Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

jueves, 21 de enero de 2016

Retazos de una historia de los Estados Unidos.

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Michael Moore popularizó una “breve historia de los EEUU” que, dejando a un lado sus virtudes humorísticas, nada tiene que ver con lo que yo voy a intentar aquí. La suya, más allá de las limitaciones del formato, se conformaba con el burdo desprecio tan propio de la contra-cultura, ajeno a todo respeto por la verdad tanto como por los hombres y mujeres que hicieron esa nación (respeto aún más exigible en quien, como él, es su descendiente). Los más de quienes contemplan Estados Unidos desde la lejanía se contentarán con una versión tan pobre de su historia y de sus gentes; pero en la medida en que nos interese ir más allá de las bobas caricaturas, requeriremos enriquecer algo más esa imagen.

El anti-americanismo ramplón nos ha acostumbrado a relatos infantiloides y condenatorios en los que se intenta opacar toda virtud que pudiera asociarse a esa tierra, reconduciendo malintencionadamente todo hacia sus episodios o facetas más oscuras, como son el genocidio de los indios o la esclavitud de los africanos. Nos es obligado, primeramente, denunciar una de las falacias más comunes en esta clase de relatos. Todos habremos oído mil veces describir a EEUU como “una nación construida sobre la esclavitud de los negros y el exterminio de los indios”. Pero, por muy tentador que nos resulte, es tramposo confundir lo vertebral o necesario con lo colateral o anecdótico (por grave que sea la anécdota). Los Estados Unidos podrían haber nacido y desarrollarse perfectamente sin necesidad de esclavizar ni exterminar a nadie. La única diferencia es que habrían tenido que ceder parte de su territorio a las naciones indias (una parte más pequeña ha sido cedida de todos modos a posteriori) y que el sur habría despegado más rápido económicamente; pues es bueno aclarar que, también más allá de tópicos, la esclavitud no garantiza la riqueza sino más bien lo contrario, al incentivar por lo común la pereza del amo y, en consecuencia, desincentivar la industria y el emprendimiento. Así pudo comprobarlo de primera mano el filósofo Alexis de Tocqueville:
«No es en interés de los negros, sino en el de los blancos, por lo que se destruye la esclavitud en los Estados Unidos.(...) El mismo hecho se reproducía a cada paso: en general, la colonia donde no se encontraban esclavos se volvía más poblada y más próspera que aquella donde la esclavitud estaba en vigor. A medida que se avanzaba, se comenzaba, pues, a entrever que la servidumbre, tan cruel con el esclavo, era funesta para el amo.»

Esclavismo y Segregación. 


El callejón sin salida que supuso reinstaurar la esclavitud en plena "era de las luces" fue profundamente analizado por el pensador francés tras visitar aquellas tierras. Creo que pocos antes que él supieron ver tan claro el futuro de conflictividad social que le esperaba a los Estados Unidos, así como a los que habían seguido un camino análogo.

«Cuando considero con qué dificultad los cuerpos aristocráticos, de cualquier naturaleza que sean, llegan a fundirse en la masa del pueblo, y el cuidado extremo que tienen en mantener durante siglos las barreras ideales que los separan de él, pierdo la esperanza de ver desaparecer una aristocracia fundada sobre señales visibles e imperecederas.  
Quienes esperan que los europeos se confundirán un día con los negros me parece que alimentan una quimera. Mi razón no me inclina a creerlo, y no veo nada que me lo indique en los hechos.  Hasta aquí, en todas partes en que los blancos han sido los más poderosos, han mantenido a los negros en el envilecimiento o en la esclavitud; en todas partes donde los negros han sido más fuertes, han destruido a los blancos: es la única cuenta que hay abierta entre las dos razas.» 
(Tocqueville, ´Sobre la democracia en América`.)
Hemos hablado de un "callejón sin salida". Esta intuición se confirma en las conclusiones provisorias de Tocqueville, las cuales entroncan con mis intuiciones previas a su lectura. Liberia era la única respuesta, pero Liberia estaba muy lejos y el coste de llevar a los afroamericanos de vuelta a su continente originario era muy alto. Por ello la única solución es la que hubieran suscrito Malcolm X y la Nación del Islam -así como algunos segregacionistas blancos del sur- esto es, crear unos Estados Unidos Afroamericanos en suelo estadounidense. No se quiso hacer en ninguna de las ocasiones en que pareció urgente y quizá hoy también sea tarde para eso, del mismo modo que en época de Tocqueville era ya tarde para la igualdad jurídica.

