Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

lunes, 23 de noviembre de 2015

CONFUSIONES ENTRE NACIÓN, PATRIA Y ESTADO.


Quienes hoy se llaman conservadores o tradicionalistas asumen a menudo la nación-estado como parte de esa tradición, o de aquello que merece conservarse. Pocos vuelven la vista hacia modelos anteriores, aun cuando se hacen llamar enemigos de todo lo moderno -entiéndase, de la era así llamada-. Sin embargo, nadie puede cuestionar que el estado-nación es un invento moderno. Y es igualmente contradictorio reclamarse partidario de la tradición cuando se asume un modelo administrativo y gubernativo que se implantó sepultando a su paso cientos y cientos de tradiciones -culturas, instituciones, naciones, leyes, usos y costumbres-.

Es por eso que el patriotismo de los últimos siglos es un patriotismo impostado, ideal, abstracto.. tanto que se diluye en el éter si no hay un mapa o una bandera detrás. No es tanto un patriotismo de la nación como un ´patriotismo de Estado`. No nos engañemos: Es a Él a quién prestamos fidelidad; no a los ciudadanos, que son nuestros vecinos en diverso grado de cercanía. Y destaco esto último por ser otro motivo de grave arbitrariedad e injusticia, ya que una vez barrida toda institución regional, y una vez desechada toda red de apoyo local, no hay diferencia alguna entre nuestro paisano y el que habita la otra punta del territorio, la cual muchos tan siquiera han visitado.

¿Bajo qué perversa lógica se me fuerza a sentirme tan solidario con mi vecino próximo como con el que de sus costumbres y necesidades nada sé?

Es una impostura absoluta, una ficción mediante la que quienes ocupan en cada momento el estado logran de nosotros obediencia, respeto, colaboración tributaria y hasta el sacrificio de la propia vida en nombre de aquel -¡no de la nación!-. A ver si nos empieza a quedar claro: ¡Piden que nos sacrifiquemos por ellos, por personas de carne y hueso, no por nuestra tierra, el bien común, la ciudadania ni otras pamplinas! ¡Nos piden nuestra lealtad para servir a sus intereses!
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Y todo ello se ha logrado mediante técnicas psicológicas no demasiado sofisticadas, sino del todo burdas. Habida cuenta que todos tenemos un sentimiento instintivo de patriotismo, a través de los siglos este concepto fue pervirtiéndose hasta asimilarse con el moderno estado-nación. Más exactamente tomaron nuestro sentimiento ancestral de pertenencia y apego por aquella, nuestra tierra "hasta donde alcanza la vista", y lo reorientaron hacia esa nueva idea, esa mera abstracción representada por un trozo de tela y un contorno en un mapa. 

Pero nada más lejos de ese sentido de pertenencia que en otro tiempo se veía expresado con toda naturalidad ora en la identidad castellana, ora en la salmantina, ora en la española, ora en lo que se llamó "La Cristiandad"; pues se trataba éste de un sentido de pertenencia mucho más natural, orgánico, y armónico -o dicho de otro modo: de carácter incluyente en lugar de excluyente-. 


Se usó un sentimiento real hacia un objeto real (aunque de límites no del todo definidos, como es tantas veces lo orgánico) para, en el lugar que ocupó ese objeto, colocar una abstracción por la que nadie en su sano juicio experimentaría amor ni devoción alguna.
Se nos dió el cambiazo.. 

Apenas sin darnos cuenta, nos acostamos un día en un terruño de aires bucólicos, de límites difusos.. y nos despertamos al siguiente en una silueta perfectamente delineada en un mapa con una bandera colocada en el medio. Pocos podrán negar que fue, retrospectivamente, un notable empobrecimiento de nuestra idea de patria.
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La patria tradicionalmente se identificó con aquel mismo´terruño`. Y no hay otra que esa. Es la única que puede considerarse con entidad objetiva, por más que su delimitación nunca sea exacta Km. arriba, Km. abajo.. Stricto sensu, una se halla más lejos de su patria conforme se aleja de su lugar de nacimiento o de residencia (en el caso de que echara raíces por diversas razones en un lugar distinto del que naciera). Es cuestión, por tanto, de grado y no de "1 o 0" (dentro o fuera, ajeno o propio). Por eso las fronteras modernas expresan una artificialidad. Y por eso el concepto de patria asociada a estado-nación resulta absurdo una vez lo examinamos con mayor detenimiento.

