Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

viernes, 29 de julio de 2016

LA LEY, LA EXCEPCIÓN Y LA REACCIÓN.

El ´fundamentalismo buenista`, como todo extremismo, se caracteriza por 
leer la realidad en clave simplista y maniquea.
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El otro día me encontré con un post que resume con gran acierto la encrucijada en que se halla hoy Europa. Está firmado por uno de mis contactos de Facebook, Armando López, y me ha servido de inspiración para desarrollar algunas reflexiones que espero arrojen un poco de luz sobre las causas de este conflicto ya más que latente. Las consecuencias son difíciles de prever, pero algunas de ellas ya las tenemos frente a nuestros ojos, tal como describe con gran lucidez el post. Toda acción tiene su reacción, y los excesos sólo conducen a mas excesos..
Una vez confirmado que el terrorista del hacha es un refugiado afgano que se coló desde Siria, miembro de ISIS, se confirma también que los refugiados sirios no son todos sirios y que al menos algunos no son refugiados sino terroristas que los políticos europeos han dejado entrar. La oleada de atentados actual es consecuencia de las políticas europeas y de los dirigentes que una mayoría de europeos ha ido votando durante décadas, en concordancia con la escala de valores que tiene la mayor parte de la población de Europa, educados por el sistema público para ser borregos paga-impuestos. Es, ni más ni menos, que lo que Europa ha trabajado y merece. No espero que Merkel dimita, que es lo que debería hacer, ni que la gente deje de votar a socialdemócratas. Lo que sí espero -aunque no deseo- es un creciente éxito electoral de partidos nacionalistas y de corte xenófobo en toda Europa. Toda causa tiene su efecto. Así funciona, por desgracia, la historia. Con efectos de péndulo. Se han cometido excesos increíbles a base de marxismo cultural, y el efecto rebote va a ser considerable.
Esto lo vengo avisando hace un tiempo. El fundamentalismo buenista, en su ingenuidad y arrogancia, acaba acrecentando el mismo mal que pretende combatir. Y es que cuando te pasas de frenada, causas una reacción. 

Los problemas derivados de la inmigración son un tema tabú.. favorecemos a los “colectivos desprotegidos” permitiendo que los menos honrados dentro de esos colectivos se aprovechen y abusen del trato de favor.. mantenemos una concepción antropológica boba y santurrona donde a todo inmigrante, por serlo, se le supone incapaz de todo mal.. Hasta que un gran sector de la sociedad acaba tan hastiado que se pasa al extremo opuesto: la inmigración es problemática siempre.. favorecemos a los “nacionales desprotegidos” permitiendo que los peores de entre ellos abusen de los inmigrantes.. y rescatamos una concepción antropológica arcaica donde a todo europeo, por serlo, se le supone incapaz de todo mal. 

No es culpa de los europeos; no es culpa de los inmigrantes; es culpa de la estupidez insondable de los ingenieros sociales,  habitualmente niños ricos que intentan arreglar un mundo que no conocen porque jamás lo han pisado.

Todo parte de un error fundamental, que es el de sustituir la ética por el moralismo y colocarle a la justicia el apellido “social”, con lo que ambas se pervierten, dando lugar a situaciones ciertamente inmorales y ciertamente injustas. En el momento en que empezamos a considerar a los personas como miembros de un colectivo antes que como individuos y a repartir etiquetas de “privilegiado” o “excluído”, de “favorecido” o “desfavorecido” según se pertenezca a un grupo o a otro, nos es imposible distinguir al bienintencionado del malintencionado, al sincero del mentiroso, al verdadero necesitado del mero aprovechado. Los honrados serán penalizados; los tramposos serán premiados. 

Y como algunos de los tramposos son además criminales, fundamentalistas dispuestos a matar en nombre de Allah, los musulmanes honrados serán especialmente perjudicados; cosa que no hubiera ocurrido si tan sólo los hubiéramos tratado como individuos, como iguales, como sujetos de derecho. ¿A alguien le parecería extraño que en medio del conflicto ruso-ucraniano se tuviera especial cuidado con los sujetos que atraviesan la frontera entre ambos países? ¿No nos parecería por completo irresponsable que no se tomaran todas las precauciones habidas y por haber en los controles fronterizos? Se insiste en que el problema de los refugiados es esencialmente una cuestión de vidas humanas. Pues bien, lo es doblemente: se trata de proteger tanto la vida de los refugiados sirios como la de los ciudadanos europeos.
Alemania es el mejor ejemplo de cómo puede pasarse de un extremo a otro en tiempo record.
