«Si, por una parte, se reconoce que en la extremidad sur los negros se acumulan sin cesar y crecen más aprisa que los blancos: si, por la otra, se concede que es imposible prever la época en que los negros lleguen a mezclarse y a obtener del estado de sociedad las mismas ventajas, ¿no se debe concluir que, en los Estados del Sur, los negros y los blancos acabarán tarde o temprano por entrar en lucha?»
«En todo tiempo, la esperanza de la libertad había sido colocada en el seno de la esclavitud para suavizar sus rigores. Los norteamericanos del Sur han comprendido que la emancipación ofrecía peligros siempre, cuando el emancipado no podía llegar a asimilarse un día al amo. Dar a un hombre la libertad y dejarlo en la miseria y la ignominia, ¿qué es, sino proporcionar un jefe futuro a la rebelión de los esclavos?»
(Tocqueville, ´Sobre la democracia en América`.)
Llevo largo tiempo dándole vueltas a las iluminadoras conclusiones de Tocqueville sobre el esclavismo y la segregación en los Estados Unidos. Y veo hoy más claro si cabe que el amparar legalmente a la esclavitud en plena Modernidad fue el error más desastroso, amen de infame, cometido por el gobierno británico, portugués y estadounidense, entre otros.

Pero en su pecado llevaban su propia penitencia. Las rebeliones de esclavos se multiplicaban y las opiniones contrarias a mantener semejante régimen indigno no paraban de crecer. Finalmente estos gobiernos se vieron obligados a ponerle fin. Pero con ello sus problemas no hacían sino comenzar. Debido a la imposibilidad de repatriar a todos los libertos (aunque sí se hicieron esfuerzos en esa dirección, como vimos antes), tenían ante sí una sociedad dividida y las más de las veces enfrentada. Surgió Haití, la primera nación íntegramente compuesta por libertos (en ese caso, libertados a sí mismos). No se lo pusieron demasiado fácil, digámoslo así, el resto de gobiernos de la zona. El ejemplo, por tanto, no cundió, y no prosperaron nuevas naciones a imagen y semejanza de Haití.

La coyuntura socio-étnico-cultural quedaba, pues, así conformada sin visos de modificarse en el futuro. Lo que tuviera que salir de ahí, la Providencia diría.

Y lo que salió fue, como era de esperar, un equilibrio precario que amenazaba con romperse a cada momento. Las poblaciones se agrupaban en guettos y los individuos fortalecían más y más sus instintos etnocéntricos, habida cuenta de que sólo podrían encontrar sincero apoyo entre los suyos.
«Al abolir la esclavitud, los hombres del Sur no lograrían, como sus hermanos del Norte, hacer llegar gradualmente a los negros la libertad; no disminuiría sensiblemente el número de los negros, y se quedarían solos para contenerlos. En el transcurso de pocos años se vería, pues, a un gran pueblo de negros libres colocado en medio de una nación casi igual de blancos.»

