Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

viernes, 19 de agosto de 2016

LAS IDEAS TIENEN CONSECUENCIAS.

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Es algo que, a poco que se observe la historia humana, se corrobora: las ideas tienen consecuencias. Por ello deberíamos intentar cuestionar algunos dogmas que no percibimos como tales, pues de algún modo los hemos asumido como "verdades evidentes" o nos hemos acostumbrado a no plantearnos que existan alternativas a ellos. 

Ejemplo: "Todos los males proceden de la cultura". Muchos probablemente no lo hayan expresado nunca con esas palabras, pero sin embargo dan por sentadas muchas cosas que implican partir de ese axioma. Que los videojuegos o películas violentas generan violencia, que los estándares de belleza son puramente culturales, o que el machismo y el racismo se inoculan a través de la educación son todas ellas creencias que, consciéntemente o no, implican asumir el mito de la Tabla Rasa y el del Buen Salvaje. 


Por lo común, las ideas más insensatas parten de juzgar el presente como si no fuera el resultado del pasado, de hacer una crítica a cómo las cosas son sin atender a su genealogía, sin indagar en su funcionalidad. Eso es lo que le ocurrió a movimientos como el Hippismo y el Sesentayochismo, y a todos los que hoy siguen su estela. 


Se critican las normas por sí mismas, esto es, sin importar cómo y para qué surgieron; sin importar, a fin de cuentas, cuál sería el resultado de eliminarlas. Se critica por el mismo motivo la represión -lo cual está muy bien cuando se trata de manifestaciones extremas de la misma que hacen más mal que bien, como muchos ascetismos y puritanismos- pero es sumamente estúpido cuando se cuestiona en conjunto, dado que sin represión no hay civilización sino barbarie. Sin embargo, los hippies, los del sesentayocho y otros oligofrénicos (en sentido no peyorativo sino descriptivo: gente con mentalidad infantil) se revelaban contra la represión creyendo que sin ella el mundo sería más pacífico.


Cualquiera con dos dedos de frente sabe que si ahora fuésemos capaces de eliminar por completo todos los frenos que nos ha inoculado la cultura, la educación y el civismo, el resultado sería algo parecido a los primeros tiempos del feudalismo, si no más cruento aún: robaríamos, mataríamos y extorsionaríamos para lograr satisfacer el más caprichoso de nuestros deseos; practicaríamos sin el menor apuro el abuso, la explotación y la tortura con tal de garantizar nuestra propia seguridad que, en un contexto como ese, sólo se logra con amedrentamiento, convirtiéndonos -digámoslo así- en machos-alpha. 


No tengan la más mínima duda: éste es el paraíso que nos proponen los así llamados "pacifistas". El error, es obvio, parte de creer que los males provienen por defecto de la cultura, y de asumirlo además como un dogma, sin el más mínimo sentido crítico. Lo llamativo es que ellos se enorgullecían precisamente de "rebelarse contra los dogmas", ya fueran religiosos, políticos, morales.. Contra todos.. menos los suyos. 


El debate sobre si los males proceden de la cultura o del instinto puede suscitarle a la gente mayor o menor interés. Pero esclarecerlo es de vital importancia porque, según creamos una cosa o la otra, podemos estar destruyendo cuando creemos estar construyendo, o viceversa.

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Éste es el aspecto genuino que tendría el Paraíso de la des-represión.

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TEXTOS COMPLEMENTARIOS:
La rebelión contra la realidad.
Todo es cultural.


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