Pero se han hecho ya demasiadas cosas mal. El problema no parte de la crisis de los refugiados, sino que viene de muy atrás. La penosa diatriba que plantea esta crisis humanitaria, como la suelen calificar, se suma a un conflicto permitido y alentado por los políticos europeos, derivado de no considerar a los musulmanes como sujetos de derecho, iguales a nosotros, sino dentro de un régimen legal especial pensado para “protegerles de la exclusión, de la islamofobia y de la instrumentalización de sus actos por la extrema derecha”. Este pretexto, el de la extrema derecha, es el que han empleado los gobiernos para justificar lo injustificable: ocultar sistemáticamente crímenes perpetrados por musulmanes, y para más inri, motivados muchos de ellos por el odio racial o religioso. Es decir, que para evitar el racismo y la islamofobia, se ha sido permisivo con la cristianofobia y la eurofobia. 

Pero la injusticia es siempre injusticia, por más bellas que sean las palabras con que se revista. Tratar de saltarse la ley para supuestamente compensar una situación desnivelada de partida, o para evitar un peligro mayor (también supuesto) acaba por producir los resultados que vemos: indignación más que justificada y un odio en ningún modo justificado pero sí muy predecible. Si sabemos que la xenofobia existe (y, como hemos visto, los políticos la tienen muy presente), ¿no creen ustedes, lumbreras bruselienses, que la fomentará en mayor medida otorgar privilegios a los inmigrantes que aplicarles la misma ley que a todos?

Se trata ésta de una postura arrogante y paternalista, una nueva y retorcida forma de clasismo y racismo. En primer lugar les estamos diciendo a ciertas personas, por pertenecer a una etnia, religión, sexo o vayaustéasaber qué otra circunstancia, que son o bien más capaces o bien más incapaces de salir adelante, de tener éxito o de fracasar, de ser reconocidos o ignorados. Con ello estamos reduciendo el inmenso potencial alojado en cada individuo a un prejuicio y una generalización extremadamente pobre, encerrando todas las posibilidades de su desarrollo personal y profesional en una categoría tan estrecha como ancha es nuestra arrogancia. Usando una expresión de moda, les estamos desempoderando. 

Pues qué sabremos nosotros de lo que son capaces unos y otros.. ¡Nosotros somos los clasistas, los racistas y los machistas por presuponer que un pobre, un extranjero o una mujer no saldrán adelante sin nuestra ayuda! Nosotros les estamos mandando el mensaje, a estos y cada vez más colectivos, de que son víctimas, de que son débiles, de que la única posibilidad que tienen es mendigar compasión o exigir un trato de favor. ¡Habrá una forma más perversa de matar los sueños, la energía y la voluntad de alguien! ….

Además, ¿cómo sabemos a priori las dificultades con que se van a encontrar, la mayor o menor discriminación que van a padecer? Para ayudar y para combatir la discriminación siempre habrá tiempo. ¿Por qué nos adelantamos entonces a conceder ventajas efectivas para compensar supuestas desventajas que pueden o no darse? ¿Por qué llevar en brazos a alguien antes de comprobar si sabe andar por sí solo?, ¿por qué tratarle como un niño y hacerle pasar por la -para muchos- indignidad de la sobreprotección, y arrebatarle así la posibilidad de enorgullecerse en el futuro de no haber requerido asistencia ni favor de nadie?

Se dirá que si asumimos el individualismo metodológico que aquí proponemos estaremos permitiendo que infinidad de personas, por una razón u otra, sean discriminadas o tratadas injustamente de diversas formas. ¿Pero es que no es igualmente posible prestarles ayuda a nivel individual, combatir las injusticias concretas y palpables, en vez de teóricas y generales, de que son víctimas los sujetos, sin importar en qué colectivo podamos encajarles? ¿Acaso importa el motivo, demostrable o teorizable, por el que hayan sido maltratados? ¿Acaso no nos mostrará el propio número de las infracciones cometidas contra unos o contra otros qué grupos son peor tratados? … ¿Por qué no dejamos que el día a día nos marque cuáles son los problemas más acuciantes en vez de partir de una presunción que nunca alcanzará a la siempre cambiante realidad?

Mientras tanto, deberemos enfrentar algunas situaciones que ya no tienen marcha atrás; porque de evitarlas, debió hacerse ya hace mucho tiempo. Mientras repensamos nuestra concepción de la ley y la ética, los fundamentalistas están aquí y seguirán usando los derechos y libertades que les otorgamos como arma para destruir la misma civilización que los sostiene. 