Aquí debemos hacer un pequeño paréntesis para detenernos en algunos puntos oscuros sobre otro gran conflicto en la historia de esta nación, que no es otro que aquel que estuvo a punto de desmembrarla. La Guerra de Secesión norteamericana se nos ha contado desde el prisma del vencedor. Últimamente se está revisando profundamente la figura de Lincoln, personaje que está muy lejos de ser el héroe nacional y valedor de los derechos civiles que muchos pretenden. Pero no es éste el único revisionismo que se está practicando acerca de aquella época. Conviene recordar, para tener una perspectiva más amplia sobre un conflicto tan tergiversado por el cine y la literatura, que intelectuales tan poco simpatizantes del esclavismo como Proudhon o Bakunin declararon su simpatía –aquí sí- hacia la causa confederada. Y conviene recordar, asimismo, que sus correligionarios estadounidenses, anarquistas como Spooner, en absoluto les enmendaron la plana.
«En Estados Unidos, el autor y activista Lysander Spooner fue un renombrado abolicionista, incluso conspirando con John Brown para promover una rebelión servil en el Sur. Pero se opuso agriamente a la Guerra de Secesión, argumentando que violaba los derechos de los estados a independizarse de una unión que ya no les representaba. »  
«La Guerra de Secesión estadounidense no había sido simplemente una cruzada humanitaria para liberar a los esclavos. La guerra “arruinó las provincias conquistadas”, pero los plutócratas del Norte que movían los hilos lograron su objetivo: La imposición de un maligno proteccionismo que llevó en definitiva “al régimen de trusts y produjo los milmillonarios”.» 
(Extraído de un artículo publicado en Mises Institute por Ralph Laico. Las palabras entrecomilladas pertenecen a Gustave de Molinari.)
Muchos también preferimos ser
"históricamente rigurosos que políticamente correctos".
Recapitulando: La situación en el sur, ya grave de por sí, se vio aún más agravada por las imposiciones del estado federal, al arrebatarle parte de su soberanía para encaminar el proceso de emancipación de manera que pudiesen evitarse conflictos en la medida de lo posible. Al fin y al cabo, nadie sabe mejor cómo conducir sus asuntos que aquel que los vive día a día; y ésta es, me barrunto, la tragedia que se sumó a la ya inherente a la situación, haciendo todavía más cuesta arriba el proceso, inevitable por otra parte, de emancipación de los esclavos. 

Y si recordamos, antes habíamos dejado caer la idea de que la “penitencia” de unos tiende a traducirse necesariamente en algún tipo de ventaja para los otros. La penitencia, es obvio, fue en primer lugar la de quienes sufrieron en sus carnes lo que es ser propiedad de otro sujeto. Pero como nos estamos refiriendo a lo derivado de la esclavitud y no a la esclavitud misma, nos limitamos a su acepción como “castigo por las males acciones”. Por ello, aunque sólo un pequeño porcentaje de los ingleses, franceses, portugueses o estadounidenses hubieran estado ocupados en el comercio de esclavos o hubieran poseído esclavos ellos mismos (es necesario hacer esta distinción para evitar juicios condenatorios sobre comunidades enteras), siempre es inevitable que paguen todos por los “pecados” de unos cuantos. Pues bien, si unos recibieron su penitencia en forma de constantes conflictos sociales o ser objeto del rencor del afroamericano medio, ¿cuál es la ventaja que obtuvieron los libertos, y que no podrían haber tenido jamás de no haber sido secuestrados y llevados lejos de su tierra a la fuerza? 

La ventaja, únicamente apreciable en retrospectiva, fue la de acceder poco a poco y con dificultades, es cierto, pero de acceder a fin de cuentas a una cultura incomparablemente más rica (que no se me ofenda nadie) que las culturas africanas de las que procedían. Muchos afroamericanos (especialmente en Norteamerica) pudieron hacer carrera primero como músicos y bailarines, luego como actores y escritores, y finalmente como científicos y políticos (entre otras muchas profesiones de prestigio).

Sé que no es la idea de justicia o de karma que tiene la mayoría, y dista mucho de constituir lo recién descrito una "justa retribución” o algo parecido. Pero sí nos ofrece, si me perdonan la cursileria, un rayo de esperanza el hecho de que, tarde o temprano, y mal que bien, la víctima de una situación de todo punto injusta pueda sacar partido de haberla padecido, ya que de todos modos no puede dar marcha atrás en el tiempo para evitarla.
*

Aislacionismo e imperialismo democrático.


Aquí nos toca de lanzar dardos en sentido diestro, aunque al comienzo lo hiciésemos en sentido opuesto. En este caso nos detenemos a analizar otra tendencia ideológica bien deleznable, no sólo por lo tramposa sino, además, por lo destructiva. En lo que toca a mi visión personal, cuanto más conozco acerca de los llamados neocons menos entiendo su postura. Lo de estos señores, valga la expresión, tiene bemoles.

El movimiento así llamado procede, como muchos sabrán, de un grupo de intelectuales trotskistas que, al caminar hacia la derecha, de alguna forma transformaron la idea de la revolución permanente e internacional de Trotsky en la de expandir la democracia "liberal" por el mundo, expansión comandada -cómo no- por los Estados Unidos de América. Una idea ya de primeras chocante por cuanto tiene poco de “liberal” imponer a otros países las formas de gobierno que nosotros juzgamos más apropiadas.

