esto vuelve a estar de moda, imagino que, en parte, por culpa de la tibieza y las moralinas igualmente fanáticas de los llamados "antiracistas". Un polo siempre alimenta al otro.) Luego están los fanáticos del igualitarismo, ya sea en clave de "género", "raza", o "clase social" (de ellos ya hemos hablado sobradamente aquí.) Luego irían los religiosos, los que aun quedan (la verdad es que a este tipo de fanatismo ya no le resta apenas fuelle -entiéndase, en Occidente-. Porque a diferencia del de la lucha de clases, o de razas, tiene más largo recorrido, y por eso debe ser que hay ya poco "carrete del que tirar"). 

Pero los más, de verdad, los más llamativos de todos son esos de los que ya hablé; aquellos que se muestran especialmente comprometidos "contra todos los fanatismos" sin apreciar ni por un momento el suyo; el cual, en muchas ocasiones, no es menos pequeño, o menos grave que el de aquellos a quienes se pasan todo el día poniendo a caer de un burro.

¡Yo soy libertario y sólo creo en el mercado y en el individuo! ¡Amo la libertad, odio el comunismo y la religión! .. Pero me hago la picha un lio cuando hay que distinguir religión de religiosidad y espiritualidad, y la verdad es que da pereza ponerse a estudiar todo eso...¡Bah! Mejor rindo pleitesía a fanáticos impresentables y destructivos como Richard Dawkins y me cago en todo lo espiritual sin distinción. Al fin y al cabo, son todo rollos raros de freakies. Sin embargo, aquello de que sólo existe la materia y que no hay nada más allá parece evidente, y encima, resulta facilito de entender.

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¡El individuo  y el mercado son lo único que existe! ¡Un mundo de mercaderes donde los contratos sustituyan a las leyes es el paradigma que YO-DIGO-QUE-RESOLVERÁ-NUESTROS-PROBLEMAS! Un mundo de intercambios donde cada uno vaya a la suya y ningún lazo colectivo sea cultivado es el modelo de civilización más sostenible a largo plazo.

Y tras eso, el mismo sujeto que viene a decir poco más o menos lo que acabamos de leer, denuncia la estrechez de miras y el fanatismo de los demás como si tal cosa. Y nada en todo ello le hace advertir contradicción alguna. Nada nos hace pensar que albergue la más mínima sospecha de que alguna de las piezas recién desplegadas pudiese no encajar en el conjunto.

Un paréntesis aquí sobre "los de la raza" antes de volver a atizar a los de la bandera negra y amarilla. Llegan a ser tan estúpidos algunos de ellos que, no contentos con asumir todas las manías persecutorias en forma de "conjuras contra su raza" (a veces ni siquiera es la suya, pero les haría ilusión que lo fuese), se esfuerzan en buscar mil pretextos arbitrarios para sostener lo insostenible. Ejemplo (extraído de un blog):


"Desde pequeño siempre me he olido que algo no cuadraba y he ido atando cabos, hasta convertirme en un todo un nacionalista ario a los 15 años. Y no veo que tiene de malo el que sea adolescente, en todo caso será aún más meritorio para mí, teniendo en cuenta mi precocidad en destapar al Sistema, y la degeneración cada vez mayor a la que someten a la juventud, según va avanzando el plan del Enemigo. Me pregunto que hacías tú a mi edad, seguro que estabas con una banda de guarros estilo San Polla Palomino, sin tocar un solo libro (salvando el “Playboy’’, si es que eso se puede considerar un “libro’’), matándote a pajas con pósters de negras y bebiendo “kalimocho versión La Bamba’’. Yo sin embargo, he pisado a fondo desde bien pequeño, tanto intelectual -leo clásicos y libros de nivel desde los 10 años- como físicamente, -pues soy practicante de varias artes marciales desde los 13, y hace 1 año he comenzado con musculación sarcomérica- y he adelantado a toda la masa depravada y plebeya que compone al resto de la juventud actual salvando otras excepciones como la mía, hasta el punto de poderme considerar como miembro “de otra casta’’.

VIVA LA NOCHE DE LOS CUCHILLOS LARGOS. MUERTE A SIÓN Y AL NAZBOLISMO."


Bueno..bueno, ¡bueno! Me parece que tenemos aquí un buen surtidito. No sé ni por donde empezar. ¿Mencionamos primero la arrogancia, la suficiencia, o la brutalidad y la violencia que destila todo el discurso? 