Por nuestra inconsciencia y nuestra irresponsabilidad, seguramente acabarán pagando el pato los de siempre: los ciudadanos honrados y respetuosos con la ley, tanto nacionales como extranjeros. Va a ser una manera amarga de aprender una vital lección: las excepciones y los privilegios, por bienintencionados que sean, van erosionando la idea de justicia e igualdad y sólo fabrican abusos y excesos; los cuales, como dijimos al inicio, sólo pueden conducir a nuevos excesos.
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¿Reaccionará Europa antes de contemplar una imagen como ésta? ....

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miércoles, 27 de julio de 2016

Diario de un ex-rebelde sin causa (Capítulo I)

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Pasé varios años de mi vida rebelándome contra el mundo moderno, ya fuera contra el capitalismo, contra la desigualdad o contra el paradigma científico. Incluso me tentó rebelarme contra lo moderno en nombre de la tradición. El caso era ver el vaso medio vacío, poner la lupa de aumento sobre los vicios y pasar de largo sobre las virtudes. La crítica por la crítica: antes señalar lo que está mal que proponer formas factibles de solucionarlo. 

Pero llega, quiero creer, un momento en la vida de todo hombre en que debe escoger entre mostrar una actitud destructiva o constructiva. 


Si por un momento es honesto consigo mismo acaba percatándose de que la crítica es un callejón sin salida, además de una estafa, si no va acompañada de alternativas razonables a aquello que se critica. Cuando se prima el enfocar todo lo que puede tener de malo este mundo y se deja de lado lo que tiene de menos malo, especialmente en comparación con tiempos pasados; es decir, cuando nos abstraemos hasta del contexto, de la perspectiva histórica, nos damos cuenta de que no es la cuestión principal cuántas cosas son susceptibles de crítica, sino cuántas formas mejores de hacer las cosas se han probado hasta ahora y cuáles de ellas han dado resultado. Entonces despertamos al hecho de que siempre habrá infinitas cosas que criticar, por bien que nos vayan las cosas, por mucho que hayamos progresado con respecto a nuestros ancestros. Hasta en el Paraíso había serpientes, trampas y un jefe de lo más tocapelotas.





















¡Cuán absurda se revela entonces aquella “vocación crítica”! (me refiero en este caso a la destructiva, pues la otra es del todo necesaria). ¡Hay cosa más improductiva que dedicarse a buscar, lupa en mano, por todos los rincones en busca de las fallas que hacen que este mundo esté todavía lejos del Paraíso soñado por algunos! … ¡Hay forma más tonta de perder el tiempo y hacérselo perder a los demás.. que quedarse mirando todas las cosas que a los constructores de cierta catedral –la catedral de la historia humana- no les han quedado perfectas y son susceptibles de mejora.. mientras los demás se afanan por aportar su escasa o gran pericia a esa obra que están construyendo en común! .. ¡Habrá clase más inútil de mosca cojonera!

Lo verdaderamente importante no es cuántos males subsisten todavía sino cuántos de ellos hemos logrado enterrar hasta hoy. Lo crucial no debería ser cuánto hambre, enfermedad, intolerancia o analfabetismo existen todavía en el mundo, sino cuánto han llegado a disminuir en los últimos tiempos. 


Pedir lo imposible lo sabe hacer cualquiera; quejarse e indignarse es lo más fácil. Son muchos menos, sin embargo, los que a lo largo de la historia han hecho posibles cosas que parecían imposibles a sus antepasados. Éstos son los que hacen avanzar el mundo. Los otros tan sólo rebuznan.


Pero no nos engañemos, que seguirá habiendo muchos de esos moscardones revoloteando y picando sin motivo mientras odiar todo esté de moda, mientras odiar sea lo más guay..



lunes, 25 de julio de 2016

"Memes: armas taimadas y silenciosas".

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Todas las cosas que tenemos por ciertas no han sido sometidas a verificación. Tan sólo una parte de lo que tenemos por certezas ha pasado por la criba del análisis empírico o racional. Sencillamente no tenemos ni el tiempo ni la capacidad mental que se requeriría para analizar con profundidad todas las ideas que sostenemos. Aquí es donde entra en juego el meme, la idea asumida como cierta sin mediar corroboración alguna.