Este ensayo breve (pero extenso en bibliografía) de Miguel Anxo Bastos nos ofrece algunas perlas argumentativas que ayudan a desenmascarar a semejantes farsantes. Y no es poca la importancia que reviste tal desenmascaramiento viendo como estos fariseos, agarrados a su iluminismo mesiánico, parecen decididos a conducirnos a una nueva guerra mundial.

Frente a ellos se encuentran los aislacionistas, en tiempos una corriente más mayoritaria (hace ya casi una centuria) pero hoy, por desgracia, francamente marginal. No obstante, ya se sabe lo que se dice acerca de la verdad y la mayoría. Pero mejor juzguen por sí mismos: Mientras los neocons siguen defendiendo esa idea de la “expansión de la democracia” contra viento y marea (ya contra verdaderas tempestades y maremotos), los aislacionistas, en respuesta, llaman la atención sobre el hecho de que «los principales enemigos de los Estados Unidos durante el siglo XX y lo que llevamos del XXI son antiguos aliados norteamericanos apoyados por dinero norteamericano (URSS, Iraq o los muyaidines afganos)». Constatación que por sí sola evidencia lo desastroso de la política exterior estadounidense durante un siglo entero. Desastre en que no se habría persistido o que no se habría agravado de tal forma de no ser por la poderosa alianza de intereses económicos, militares y geopolíticos que andan enredados en torno a la Casa Blanca desde hace demasiado tiempo.

Si me preguntan a mí, en esta disputa la historia no podrá conceder sino un vencedor moral. Los argumentos del aislacionismo tienen de su parte LA RAZÓN. Los de la “expansión de la democracia” quisieron por todos los medios tener la razón, pero ya sólo tienen LA FUERZA.
«Los aislacionistas se oponen al uso de la guerra para combatir ideologías. Ya sea la falta de democracia, el comunismo o el islam radical, una idea no puede ser combatida sino con otra idea. (…) Si una persona cree en una idea, por nefasta que esta pueda ser, por mucho que lo bombardeen no va a dejar de creer en ella. Es más, es probable que se reafirme en ella y que, bien se convierta en un mártir, bien que finja acatamiento mientras aguarda a que desaparezca la represión para volver después. Sobre el pensamiento no cabe mando alguno pues es algo íntimo, fruto de una reflexión personal y que sólo puede ser cambiado ofreciendo una idea mejor argumentada.»
Charles Lindbergh, famoso aviador y militante aislacionista.
Fue acusado falsamente de "nazi" por hacer ver los
intereses judíos (entre otros) que había tras la
intervención de USA en la 2ª G.M
¿Podríamos calificar a los aislacionistas de “pacifistas”? No, desde luego, si entendemos el pacifismo como el rechazo a toda violencia. Ellos están más que dispuestos a usar la violencia para defender su territorio; ahora, para defenderlo en-su-territorio, por cuanto entienden que no hay pretexto para justificar la invasión o la mera injerencia en el espacio soberano de otras naciones. Como nos hace ver magistralmente Bastos en el siguiente fragmento, ellos son completamente coherentes en su defensa de la libertad y la soberanía, tanto de los individuos como de las naciones; cosa que no puede aplicarse a sus contrarios, defensores del imperialismo democrático y al mismo tiempo enemigos fervientes del imperialismo del estado federal sobre sus ciudadanos.
«La derecha intervencionista es muy crítica, por ejemplo, en lo que respecta a la política social. Critican el paternalismo estatal y (…) tampoco aceptan la idea de que el gobierno pueda dictar códigos morales a la ciudadanía. Sin embargo olvidan estos argumentos cuando se trata de “exportar” por la fuerza la democracia a otros países. La ingeniería social estatal puede, por alguna extraña razón, alcanzar sus objetivos en estos casos. Parece que cuanto más violenta y desinformada es la actuación estatal, más aplaudida es por estos teóricos, y que cuanto más inofensiva es (un control de precios o una regulación urbanística, por ejemplo), más criticada es.»
*
Valgan estas pinceladas sobre tres de los conflictos que más han marcado la historia de los Estados Unidos para arrojar, en la medida en que hayamos podido, algo de luz sobre su complicado desarrollo a lo largo de esa historia y su más complicada supervivencia. Al menos, así es como la juzgan muchos (entre ellos, creo, algunos de los mencionados aislacionistas).


miércoles, 20 de enero de 2016

"LA ACCIÓN Y LA CONTEMPLACIÓN"

(*)
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La moral es hoy la cuestión que más merece estudiarse. No es que lo “merezca”, sino que urge: de ello depende nuestra supervivencia (como sociedad primero, pero seguro que también como individuos, más tarde o más temprano).