Despreciable y francamente repugnante. Lo que más llama la atención, sobre todo a quién conozca poco de este SUB-mundo, es el nivel cultural e intelectivo del que, en efecto, pueden presumir muchos de estos -no por ello menos fanáticos- neofascistas. Y de este mismo perfil, jóvenes casi adolescentes, existen en gran número dentro de la última generación. Son despiertos y echaos palante (demasiado), y como se han leído unos cuantos libros y -hay que reconocerlo- no redactan del todo mal, ya se creen por ello, a su corta edad, con la autoridad moral e intelectual de "iluminar al mundo" sobre el camino que debemos seguir si no queremos "ser engañados por Sión". Fijémonos en esa convicción tan propia del fanático cuando describe su "caída del caballo". Ya hemos destripado en anteriores escritos ese ego hinchado que es siempre conditio sined qua non para que sea plenamente operativo el fenómeno conspiracionista (en este caso, puramente conspiranoico, ya que todo gira en torno a una "conjura contra el hombre blanco"). Y no estará de más tampoco observar la forma en que ciertos pretextos ideológicos abren una peligrosa puerta a la permisividad hacia toda clase bajas pasiones (en el caso que nos ocupa, al odio racial más CRUDO Y PLEBEYO, como se manifiesta en esa manera de insultar al oponente sugiriendo que "se rebaja" mirando ´posters de negras`.)
En resumen: Cree haber encontrado la "gran verdad proscrita que nos salvará" (o que salvará a la raza blanca, porque la idea desprendida es que poco importa lo que les pase a las demás). Y cree haberlo hecho con apenas veinte años. Por ello ya se está preparando para "la gran batalla final", y toda su vida parece estar orientada a una misión trascendente de la cual, con toda probabilidad, tendrá que reirse pasados unos años, o incluso avergonzarse un día en petit comité, en un arranque de franqueza.

(Lo de lanzar el viva a la Noche de los Cuchillos Largos  ya es como la puntilla, como si pugnara por ser el "más malo entre los malos". Ni con las pobres S.A. tiene clemencia este proyecto de hombre con un ego que casi podemos ver inflarse en cada inflexión del lenguaje, y que si mantuvo ese mismo ritmo hasta ahora, seguro habrá reventado ya.)


Bueno, pues como se nos ha alargado el apartado dedicado al "racialismo" más de lo esperado, a los de la bandera negra y amarilla deberemos continuar dándoles azotáinas en una siguiente entrega dedicada al mundo de los irracionalismos (para la cual reservaremos también otro apartado no menos jugoso, como es el del fanatismo anti-comunista). Tengan ustedes un  buen día. Y si esto les ha "iluminado" en algún aspecto, quizá contemplen poner en el futuro algo más de racionalidad en ciertas cosas. Verán como no les hace daño.
¡Sí, de estos ya hemos hablado sobradas veces!
Pero como ven, parecen no cansarse nunca de alcanzar 
nuevas cimas en la escala de lo ridículo, de batir nuevas marcas 
y redefinir por completo conceptos como "delirante" o "descabellado".
Este radicalismo en concreto eleva a profecía apocalíptica la tan famosa
frase de Einstein sobre las cosas que son o no limitadas
en el ser humano y en el Universo.

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[¡¡EJEMPLO DE LIBRO!!]   
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lunes, 22 de junio de 2015

La fase Post-nihilista (II)


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«Hay quien en nombre de la caridad cristiana mata, quien para salvar al prójimo le llevó al quemadero. Cualquier idea sirve al fanático, y en nombre de todas se han cometido crímenes.

No es divinamente humano sacrificarse en aras de las ideas, sino que lo es sacrificarlas a nosotros, porque el que discurre vale más que lo discurrido, y soy yo, viva apariencia, superior a mis ideas, apariencias de apariencia, sombras de sombra.»

(Miguel de Unamuno, ´La ideocracia`.)

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En escritos anteriores no respondimos a la pregunta de "Por qué la modernidad es esencialmente disolución" más que de forma indirecta. Lo formularemos ahora con total claridad: 

El ideal ilustrado, y sus dos hijos primogénitos, el racionalismo y el iluminismo, se han revelado a la postre como el cumplimiento del mandato monoteísta, del idealismo cristiano (que no el platónico, es importante distinguir ambos ya que muy a menudo se han tomado por una misma cosa.)