La identidad cultural y territorial funciona mediante círculos concéntricos, no mediante conjuntos excluyentes. Uno no deja de ser europeo por ser alemán o francés y tampoco deja de ser alemán o francés por ser sajón u occitano, bávaro o bretón. Tampoco el franco-parlante suizo y el franco-parlante belga dejan de tener una misma o muy similar identidad lingüística por someterse a las leyes de dos estados-nación distintos. Ni tampoco cuando habitan dos ciudades distintas dentro del mismo país (las cuales vendrían a sumarse a los componentes de su identidad grupal incluso en mayor medida que los anteriores, pues las urbes acostumbran a imprimir uno de los signos de identidad más marcados.)

Cierto es que en la historia pre-moderna vemos los Estados -mejor dicho los reinos- como entidades unívocas, casi monolíticas-; y cierto es también que actuaban de ese modo en muy variadas ocasiones. Pero lo primero se lo debemos achacar a la mentalidad contemporanea con que observamos la historia antigua, así como al reduccionismo propio del estudio de los acontecimientos históricos a vista de pájaro. No vamos a discutir lo segundo pues resulta del todo innegable. Pero sobre aquello otro conviene profundizar en la ´VIDA INTERIOR` de esos reinos (todavía sólo proto-estados) para que se nos revele esa pluralidad, esa riqueza inmensa de lenguas, folklores, fueros, cortes, concejos municipales, feudos, órdenes monacales o de caballería.. muchos de ellos asumiendo el papel de CONTRAPODERES, e impidiendo a menudo que el monarca hiciese a cada momento aquello que se le antojara con los ciudadanos o territorios bajo su mando.

¡Aun el emperador Carlos V, con su inmenso poder, tenía a su cargo el gobierno de diversos reinos, cada uno de ellos con sus distintas lenguas y tradiciones, pero, asimismo, con sus distintas leyes!
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Ésta es la bandera del Estado Español.

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Ésta es la bandera de Las Españas.
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Pero llegó la hora de descender más a lo concreto: de abandonar el plural y referirnos ya en singular al estado-nación que nos toca más de cerca.

No logro aún entender las razones para defender a toda costa la "sacrosanta" unidad de España. Debe ser porque lo intento hacer desde la lógica y no desde el sentimiento religioso, que es desde el que se defienden tales cosas. 
Puede resultar inspirador, no lo niego, aquello del penta-centenario y "el estado más viejo de Europa", pero.. ¿Hasta cuando? ... ¿Hasta dentro de otros 500 años? ... ¿de 5000??... 

Echemos la vista atrás. Primero este territorio fue hogar de civilizaciones como la tartésica, luego de tribus íberas y celtas, luego de una parte del Imperio Romano, luego de tribus visigóticas, más tarde de tribus musulmanas y.. "por fin", de una casi homogenea población cristiana (aunque todavía políticamente dividida). Llegaron entonces los Reyes Católicos en el momento justo para conformar la nación como se supone debía ser ya... para siempre ¿¿ ?? ....

Ésta, entre otras consideraciones, me lleva a concluir que los que solemos llamar "españolistas" participan de un autoengaño (aunque no menos que los catalanistas, galleguistas o euskaldunes); un error producto de la estrechez de miras típica en quien juzga la historia sin salirse de la lógica de su época. Y un error producto de la mentalidad nacionalista, que lleva inserta la división entre amigo y enemigo; una ideología que se ha mostrado incompatible con la preservación de la raigambre y la tradición en un sentido extenso.

¿Qué es una nación? ... ¿Es la española, la francesa y la italiana.. o es la vasca, la bretona y la napolitana? Dejo eso para los historiadores y los etnólogos. Pero ya sea el caso uno u otro, si de verdad deseamos conservar la cultura española, ibérica, en toda su diversidad y riqueza, la opción más inteligente a tomar sería la RÚPTURA POLÍTICA del actual estado y su fragmentación en muy numerosas y pequeñas unidades gubernativas. 