Así como la moral, cuestiones como la libertad, la identidad, la guerra y la paz.. reclaman cada vez más sonoramente nuestra atención.. nuestra total dedicación a revisarnos por dentro y averiguar qué tripa se nos ha roto..

Clama a gritos nuestra conciencia que llevamos ya demasiado desoyendo a la naturaleza y extraviándonos de nosotros mismos.

Es cada vez más elocuente esa voz interior que nos señala que nuestro modo de vida, nuestro modelo de sociedad y nuestro modelo axiológico hace aguas.

Somos seres atemorizados, pacatos e inconsecuentes.
Somos seres, los llamados “occidentales”, aburridos de nosotros mismos, secretamente persuadidos de que hemos perdido sin remedio el horizonte.

Somos una sociedad que necesita repensarse toda ella
Somos una civilización que necesita regenerarse,..
renovarse y reinventarse de los pies a la cabeza.
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Clinton y Bush.
Hicieron mucho por la expansión de la democracia .
Hablan mucho pero no hacen nada … Es una frase que oímos a cada rato y que no pensamos hasta qué punto implicó en nuestra historia el preludio de todos los errores.. las innumerables veces que esta inclinación por la acción y desprecio por la reflexión constituyó la garantía del desastre.

-¡Y aún más lo constituiría hoy, por lo que digo!-

Porque hacer.. antes de pensar bien qué hacer, cómo y cuándo.. 

Bien vale antes de lanzarse a la acción con el pecho al descubierto..
tener esas respuestas lo más claras posible.

Porque de “valientes” y “echaós p´alante” nunca andamos escasos. 
Pero de irreverentes ignorantes aún lo andamos menos. 
Y si se da la circunstancia de que entre ellos confabulen, 
nada lo remediará: nos catapultarán a la catástrofe.
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Hugo Chávez y Fidel Castro:
Hicieron mucho por Latinoamérica.

¬¬¬
Nunca va a faltar quien dé el golpe encima de la mesa y presente sus razones: “¡Basta de deliberar, es hora de llevar a cabo la revolución!”

…Y puede que la hagamos.. y hasta tengamos éxito en ella.. sólo para que su aurora ilumine nuestra total falta de consenso sobre en qué dirección caminar. 

Destruiremos todo sólo para darnos cuenta 
de que no sabemos qué construir en su lugar.
.......
Quien desprecie el peligro y haga de ese desprecio su leit motiv, su modus vivendi, tiene todo mi respeto siempre que él y sólo él cargue con las consecuencias de sus extravíos. Quien quiera ser temerario, por favor, absténgase 
de arrastrarnos con él a sus temeridades.
......
"Hacer" está sobrevalorado. Hay muchos que "hacen" y no saben lo que hacen, y empeoran aún más las cosas. 

.. Pero cuando decimos de alguien que “se ha movido mucho”
es para darle una buena carta de presentación.

Asociamos el “movimiento”, esto es, el no saber pararse quieto, con una virtud. 
Extraña virtud que otorga a alguien reputación
tanto si logró mucho como si no logró nada.

Todo el que tiene un largo historial de “acción” 
sabe que va a ser aplaudido y digno del mayor respeto de sus camaradas.

Stalin.
Hizo mucho por los rusos.

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Hacer muchas cosas se tiene por meritorio.

Activistas sociales, emprendedores compulsivos y clérigos dedicados a su comunidad. Luchadores por grandes causas, abogados de imposibles y bienhechores de todos los colores.

Tan sólo basta convencerse de que se hace el bien para justificar todo desatino y toda ineptitud. Basta decirse sacrificado y voluntarioso para excusar todo fracaso.

Más vale hacer menos y lograr más.

Más vale una vida entera dedicada a planear una sola acción, si ésta deja una huella y arroja unos frutos que todos acuerdan en valorar, que una vida llena de acciones malogradas que no conducen a puerto alguno y que por el camino van dejando damnificados, sea mayor o menor el grado del daño causado a éstos.
.. * ..
Hitler.. también hizo mucho por los alemanes.
¬¬¬