Meme anti-capitalista.
Meme pro-capitalista.
Los memes son tan peligrosos como armas de destrucción masiva. Sin embargo, no podríamos vivir sin ellos. He aquí la importancia de atender a su funcionamiento y de estar vigilante de su propagación. Debemos entre todos, cada uno desde su ámbito de conocimiento, estar atentos para identificar el momento en que una idea empieza a propagarse, a replicarse en las mentes de cada vez más individuos sin haber sido todavía verificada con cierto rigor académico o científico, para de ese modo cortar la “epidemia” antes de que sea mortal de necesidad.

Yo particularmente estoy atento a algunos memes concretos que considero erróneos y dañinos y que me obsesionan especialmente. Pero quién sabe cuántos memes infundados estaré replicando yo mismo al cabo del día.. Quién sabe cuántas de las cosas que muchos asumimos como ciertas no serán sino ocurrencias de algún pretendido sabio que una vez habló de algo con aparente autoridad sin tenerla; o peor, opiniones falsas a sabiendas lanzadas con intención deliberada de confundir o de denigrar a algo o a alguien. 

Por eso yo no sólo les agradeceré, sino que les animaré a que me saquen de mi ignorancia cuando sea un servidor quien vaya por ahí replicando alguno de esos innumerables memes infundados.

Volviendo a aquellos a los que yo particularmente estoy más atento, nunca dejará de asombrarme el éxito que tuvo Stalin en su estrategia propagandística. Podemos aseverar que, como se dijo de cierto mercenario español, ha ganado batallas hasta después de muerto. En vida ganó la guerra militar y la batalla ideológica, pero en esta última ha seguido cosechando éxitos décadas y décadas después de haber fenecido. El meme que en las mentes de tantos asocia el fascismo con el capitalismo -¡y hasta con el liberalismo!- es probablemente el mayor de esos éxitos. ¡Chapeau! El tío ha hecho creer a miles y miles de personas lo que, tan sólo analizándolo someramente, debería derrumbarse de puro absurdo. Y también ha logrado nada menos que opacar la dimensión autoritaria y sangrienta del comunismo (compartida con su “hermano rebelde” el fascismo) destacando en su lugar aquella vertiente supuestamente “anti-autoritaria” y “en defensa de la democracia”. En resumen, logró vendernos –y nosotros la compramos- una heurística que identifica el autoritarismo, la censura y la violencia política con el fascismo y que deja al comunismo fuera de toda esa dialéctica –la famosa “dialéctica de los puños y las pistolas”-. Convencernos de asumir algo que choca tan radicalmente con la realidad histórica sólo está al alcance de los más grandes magos del engaño. Stalin es el paradigma del político y del ideólogo, además del maestro inconfesado de todos ellos.
Escojan, si gustan, uno de estos iconos para expresar lo que les suscitan mis opiniones.

Pero quién sabe si esto que estoy diciendo yo ahora no estará construido también a base de memes, algunos de ellos no suficientemente verificados… 

Por ello sigo animando a que todos nos convirtamos en “vigilantes” de todos, en aras de purgar nuestros discursos, en la medida de lo posible, de falsedades manifiestas.


Podría ser una hermosa continuación de la batalla que iniciaron los Ilustrados contra la superstición.


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lunes, 11 de julio de 2016

EL ROL DEL CRÍTICO.

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Cuando un atleta deja de competir y de entrenar, sus músculos se atrofian. Cuando un boxeador se ha limitado a ensayar sus golpes con un saco, no podemos esperar que esté preparado para pelear con otro que tenga experiencia cuerpo a cuerpo. Lo mismo le ocurre al que se ha acostumbrado a remar a favor de la corriente, ya sea la de un río o la del pensamiento dominante.

El crítico representa en esta metáfora el sparring, la corriente en contra, la obligación de competir. Por ello los pensamientos hegemónicos de cada época se vuelven más fáciles de criticar cuantos menos críticos tienen, pues exige menos esfuerzo defenderlos cuando apenas hay contestación, lo que incentiva que los encargados de hacerlo se acomoden y se confíen.

Así, el relajamiento de los representantes del Antiguo Régimen, la confianza en que el orden social y de creencias se mantendría por siempre hizo más fácil a los ilustrados y los burgueses poner ese orden patas arriba.