La igualdad, ese gran tótem de una época caracterizada por una voluntad niveladora, negadora, nulificadora... es la plena realización del ideal monoteista... ¡DISOLVERSE EN LA NADA!

Nietzsche me da la razón cuando clama aquello de «¡En Dios, divinizada la nada, santificada la voluntad de alcanzar la nada!»
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Pero cuando esa Disolución se haya consumado, y ya estemos del todo inmersos en la fase post-nihilista.. ¿Se inventarán nuevos dioses? ¿Se propondrán nuevos mitos? ¿Nacerán nuevos héroes?

Necesariamente será así. Lo que no podemos adelantar es cual será la naturaleza de esos dioses, mitos y héroes que surgirán de la misma necesidad de trascendencia, de un imperativo que traerán los nuevos tiempos de orfandad. 

El hombre se encontrará arrojado al mundo, pero ya no con la carga acumulada de haber portado la cruz de la Fe, y luego, de la Razón, como les ocurrió a los ya exhaustos existencialistas; sino que se tratará de un arrojamiento virgen, una página en blanco esperando a ser impresa con los significados que para esta virginidad y este interrogante deseen proponer -inventar- los nuevos hombres. Ellos deberán juzgar, mejor que lo hicieron todos sus predecesores, qué explicación, qué tipo de trascendencia será la que este nuevo hombre requiere para superarse, o cuando menos, para seguir adelante, para romper con la parálisis.. 
Para tomar de nuevo el cielo por asalto, tras tantos siglos de haber sido la principal víctima de un asalto de los cielos al mundo de los hombres.

«Toda virtud debe ser la propia invención de uno, la íntima defensa y necesidad de uno; en cualquier otro sentido sólo es un peligro. Lo que no está condicionado por nuestra vida, la perjudica. (...) Un pueblo sucumbe si confunde su específico deber con el deber en sí. Nada arruina de manera tan profunda a íntima cualquier deber “impersonal”, cualquier sacrificio en aras del Moloc de la abstracción.»

(Friedrich Nietzsche, ´El Anticristo`.)

¡Ahí se describe con plena lucidez lo que este asalto inverso ha supuesto para el hombre!, el cáncer que ha corroído lenta pero ininterrumpidamente la antigua armonía con su entorno y con su propia naturaleza, es decir, la coherencia que en un tiempo guardó la cultura en relación con la vida.

Deberemos resguardarnos, pues, como de la peor pandemia, de esa idea monoteísta arrastrada también en tiempos de pretendido ateísmo: ese "deber en sí" del que habla Nietzsche, ese "Moloc de la abstracción", ese monstruo del conceptualismo que supone un imperativo moral ajeno a todo contexto y a toda utilidad y finalidad práctica (o vital). 
En este caso sí deberíamos responsabilizar en parte a Platón, pues, en lo que a tal materia se refiere, no se puede obviar que algo de culpa sí tuvo el inmortal ateniense; aunque de lejos lo compensara luego con muchas y brillantes aportaciones a nuestro acervo, ya no cultural o intelectivo -ni siquiera espiritual- sino enteramente humano.

Porque nuestra humanidad no es, ni mucho menos, la única humanidad posible. Bien podría haberse desarrollado ésta de manera muy distinta. Pero la que conocemos, aquella en torno a la cual hemos entendido nuestras ambiciones y valores, nace con Sócrates, como el padre que hace alumbrar en nosotros el ansia de verdad mediante la Mayéutica; y es bajo los rayos del potente Sol en que se erigió Platón como empezamos a corretear alegres y entusiasmados con todos los seres y cosas que algún dios -o acaso, algún torpe demiurgo- puso en esta Tierra tan sólo con el objeto de que nos interrogáramos sobre la razón de su existencia, y aún más, sobre la existencia en sí misma.
Aristóteles sería harina de otro costal. La ciencia, la razón y el empirismo modernos nacen con él -aunque se los mantuviese postergados por un tiempo-. No digo que su figura sea menor, ni mucho menos desechable. Lo que digo es que pertenecen a mundos y aspiraciones distintas, tanto que apenas las veremos cruzarse en algún punto. 

