Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

miércoles, 8 de octubre de 2014

RELIGIÓN E IDEOLOGÍA: CONCLUSIONES.





Mucho he hablado de las ideologías (especialmente políticas, pero no sólo) como sustitutos de la religión. Continuamente deslizo alguna sentencia insistiendo sobre este paralelismo; y podrán ustedes pensar que es una obsesión mía, pero ciertamente estoy convencido de la relevancia de esta "verdad" ... secreto a voces.

De que adscribirse a un ismo ocupa, para muchos, el mismo espacio que en otro tiempo hubiese ocupado la religión no cabe duda. Pero, ¿realmente hasta donde, no sólo ocupan el mismo lugar, sino que son esencialmente lo mismo?


¿Hasta que punto es falaz decir que el comunismo o el liberalismo son tan subjetivos y artificiales como el Islam o el Cristianismo?


Por de pronto, pensarán ustedes que los ismos políticos se ocupan de cuestiones empíricas y comprobables..

¡Depende! Porque en un sistema analítico cerrado, como son en muchos casos los sistemas de ideas, puedes reafirmar tu posición únicamente porque elegiste las variables que, según tu prisma, merecen tenerse en cuenta, con lo que las conclusiones bien pueden ser una mera corroboración de como el paradigma se retroalimenta.

También les habrá saltado a la mente otra salvedad: que la política funciona con una amplitud mucho mayor de conceptos, y entraña una complejidad, requiere una coherencia, que la religión no exige .


Bien, veamos pues si esto es así:


¿Por que no será que estamos tomando como referencia del hecho religioso el nivel más popular y supersticioso, y del hecho político, las más empinadas alturas de la intelectualidad? ¡Ah, claro! Esto es lo que suele ocurrir con toda comparación que abordamos de manera poco honesta, o poco valiente, habiendo decidido previamente el diagnóstico. ... La parte por el todo, la excepción por la regla.. habituales trucos argumentales para salir del paso y reafirmarnos en nuestra posición. Pero sólo busca reafirmarse quién tiene miedo a prescindir de certezas, quién tiene miedo a cambiar de opinión -al parecer, uno de los pecados capitales de nuestra época.-

Resulta, entonces, que también la religión tiene sus niveles de comprensión, y del mismo modo que el creyente medio no maneja ni una mínima parte de los conceptos que emplea el teólogo con asiduidad, tampoco el anarcoide, el rojo, o el patriota de a pie poseen el acerbo del intelectual anarquista, marxista, o nacionalista.


Hemos derribado el segundo mito, y hemos visto como, a poco que profundicemos en una analogía, las cosas no son en realidad como solíamos pensar, por muy convencidos que estuviéramos de ello. (Del mismo modo, y como insiste hasta la saciedad Sánchez Dragó, el gnosticismo, el misticismo, es más análogo a la ciencia que a la religión, aunque parezca lo contrario a primera vista.)


¿Y qué nos aporta, entonces, la ideología, que no nos aportara la religión?


Pues de nuevo, y aunque parezca extraño, no es nada fácil de responder. Dirán que la ideología, con sus defectos y contradicciones, ha abierto caminos y planteado soluciones a problemas. Muchos afirmarán que, gracias a la ideología, se conquistaron libertades y derechos (sí, pero también se conculcaron) Otros alegarán que ninguna otra cosa pudo mover a las masas y hacerlas conscientes de su realidad (pero esa realidad, sabemos bien que siempre está sujeta a la divergencia de puntos de vista). En último extremo, me inclinaría a admitir como únicas bondades de la ideología, aquellos frutos de la misma que se han revelado positivos a la postre, y fuera de toda duda (aunque nunca hay nada fuera de toda duda, pues eso también depende, en última instancia, de perspectivas) Por ejemplo, diría que la ideología de la Ilustración, aunque también engendró inercias cuestionables -vistas a toro pasado-, logró magníficos y muy necesarios avances en nuestra cosmovisión, en nuestro sentido crítico, y en nuestra relación con la realidad y la verdad, otrora tan dominada por la superstición y el dogma. Pero también dio lugar a pensamientos neo-miticos como el cientificismo (aquello de pensar que la ciencia es la única que va a resolver todos nuestros problemas) o el derechohumanismo (abstraer al ser humano de toda su circunstancia social, histórica, cultural, tomándolo como un individuo mítico, de nuevo, y hecho a imagen y semejanza de los ilustrados europeos, que en ese sentido, no sabían ver más allá de sus narices) Estas dos herencias, como poco cuestionables, del Siglo de las Luces, han dado lugar a un sinfín de contradicciones, de las que aún estamos averiguando como escapar. También cabría mencionar el racionalismo, aunque este, a mi juicio, tuvo más consecuencias positivas que negativas (es mucho después cuando empieza a mostrar sus miserias, que son parejas a las del cientificismo, con el que está íntimamente relacionado, por no decir que son, en última instancia, lo mismo)

Concluimos, pues, que lo único provechoso que nos ha aportado la ideología ha sido... las ideas provechosas. De nuevo, ninguna diferencia con la religión. Para muchos, desde luego, la ideología (al menos la madre de todas ellas, la Ilustración) ha sido beneficiosa, enriquecedora, en sus vidas. ¿Pero no lo es también la religión para muchos otros? ¿Acaso se puede negar que aporta paz, armonía, y un sentido de trascendencia, un sentido de la muerte...¡un sentido!, en definitiva, a la vida de tantas y tantas personas a lo largo del mundo? Y bien sabemos que, sea en esto, sea en aquello, el ser humano necesita hallar un sentido en su devenir.