El estado central, lo único que ha hecho y hará siempre es destruir la llamada ´cultura nacional` a base de homogenizarla, desnaturalizarla, caricaturizarla, instrumentalizarla y pervertirla. Y lo mismo se aplicaría a unos hipotéticos Paixos Catalans o a una Euskal Herría que incluyera a Navarra y su "homóloga" tras los Pirineos. Sólo las pequeñas unidades políticas poseerán el incentivo de conservar su identidad -todas las dimensiones de su identidad- porque, como explicamos antes, lo regional y lo peninsular no son excluyentes, del mismo modo que no lo son la españolidad y la europeidad. 

Sin embargo, el nacionalismo sí es excluyente, o al menos, tiende invariablemente a serlo. Como tiende asimismo a ser homogeneizador y expansionista. Por ello el ideal secesionista es opuesto al nacionalista: El secesionismo busca fragmentar porque es muy consciente de las ventajas de la ciudad-estado, del cantón y la micro-nación; mientras que el nacionalismo rara vez puede evitar sus ansias de "grandeza" y, derivadas de ella, su voluntad de fagocitar las realidades culturales en torno suyo, lo que se traduce en la negación de las mismas, cuando no en su invasión militar o en cosas aún peores.
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Podría coronar esta reflexión con la famosa cita de Nietzsche sobre el Estado y la cultura, pero está ya muy vista. Así que, en su lugar, les remito a otra de Hans-Hermann Hoppe a propósito del auge económico y cultural de los pequeños estados en que permanecía dividido Flandes a mediados de la edad moderna:

"En lugar de promover una nivelación de las distintas culturas hacia abajo, la secesión estimula un proceso cooperativo de selección cultural y avance. Esta es una lección de lo más importante, no sólo para Flandes y Europa, sino para todo el mundo."


(Extraído de una entrevista que puede leerse completa aquí.)


¡Diversidad, selección natural y evolución! Una ley que es impepinable respecto a la biología y que lo es también respecto a la cultura, las ciencias y la tecnología.


Pero el mantra que recorre todo el espectro político, de izquierda a derecha, y de arriba a abajo (desde la clase política hasta la ciudadanía) reza casi invariablemente lo contrario.. 
"Una ley para todos.. Un gobierno para todos.. Una policía para todos.. Un ejército para todos.. Una educación para todos."

Se entiende en general esta homogeneidad centralizada como algo positivo, como un valor a reivindicar. Pero insistamos en la idea: ¿qué nos muestra la evolución biológica, así como la cultural y tecnológica? Una de las cosas que nos prueban más allá de toda duda es que, a mayor diversidad, mayor oportunidad de avance, de mejora, de progreso en su sentido más objetivo. ¿Cómo es posible entonces que hayamos llegado a tal convencimiento contrario a nuestro interés, e incluso contrario a la Naturaleza? ¿Cómo hemos llegado a defender con tal ahínco LA ESCLEROSIS CULTURAL, SOCIAL Y POLÍTICA*?

¿Quién nos ha logrado convencer de agarrarnos a lo yermo y temer a lo fértil?
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(*Hablamos de centralismo político o administrativo en todas sus formas: Desde los que
defienden la "igualdad de los españoles" frente a la independencia de Cataluña o a otros particularismos cuales sean hasta los que tienen por una gran conquista la "educación igual para todos". Todas ellas son formas de escoger voluntariamente la parálisis frente a la evolución o el progreso, palabra esta última que, como vemos, ha acabado significando muchas veces lo opuesto a su sentido original.)

La nación esclerótica siendo asistida
para mantener la ficción de que sigue altiva..
Adecentemos de buen ánimo las ruinas,
y a base de fe, insuflémosles nueva vida..
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viernes, 6 de noviembre de 2015

SOBRE LA METAFÍSICA DEL SEXO (I)


[El presente ensayo no guarda relación alguna con el libro de Julius Evola titulado ´Metafísica del sexo`. No obstante, conozco su obra en cierta profundidad y no me es ajena su concepción de esta metafísica, sin compartirla por entero.]

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Nunca antes de hoy fue tan usado el sexo como reclamo, ni se buscó explotar hasta tal punto su capacidad de sugestión. Pero tampoco existió probablemente un tiempo en que su energía, su fuerza fuese menos aprovechada por el ser humano, o en la que se manifestase ésta, por lo general, con más tibieza. 
......

Es sólo la superficie del sexo lo que se vende: la imagen, la atracción inmediata. 