Lo mismo lo podríamos aplicar al Catolicismo frente a Lutero y Calvino, al mercantilismo frente a Adam Smith, o incluso al capitalismo decimonónico frente a Karl Marx. Y ésto le ocurre al pensamiento único “progresista” de las últimas décadas. La izquierda de hoy, en general, se ha acomodado; se ha acostumbrado a lanzar su retahíla sin que apenas nadie se la discuta. Durante largo tiempo las alternativas a este pensamiento único han brillado por su ausencia. No es de sorprender, pues, que quienes se han criado en ese ambiente y no han oído ni leído nada que se saliera de esa estrecha cosmovisión hayan asumido sus memes como la única explicación posible de la realidad. Igual que lo hacían los habitantes del mundo feudal o los seguidores de la “única fe verdadera”.

Sólo esa ausencia de contestación y de posturas alternativas puede explicar el estado deplorable de las ideologías de izquierdas hoy por hoy. Porque no fue siempre así: el socialismo y el anarquismo decimonónico, por ejemplo, podían presumir de un nivel y un rigor intelectual notable, y lo ejercitaron continuamente en batallas académicas de gran altura.

Cristina Pedroche. Chica florero y politóloga en sus ratos libres.
Sin embargo, hoy ser de izquierdas se resume en “querer el bien para todo el mundo”, como dijo la "gran intelectual" Cristina Pedroche. Tanto tiempo lleva en boga el pensamiento único “progresista”, tan pocas voces disonantes se han oído en las últimas décadas que sus representantes, al verse sin apenas contrincantes en el terreno de juego, se han envalentonado y han abusado de la credulidad del público. Como le ocurre a todo el que triunfa sin esfuerzo, se han vuelto arrogantes e infantiles. 

Sólo en ese contexto les es posible subir tanto la apuesta, abusar hasta tal punto de esa credulidad para convencernos de que la diferencia entre izquierda y derecha radica esencialmente en que la primera se preocupa por los pobres y los débiles, y la segunda no. Una vez se ha logrado que asumamos esa idea, ser de derechas (o sencillamente no ser claramente de izquierdas) supone poco menos que llevar los tres seises grabados en la frente. “¿Eres de derechas? ¿Eres conservador.. liberal? Es decir, que te importan más bien poco los pobres y los débiles”. En síntesis: eres una mala persona. Y así resucitamos la vieja tradición hispana de dividir al mundo en santos cruzados y malditos herejes. A partir de ahí, como es lógico, no ha lugar a demasiada discusión: unos son los justos y otros los réprobos.

Y a partir de ahí, también, no podemos menos que resucitar otra gloriosa tradición hispana: la inquisitorial. Y una vez conformados los tribunales de la Inquisición, repartidos por radios, televisiones y periódicos, se empieza a señalar a los herejes de “la única fe verdadera”. 

Pero aún hay más. Y es que tal maniqueísmo se vuelve todavía más inconsistente cuando comprobamos que juzga a las filosofías políticas únicamente en base a sus intenciones. Pero qué más me darán a mí lo buenas que sean las intenciones si los resultados tienen tan poco de deseables. Qué más me da a mí que el socialismo afirme poner en primer lugar a los más desfavorecidos si cuando se han aplicado sus modelos han resultado ellos tan inmensamente perjudicados. En pocas palabras: me parece muy bien que se enfoquen ustedes en los más pobres, ¿pero cómo han salido beneficiados éstos de las políticas que ustedes defienden? .. ¿Mal? Pues lo siento, pero en tal caso quedan automáticamente desautorizados para erigirse en faro moral de nadie; y además, debería darle a estas alturas cierta vergüenza seguir pretendiendo convencernos de ello.
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Algunos pensarán que meto a toda la izquierda en un mismo saco, con lo que peco de reduccionismo, especialmente si pensamos en las diferencias entre medios de masas asociados a la social-democracia y otros medios más minoritarios asociados a un socialismo más radical. Y es cierto, pero la razón de que no los haya separado de inicio es la que paso a aclarar a continuación.

Es cierto que el Psoe, el partido que ha gobernado más tiempo en esta democracia, no ha aplicado políticas demasiado radicales. Pero también es cierto que mientras ese partido desarrollaba políticas en la dirección de la social-democracia europea, los medios por él controlados daban cobijo a intelectuales y divulgadores mucho más a la izquierda que sus “patronos”. Se podría decir, de forma muy resumida, que el Psoe practicó una política económica de izquierda moderada pero una política cultural, educativa y mediática que tendió la mano y acogió de buen grado a la izquierda más extremista.