Es claro, pues, que pudimos dar lugar a humanidades muy diversas. Por eso deseo insistir en la idea de que ésta no es la única posible. De hecho, hasta el advenimiento de la Globalización, coexistieron varias de ellas prácticamente aisladas e independientes unas de otras; humanidades que se desarrollaron, en efecto, de modos ostensiblemente diferenciados y hasta incompatibles. Por todo ello debiera revelársenos de una vez el carácter quimérico, y del todo absurdo, de esa tan arraigada idea del hombre universal. ¡No existe tal hombre! Y si tras derruirse los cimientos de esta era convulsa y confusa como pocas, nuevos grupos humanos se vuelven a desarrollar aislados unos de otros -en caso de que la crisis histórica se manifieste con una violencia que dé lugar a tal aislamiento-, podremos comprobar entonces cómo son igualmente posibles formas de encarnar lo humano tan variopintas que ni la imaginación más fecunda sería capaz de prever. 

Podrán surgir formas de humanidad basadas en la pura crueldad, o en la pura compasión.. o con la misma facilidad, formas que abracen casi exclusivamente su dimensión animalesca, como podemos comprobar con un ejemplo que hoy sí tenemos cerca: el de las organizaciones mafiosas. 
¿Acaso es el tipo humano del gangster el mismo "hombre universal" al que nos referimos cuando pensamos en la madre, en el honrado tendero o en el maestro de escuela? Algunos saldrán con la explicación conveniente del "entorno". Lo cierto es que no hay entorno que convierta a nadie en sociópata -a no ser uno en que no exista otra cosa que sociopatía, y aun en ese caso, se trataria de emulación y adaptación-. Para nosotros es claro que el sociópata nace, no se hace. Mucho más todavía el psicópata, como es obvio. 

Decidme entonces: ¿De verdad son aplicables a estas dos tipologías de carácter las mismas abstracciones que sirven para describir a esa "Humanidad" con mayúscula?

Yo digo que ni son aplicables a estos casos extremos, ni lo serían tampoco a humanidades, como hemos dicho, basadas en la crueldad, en lo animalesco, o por el contrario, en la compasión, en la contemplación.. en el culto a la razón, a la trascendencia, a los sentidos, o váyase a saber en que otra cosa que -ya dijimos también- seguro pillará desprevenido en cierto momento al más audaz literato o filósofo.
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En resumen: el hombre universal no ha existido ni existirá jamás, sólo lo hizo en nuestras cabezas. Y nuestras cabezas no hubieran llegado nunca a concebir tal cosa de no ser por la invención de una peculiar cosmovisión llamada monoteísmo. De la idea de un dios para todos se siguió la idea de un único hombre que fuese, en esencia, el mismo en todos los lugares y tiempos. Tan sencillo era desprender una idea de la otra. Lo que no era tan sencillo, seguramente, era prever las profundísimas consecuencias que esto tendría, y todo el complejo proceso que desencadenaría, arrasando en un primer estadío con casi todo el diverso mundo pagano, y posteriormente, ya en nuestro tiempo, con todo lo diverso en general, y queremos decir con esto: con toda diversidad expresada en civilizaciones, culturas, cosmovisiones, y por lo tanto, HUMANIDADES, todas las cuales estuvieron marcadamente diferenciadas en su ethos, o por decirlo de otra manera, en su orientación, sus valores y prioridades, sus formas de enfrentarse a la vida y a la muerte.


*
Acabar de enterrar a Dios y todo lo que a él va ligado, y en él tiene origen, será por tanto una de las tareas que nos exigirá este inter-regno entre el final de un mundo y el comienzo de otro.

Se trata, pues, de finalizar la tarea que tan torpe e inconscientemente dejó inacabada la Ilustración. Por ello, el imperativo, el desafío que se nos presenta no es el de superar esta era sino, en cierto modo, las dos últimas a una vez. 

Como ya dejamos dicho en ´Signos de los tiempos`, y hace poco hemos vuelto a recordar con otras palabras, «la "aventura de ultramar" (refiríendonos a la persecución de un ideal superior a lo terrenal, sea el más allá o la razón pura) viene durando ya desde que se inició el tiempo de la superstición, desde que se declaró abiertamente la guerra a "esta vida", y nos embarcamos, durante más de un milenio, en la persecución de un algo superior a ella. Y aunque en los albores de la modernidad nadie se percatara de que, al mismo tiempo que se estaban invirtiendo muchos valores, había algo esencial donde no se había roto en absoluto la continuidad, con la perspectiva que nos da nuestro siglo sí podemos verlo con total claridad.»Y reproducimos asimismo, para que se entienda plenamente lo que queremos decir, la frase de Ortega y Gasset que ya citamos en ese momento, y que expresa esto con portentosa lucidez: «El culturalismo es un cristianismo sin dios. Los atributos de esta soberana realidad -Bondad, Verdad, Belleza- han sido desmontados de la persona divina, y una vez sueltos, se les ha deificado.»

