Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

miércoles, 27 de julio de 2016

Diario de un ex-rebelde sin causa (Capítulo I)

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Pasé varios años de mi vida rebelándome contra el mundo moderno, ya fuera contra el capitalismo, contra la desigualdad o contra el paradigma científico. Incluso me tentó rebelarme contra lo moderno en nombre de la tradición. El caso era ver el vaso medio vacío, poner la lupa de aumento sobre los vicios y pasar de largo sobre las virtudes. La crítica por la crítica: antes señalar lo que está mal que proponer formas factibles de solucionarlo. 

Pero llega, quiero creer, un momento en la vida de todo hombre en que debe escoger entre mostrar una actitud destructiva o constructiva. 


Si por un momento es honesto consigo mismo acaba percatándose de que la crítica es un callejón sin salida, además de una estafa, si no va acompañada de alternativas razonables a aquello que se critica. Cuando se prima el enfocar todo lo que puede tener de malo este mundo y se deja de lado lo que tiene de menos malo, especialmente en comparación con tiempos pasados; es decir, cuando nos abstraemos hasta del contexto, de la perspectiva histórica, nos damos cuenta de que no es la cuestión principal cuántas cosas son susceptibles de crítica, sino cuántas formas mejores de hacer las cosas se han probado hasta ahora y cuáles de ellas han dado resultado. Entonces despertamos al hecho de que siempre habrá infinitas cosas que criticar, por bien que nos vayan las cosas, por mucho que hayamos progresado con respecto a nuestros ancestros. Hasta en el Paraíso había serpientes, trampas y un jefe de lo más tocapelotas.





















¡Cuán absurda se revela entonces aquella “vocación crítica”! (me refiero en este caso a la destructiva, pues la otra es del todo necesaria). ¡Hay cosa más improductiva que dedicarse a buscar, lupa en mano, por todos los rincones en busca de las fallas que hacen que este mundo esté todavía lejos del Paraíso soñado por algunos! … ¡Hay forma más tonta de perder el tiempo y hacérselo perder a los demás.. que quedarse mirando todas las cosas que a los constructores de cierta catedral –la catedral de la historia humana- no les han quedado perfectas y son susceptibles de mejora.. mientras los demás se afanan por aportar su escasa o gran pericia a esa obra que están construyendo en común! .. ¡Habrá clase más inútil de mosca cojonera!

Lo verdaderamente importante no es cuántos males subsisten todavía sino cuántos de ellos hemos logrado enterrar hasta hoy. Lo crucial no debería ser cuánto hambre, enfermedad, intolerancia o analfabetismo existen todavía en el mundo, sino cuánto han llegado a disminuir en los últimos tiempos. 


Pedir lo imposible lo sabe hacer cualquiera; quejarse e indignarse es lo más fácil. Son muchos menos, sin embargo, los que a lo largo de la historia han hecho posibles cosas que parecían imposibles a sus antepasados. Éstos son los que hacen avanzar el mundo. Los otros tan sólo rebuznan.


Pero no nos engañemos, que seguirá habiendo muchos de esos moscardones revoloteando y picando sin motivo mientras odiar todo esté de moda, mientras odiar sea lo más guay..



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