El cataclísmico poder creador de la energía sexual 
ha sido relegado.

Se ha primado la cantidad. 
Se ha descuidado la calidad. 

Se ofrecen impulsos fugaces y alivios rápidos. 

Las febriles inspiraciones y las pasiones inextinguibles, las experiencias límite y los viajes iniciáticos 
apenas encuentran espacio 
en el reinado de la in-media-(ideo)tez...
..........

A primera vista, la sociedad de hoy está hiper-sexualizada. Sin embargo, en un acercamiento más profundo, nos parece más correcto decir que está hipo-sexualizada. 

Lo único que podemos afimar, en rigor, es que está GENITALIZADA.

Pero asumir la genitalidad, la pura fisiología de las respuestas corporales ante señales sensoriales por toda forma que puede asumir la energía sexual es no comprender lo que ésta es ni cuales son sus genuinos potenciales. 

La genitalidad es, pongámoslo así, la expresión más burda -aunque para la mayoría la más placentera, si no la única- del poder de la Libido.

Dibujo de Leonardo Da Vinci:
¿Éxtasis religioso, o más que religioso?
Siento la mayor de las compasiones por quienes no conciben nada más allá de ese burdo mecanicismo biológico...

..Cuán triste debe ser su existencia. 

Apenas puedo imaginar la desdicha que a mí me supondría vivir así sabiendo que otra vida, tumultuosa, volcánica y desbordante, es posible.

Puede ser que aseveraciones como las anteriores les resulten desconcertantes a primera vista. En ese caso, lo más probable es que no se hayan parado lo suficiente a observar que la energía a la que me refiero no es otra que aquella que se identifica con la misma fuerza creadora. 

Por supuesto, es de todos conocida la relación entre el sexo y la creación de vida. Pero son los menos quienes llegan a comprender hasta qué punto es extrapolable a muchas otras maneras de entender la creación y a muchos otros, diré que infinitos, ámbitos de la existencia humana.

Luis Eduardo Aute, cantautor, pintor,
 cineasta, y teólogo controvertido.
La inspiración artística, no toda la inspiración, sino aquella que llamamos torrencial o catártica, es una de las muestras o de los efectos de esta energia que más impresionan a nuestro entendimiento. Por ello es que nos tienta pensar que pueda haber un "espíritu superior" guiando la mente del artista. Y quizá no nos equivoquemos, ya que no tienen porque ser excluyentes: la divinidad y la sexualidad. De hecho, no sería la primera vez que se vincula o incluso se asimila la una a la otra. Así lo ve, por ejemplo, Luis Eduardo Aute cuando asume la certeza de que toda creación es un acto sexual y que, por tanto, "el big bang no pudo ser sino un orgasmo de dios haciendo el amor consigo mismo a tres bandas, puesto que, como todos sabemos, es trino". 

¿Es entonces Dios o La Libido lo que vemos expresarse a través del genio artístico? Tanto da. Y si  tuviese algo de cierto la afirmación de Aute, es probable que vengan a ser lo mismo. 

Dibujo sobre la concepción de aquel 
genio que tantas ideas -hijos intelectuales- 
concibió el mismo,y que habitó la también
en extremo fértil y sensual Florencia del Renacimiento.
Pero insistamos en la primera idea. ¿Por qué empleamos las palabras "torrente" y "catársis"? La primera tiene una lectura obvia y (aceptaré que) jocosa. Pero la segunda también es comprensible, al menos en un nivel superficial, por el común de los mortales. Es algo que debe desparramarse en el momento justo. Arruinaría su propósito si lo hace antes o después: De ahí la importancia del control tanto en el ámbito artístico como en el sexual. Es algo que va creciendo en nuestra psique, en nuestro espíritu, en nuestros chakras -en nuestras gónadas y en nuestro sistema nervioso- que debe ser orientado, sostenido, y sólo catapultado cuando ha alcanzado la cumbre de su desarrollo. Hablamos en cierto modo de un ser vivo que, aún antes de dar como resultado otro ser vivo (uno real en el caso del coito; o una obra intelectual en el caso de la creación artística, científica o filosófica) debemos alimentar, proteger, e incluso reprender, hasta el momento en que sentimos que es nuestro deber lanzarlo al mundo; esto es: dejarlo a su suerte, y que sea ya él quien se defienda por sí mismo.