Retomando:

Debemos, entonces, clausurar la era que ya duró cinco centurias largas; pero para hacerlo, se nos muestra imperativo dar muerte también a aquello que sobrevivía de la era anterior. A saber: el idealismo, la preeminencia de la abstracción, el sometimiento de lo particular a lo universal.

¿Podremos lograrlo? 

La pregunta en realidad no es si podremos o si sabremos; pues lo único seguro es que debemos, que nos lo reclama la cordura, y que de ello depende nuestra supervivencia. No es, pues, tanto una cuestión de voluntad y arrojo como de agotamiento de un modelo bajo el que concebir el significado y propósito de la existencia. Y esto nos hace al menos respirar algo más tranquilos; dado que no en todo momento se nos exigirá la determinación que cabría esperar, sino que parte del proceso llevará consigo su propia inercia; como la llevó a su vez el paso de otras formas decrépitas de civilización a sus sucesoras, siempre plenas de energía iconoclasta y voluntad renovadora.

miércoles, 17 de junio de 2015

La fase Post-nihilista.


«Existen enfermedades que se incuban durante mucho tiempo, pero de las que no se toma conciencia más que cuando su obra subterránea casi ha concluido. Otro tanto ocurre con la caída del hombre a lo largo de las vías de una civilización que glorificó como la civilización por excelencia. Es solamente hoy cuando los modernos han llegado a experimentar el presentimiento de un destino sombrío que amenaza a Occidente.»

(Julius Evola, ´Rebelión contra el mundo moderno`.)
Este destino sombrío es del que hablamos, y pretendimos comenzar a diseccionar, en los escritos de los que estos son anexo y conclusión: Las reflexiones inspiradas por Ortega en ´Signos de los tiempos` y también aquellas otras en torno a Evola.

Vamos a acudir a las citas de éste último más veces. Queremos arrancar con el dedo ya del todo puesto -y hundido- en la llaga abierta por este modelo de vida que, no diríamos que agoniza, sino que se deshace sin violencia, y hasta bellamente, como una duna de arena bajo la brisa -Evola diría "un nímbulo en la atmósfera"-. Como él nos deja claro si continuamos leyendo, los que agonizamos más bien somos nosotros: 

«(...) La mayor parte de los hombres se encuentran privados hoy, no sólo de toda posibilidad de revuelta y retorno a la "normalidad" y a la salud, sino igualmente, de toda posibilidad de comprender lo que esta "normalidad" y salud significan»

Y he aquí, ya sin ningún género de dudas, el diagnóstico o sentencia.. la naturaleza de nuestra des-naturalización. 
Así de descarnada se muestra nuestra desesperanza.
..como desesperada es nuestra vertiginosa huída hacia delante.

Y a esta huída hacia delante aun aludiremos un par de veces más. Pero antes nos adentraremos en una forma de huída concreta, la que opera por medio de las endorfinas.

El autor de ´Rebelión contra el mundo moderno` nos llama la atención al hecho de que «mientras que la Antigüedad consideraba como particularmente despreciables las artes que estaban al servicio del placer (...) este es, en el fondo, el tipo de trabajo más considerado hoy, el que (...) converge hacia la realización de un ideal de animal humano: una  vida más cómoda, más agradable, más segura, el máximo del  bienestar y el máximo de confort físico». Y esto entraña una contradicción que vale la pena analizar en profundidad: ¿Como ha llegado a realizarse al mismo tiempo tal alejamiento de nuestra animalidad y de la Naturaleza -como es ya patente desde hace siglos-; y por otro lado, una regresión al sometimiento de nuestro espíritu por nuestra dimensión más instintiva, primaria, que parece buscar tan enconádamente el placer en sus diversas formas como la rata de laboratorio busca la descarga de sustancia a la que, previamente, unos científicos la volvieron adicta.