Me atrevería a sentenciar, una vez dicho esto, que esa primera ideología (que sí benefició enormemente al ser humano) hubiera debido ser la última, pues me cuesta mucho encontrar algo enriquecedor, o positivo, en todas las que surgieron en su estela. En cualquier caso, todo va en el mismo paquete, las cosas dificilmente pudieron haber sido de otra forma. No es posible discriminar entre los buenos y los malos frutos y quedarnos sólo con los primeros. Así, los indiscutibles avances que trajo el Siglo de las Luces, necesariamente  vinieron acompañados de sus contraprestaciones, entre ellas, EL NACIMIENTO DE LA IDEOLOGÍA, COMO TAL, pues como he adelantado, todas surgen a partir de la de Voltaire, Rousseau, y Diderot.


Pero bajemos de estas alturas filosóficas, que  a  mi también me producen vertigo, pues no soy propiamente un filósofo, sino un mero pensador, diletante, curioso...

Más a pie de tierra, a pie del día a día, ¿Cual es la función, cual es la huella principal de la ideología en nuestras vidas? Pensemos en el tiempo anterior a la aparición de estas, cuando sólo había religiones, y a lo sumo, distintas órdenes monásticas y sacerdotales dentro de cada una de ellas. Esas eran todas las opciones de "escuelas de pensamiento" que uno podía elegir (y en esto, tampoco aprecio gran diferencia con la actualidad, al menos cuantitatívamente) Es obvio, pues, que cuando se opinara sobre asuntos espirituales, la doctrina a la que uno se adscribía tenía un peso específico en su discurso, pero... ¿Qué ocurría con todo el resto de opiniones que pudiera manifestar un individuo? ¿Qué ocurría en política, en sociología, en antropología? La religión también dejaba ver su huella en todas esas disciplinas, como lo hacía en tantas cosas, pero ¿Qué otros aprioris condicionaban la opinión libremente manifestada? Podríamos hallar algunos pequeños condicionantes, por supuesto, porque siempre los hay, pero nadie se mordía la lengua por cuestiones como "¿Esto será de derechas? .. ¿Esto será progresista, retrógado, o liberal? SIMPLEMENTE SE OPINABA, de esto o de aquello, sin pensar en "a qué gran escuela de opinión se me asimilará por decir esto". Podías opinar que tal o cual rey era un tirano y debía ser depuesto, o ajusticiado, o por el contrario, alabar sus logros. Podías pensar que aquella revuelta campesina tenía justos motivos para producirse o que tan sólo fue una bravuconada carente de todo fundamento, pero no había establecidas unas categorías de opiniones según las cuales te auto-condicionabas a pensar en un sentido o en otro. 
¡Es envidiable! Esa libertad con la que surgían las ocurrencias, reflexiones, diagnósticos...

Teniendo en cuenta la enorme salvedad del dogma religioso -es crucial insistir sobre esto- no cargaban con tantísimos complejos como nosotros, y se expresaban con una libertad, como digo, ciertamente envidiable (vista desde la sociedad actual, que es probablemente, la más llena de complejos y tabúes de toda la Historia.)


Y cometeré un último atrevimiento, porque opino que, aún con la opresiva doctrina cristiana, no podemos afirmar que fueran menos libres de conciencia que nosotros (quizá incluso lo eran más.) Siendo que el lugar que ocupaba el dogma y la fe, como hemos desarrollado en este ensayo, hoy es ocupado por "religiones materialistas", "religiones sin dios", y que no contentos con eso, todo el espectro de opiniones no condicionadas por lo religioso, NOSOTROS TAMBIÉN LAS HEMOS CONTAMINADO DE DOGMA Y DOCTRINA.


¿Somos, pues, más libres o más esclavos de nuestras ideas que el hombre del medievo y de la Era Moderna? Del primero, podríamos discutir largamente, pero desde luego, EL HOMBRE DEL RENACIMIENTO.. ¡ESE SÍ ERA, CON TODA SEGURIDAD, UN HOMBRE INFINITAMENTE MÁS LIBRE QUE EL DE HOY! (Especialmente si habitaba la gloriosa Florencia de los Medici.) Un hombre sin ideología (si acaso, estética) y sin apenas religión (aunque lejos de Florencia, desde luego, la cosa era muy distinta.) No obstante, ese clima invadió toda la época, y ya fue imparable hasta la materialización de la Ilustración, a la que nos hemos referido ampliamente.

..........

Todo vuelve pues al punto de origen:

¡Hay que reinventar la Ilustración!, como ya dije una vez.
Hay que retomar esa voluntad objetivista, barredora de toda superchería, 
sólo que ahora no hay que buscarla únicamente en la religión, sino también en esos sustitutos modernos y "perfeccionados" de la misma.

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