Unos pocos fotogramas de la España de los ochenta: 

Mientras el ministro Boyer realizaba algunas liberalizaciones que venía necesitando hace tiempo la economía española, en la televisión se decía a los niños que “el mal es el capital”. Al gobierno no se le pasaba por la cabeza nacionalizar los medios de producción, pero cada dos por tres se emitían documentales que mostraban a los “heróicos” guerrilleros guevaristas latinoamericanos. Lo mismo respecto a la educación: muchos graduados de políticas y económicas nos cuentan que mientras estudiaron pocas veces o ninguna oyeron hablar de Hayek, Friedman o Rand, mas se hartaron de oír nombrar a Marx, a Engels o a Keynes (que sería, este último, lo más “liberal” con que se toparon).

¿Nos sorprende, o le sorprende al Psoe, que hoy las generaciones criadas en aquellos años reclamen más socialismo, y que las políticas de este partido se les antojen “demasiado blandas” y hasta en algunos casos sean tildadas de “capitalismo duro”?
No se pueden enumerar las veces que la izquierda española
ha elogiado ese "memorable programa" que fue ´La bola de cristal`.
¿Explicación de tan torpe estrategia? Me barrunto que tiene que ver con el complejo de culpa de un partido que había dejado atrás el Marxismo hacía muy pocos años y que sentía que le debía algo a la “auténtica izquierda”. Si hasta el PP, supuestamente el partido de la derecha, ha cedido al chantaje de la Progresía en tantos ámbitos –principalmente en la cultura y la educación, lo mismo que el Psoe-, ¡qué no iban a ceder aquellos que se decían de izquierdas y que contaban con numerosas amistades que ni habían abandonado el Marxismo ni aceptaban esa moderación y esa connivencia con la economía de mercado!

Pero retornemos al tema principal: la labor del crítico. Y es que quiero dejar claro que la razón por la que hoy es más vital lanzar críticas a la izquierda que a la derecha es porque la primera es la que lleva las riendas, la que marca la agenda, y la que ha logrado erigirse en el faro moral de nuestra sociedad. 

Es el deber ético del librepensador arremeter contra el pensamiento dominante de cada momento histórico, buscar sus contradicciones y meter el dedo sin cauterizar en sus llagas. Es el deber moral también de todo defensor de la libertad de expresión ridiculizar y señalar al abusón que le coloca mordazas al contrario sencillamente porque está en su mano hacerlo, y no le duelen prendas en cometer tal abuso. Si hubiese nacido en pleno Franquismo me habría tocado desmontar los mitos, las trampas y la censura de aquel nacional-católicismo; si lo hubiera hecho en el s. XIX en zona Carlista mi conciencia me habría obligado a contrapesar algunos errores de “los míos” con el acierto de algunas de las posturas liberales, y viceversa si resultaba que me hallaba en zona contraria.

Es por tanto mi deber como librepensador ponérselo difícil a una izquierda que, como digo, se ha convertido en abusona de patio de colegio. Y le ha sido más fácil tomar ese papel mientras ha seguido percibiéndose a sí misma como rebelde y contestataria, aunque hace mucho que dejó de serlo. De hecho, ya se ha convertido ella misma en la nueva diana de los verdaderos rebeldes y contestatarios. Pero en la medida en que se sigue auto-convenciendo, cada vez con más dificultad, de que todavía representa esa rebeldía, no pierde su sentimiento de superioridad moral y no cesa en su empeño de amordazar, perseguir y demonizar al adversario.
Es muy común en la universidad pública española que sea la
extrema izquierda quien lleve la voz cantante y quien abuse de
esa hegemonía para llegar a boicotear y censurar a sus adversarios.
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El rol del crítico es hoy, pues, primeramente bajarle los humos a este progresismo rampante que adopta cada vez más actitudes propias de un niño malcriado; poner ante sus ojos las contradicciones que arrastran sus planteamientos y lograrle convencer del peligro que implica la ausencia de pluralidad y de debate en tantas cuestiones –cada día más- que se lanzan sin demasiado análisis al pozo de los anatemas; hacerle ver lo poco recomendable que es la uniformidad del pensamiento, sea en un sentido o en otro, pues implica el estancamiento del propio pensamiento así como la progresiva desactivación del sentido crítico.

Aunque no quiere decir ésto que debamos dejar completamente abandonada la disección de muchas ideas igualmente erradas y pertenecientes a otras tendencias. Este blog es prueba de que ambas cosas son compatibles, e incluso ayudan a reforzarse y a darse mutua coherencia.

Desde aquí les insto, por ello, a que no pierdan jamás el sentido crítico; a que no se acomoden en ninguna creencia o heurística, pues la comodidad supone la muerte progresiva de la conciencia crítica.
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