"Ya no es la necesidad quien requiere el trabajo  mecánico, sino el trabajo mecánico (la producción) quien tiene necesidad de la necesidad.»

¡De esto justamente hablamos! Y no nos alejamos aun del mismo impulso, que por más que ciego, nos guía.
..Y la rueda sigue girando..

«La relación de la economía moderna con la máquina (...) una situación en que las fuerzas desencadenadas  superan los planos de aquel que los ha evocado originalmente y lo arrastran todo con ellas.»


¡Es el conjuro que erró el aprendiz de mago, y el cual desencadenó la catástrofe a su alrededor!
Como el fuego que robó Prometeo.. 
¡Es  la creación de aquel doctor de novela gótica, 
o el Golem del Nuevo Testamento, 
o el computador Hal-9000 en 2001

... ¡Lo arrastran , lo engullen, lo degluten.. TODO, y lo vuelven a engullir, y lo vuelven a escupir! ..y cada vez lo harán con mayor violencia..
......................

..Pero cuando ese círculo vicioso de deseo y frustración.. de  ímpetu y parálisis, ansiedad y desidia, de empacho y anemia, llegue a su paroxismo..

Veremos justo entonces resurgir, como acto reflejo, el viejo Ludismo, aquella furia primaria, esta vez ya incontrolada, contra toda esa meta-naturaleza.. las maquinas, los golems, los demonios de hierro y fuego, en el momento en que su crecimiento desbocado esté ya a punto de engullirnos.

Nuestra sangre oirá la llamada de nuestro pasado neolítico, y se dirigirá presta a cumplir el mandato de Dionisos y de Gaia, exhaustos de arrastrar nuestra incongruencia biológica por milenios.

«A ejemplo del fuego que se transmite de un punto a otro hasta que arde todo (...) esta "civilización", partiendo de los núcleos occidentales, ha extendido el contagio a todas las  tierras aun sanas; ha aportado la inquietud, la insatisfacción, el resentimiento, la incapacidad de poseerse en un estilo de  simplicidad, de independencia y medida, la necesidad de ir sin cesar más adelante y  más rápidamente».

Ya se expresó de manera parecida un tal Robert Ardrey cuando dijo que "el mundo moderno es semejante a un tren cargado de municiones que arremete en la niebla, en una noche sin luna, con todas las luces apagadas". Pero volvamos a Evola, que continua describiendo como este dios con pies de barro «ha llevado al  hombre cada vez más lejos, le ha impuesto la necesidad de un  número cada vez mayor de cosas, lo ha convertido en cada vez más  insuficiente e impotente» y también, como «cada nuevo invento, cada nuevo hallazgo  técnico, en lugar de ser una conquista, marca una nueva derrota,  es un nuevo latigazo destinado a volver la carrera cada vez más  rápida y ciega.»

La Disolución, lejos de frenarse al vislumbrar cerca la meta, no deja nunca de acelerarse. Esta aceleración tiene estrecha relación con la impotencia de la que se habla en la cita. No merece la pena abundar más en esto.. A mayor velocidad y mayor alejamiento del punto de partida, nos hallamos más impotentes, en tanto que más desubicados.. Y nos vemos cada vez más incapaces de bajarnos del tren en tanto desconocemos cada vez más toda referencia a medios de transporte alternativos.

Y así, del tránsito por este final de los tiempos, guíados por Julius Evola, tal como lo hiciese Virgilio con Dante por un escenario igualmente agónico, podemos volver la vista ya al renacimiento de los tiempos -un nuevo comienzo de la humanidad- bajo el signo de la síntesis racional-vitalista. Y a partir de aquí, nos guiará otra figura eminente, Ortega y Gasset.










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Dijimos en el último capítulo de los "Signos de los tiempos" que los políticos, los científicos, economistas, sociólogos.. deberán pasar a ser una secta entre tantas otras para que ninguna de ellas vuelva a usurpar el espacio ajeno. Así, la política (como toda otra ciencia blanda o dura) «pierde presión, desaparece del primer plano de las preocupaciones humanas y queda convertida en un menester, como tantos otros que son ineludibles pero no atraen el entusiasmo ni se sobrecargan de un patetismo solemne y casi religioso». De este modo, por tanto, se purifica, queda a salvo de veneraciones innecesarias, de excesos de protagonismo o de tentaciones megalómanas; todas las cuales no son sino sus más acérrimas enemigas, al menos en tanto se conciba -la política, la ciencia, etc- como humildes herramientas de conocimiento y no oráculos infalibles, cosa que precisamente queremos evitar que vuelva a ocurrir con esta propuesta de "sectarización".


Hablamos aquí de Racio-Vitalismo. Es, entonces, primeramente a La Razón a la que queremos "meter en una jaula", o siendo menos drásticos, "rodear de un foso cual castillo amurallado" de manera que no se vuelva a adueñar de La Vida, y someta de nuevo a ésta a un absolutismo, como ya describimos con profusión de símbolos y analogías en el ensayo recien citado.

Yo ya he declarado varias guerras al racionalismo en esta tribuna, pero va a ser Ortega quién sintetice mejor que yo esta tragedia nacida del progresivo sojuzgamiento de La Vida por la "Diosa Razón":

«Quiere el temperamento racionalista que el cuerpo social se amolde, cueste lo que cueste, a la cuadrícula de conceptos que su razón pura ha forjado.»

Y en efecto, tan sencilla como ésta es la explicación de tal drama. No igual de sencillo, por descontado, el enmendarlo. Pero, al menos, el filósofo español nos da unas cuantas referencias orientativas.

Porque justamente «la orientación, los puntos cardinales que dirigen nuestros actos, son el mundo, nuestras convicciones sobre el mundo. Y este hombre de la crisis se ha quedado sin mundo, entregado de nuevo al caos de la pura circunstancia -en lamentable desorientación». Y si quedarse sin orientación es lo mismo que quedarse sin mundo, sin suelo bajo los pies, ya no sorprenderá que «estructura tal de la vida (abra) amplio margen para muy diversas tonalidades sentimentales (...) diversas, pero todas pertenecientes a una misma fauna negativa: el hombre sentirá escéptica frialdad o bien angustia al sentirse perdido (...) o, por el contrario, sentirá furia, frenesí, apetito de venganza por el vacío de su vida que le incita a gozar brutalmente, cínicamente, de lo que encuentra a su paso.»

Volvemos como un boomerang fatal a lo mismo, o a algo muy parecido a lo que describíamos cuando aún no habíamos salido de la "fase de disolución".

Tal es el vacio que el hombre de nuestro tiempo busca llenar con creciente ansiedad, y tal es la frustración que lo consume al comprobar como cada vez es más fugaz la satisfacción lograda. Por eso la furia, el desconcierto y la continua indecisión: por tener a su disposición una abundancia de medios con la que nadie antes pudo soñar, y estar al tiempo tan falto de fines como tampoco nadie pueda recordar..
..en toda la dilatada historia humana..

«No hemos venido a la vida para dedicarla al ejercicio intelectual, sino viceversa, porque estamos, queriéndolo o no, metidos en la faena de vivir, tenemos que ejercitar nuestro intelecto, pensar, tener ideas sobre lo que nos rodea, pero tenerlas de verdad, es decir, tener las nuestras. No es, pues, la vida para la inteligencia, ciencia, cultura, sino al revés: la inteligencia, la ciencia y la cultura no tienen más realidad que la que les corresponda como utensilios para la vida».












Este hilo es el mismo del que ya procuramos tirar cuanto pudimos en las conclusiones de aquel breve ensayo -´Los signos de los tiempos`-. Y lo que cabría añadir ahora, una vez hemos tocado el túetano del mal que nos aqueja -el conflicto entre los fines y los medios-, es pararnos a observar otra llamativa contradicción -ya vimos una-; y es la que se nos acaba de mostrar sin mostrarse; la que brota inmediatamente al contrastar lo dicho en este último extracto con aquella ausencia de fines . Pues a lo que aquí volvemos es al conflicto contrario, al de sacrificar la vida como un medio que obedece al fin de la razón, la ciencia, y todo lo que ya hemos enumerado sobradas veces. Entonces: ¿Es la ausencia de fines el problema de mayor gravedad, o todo aquello que sacrificamos convirtíendolo en medio para un fin muy lejano, que parece no alcanzarse nunca, hasta el punto de cuestionar si vale la pena seguir persiguíendolo?

Temo que la respuesta sea demasiado larga y deba responderla con calma en una segunda entrega de estas "estampas del fin de los tiempos".

Hasta entonces les emplazo, confiando en que todavía nos quede, eso mismo, tiempo...