Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

jueves, 24 de abril de 2014

TERRORISMO METAPOLÍTICO X: La ideología como la enfermedad, la moral como el virus.




Ya en el capítulo previo me referí a la insalvable inquina que muestra la mayoría hacia el que piensa diferente, y en otros anteriores aludí a la visceralidad extrema que domina el pensamiento político, haciendo dificil -y a veces imposible- imponer sobre ella la racionalidad del debate des-ideologizado (Con esto no queremos decir que haya que abjurar necesariamente de la ideología que cada uno profesa sino que en el contexto del debate, a uno se le presupone abierto a aceptar todos los posicionamientos, y por descontado, a rebatirlos con argumentos, NO CON IDEOLOGÍA).

Si estamos de acuerdo en esto, entonces quizá deberíamos preguntarnos por la raíz última de este creciente fanatismo; y cuando indagamos hasta el más esencial fundamento,  debemos toparnos necesariamente con la Filosofía de la Moral, ya que el verdadero origen de este fenómeno post-moderno es lo que podríamos denominar la hiper-moralización progresiva DE TODAS LAS COSAS, que se está tornando verdaderamente enfermiza. ¡Todo es sujeto de ensalzamiento o condena! ¡Hasta las más pequeñas cosas entran en la categoría categórica -valga la redundancia- de BIEN Y MAL! ¿Por qué creen que, tal como les decía en el anterior capítulo, acabamos odiando más al que porta una cosmovisión distinta sobre ciertos asuntos que al que es tan enemigo suyo como mío, en tanto usa su poder contra ambos? Pues la razón es muy simple, aunque también muy profunda (o filosófica, como he adelantado) y es, en esencia, que cargamos CADA VEZ MÁS CATEGORÍAS DE OPINIONES con el juicio de BUENAS O MALAS. Antes, por ejemplo, podíamos calificar de malo el maltrato hacia las mujeres, algo que nadie aquí va a discutir, sin embargo ahora podemos calificar con semejante enjuiciamiento el simple hecho de opinar que las mujeres y los hombres somos distintos. O tomando otro ejemplo: En épocas anteriores considerábamos malo denegarle auxílio al inmigrante necesitado, hoy entra en esta categoría toda aquella opinión que no comulgue con el multiculturalismo o la aceptación de la inmigración masiva (Que no está mayoritariamente conformada por necesitados ni pobres de solemnidad.)  


... "El Bien".
... "El Mal".
En la mentalidad del progresista, lo que él defiende no es otra cosa que "El Bien" y "La Justicia", por tanto, todo aquel que discuta -aunque sea parcialmente- la visión que él mantiene, es una persona "mala" e "injusta". (En este caso no puedo equiparar a la derecha y a la izquierda porque es desde esta última de donde han surgido estos "nuevos inquisidores" con el dedo atrofiado de tanto señalar).



Podemos atisbar, a poco que rumiemos esta idea que les planteo, las monstruosidades que se pueden engendrar, y ya se engendran, amparándose en este hiper-moralismo que se extiende como una mancha de aceite y que, si sigue extendiéndose aún a más supuestos, podría llevarnos mañana a enjuiciar y encarcelar a todo aquel que se mantenga en sus trece y no acepte comulgar con ruedas de molino, a todo aquel que se rebele contra la imposición del trans-humanismo de la Ideología de Género o la destrucción de su cultura autóctona por el mercantilismo multi-culturalista, o a censurar Y AUTO-CENSURARNOS todo pensamiento que rebase las CADA VEZ MÁS ESTRECHAS FRONTERAS de la corrección política, fronteras que de tan estrechas se están volviendo asfixiantes y acabarán sin duda por dar lugar a hábitats irrespirables, en tanto este  pensamiento de inspiración cristiana es, al igual que lo fué el cristiano, FERVIENTE ENEMIGO DE LO VITAL.

Además, es bajo estos presupuestos, no nos engañemos, bajo los que surge el gulag o las hogueras de la Inquisición, ya que una vez que pintarrajeamos con la palabra "mal" el rostro de alguien, se nos empieza a tornar inhumano y "enemigo del bien común".

Pero para que no me acusen de "ensañarme" solo con determinadas ideologías, debo decir que la derecha a veces incurre también en este error cuando toma para sí, precisamente, la idea cristiana de bien y mal, o cuando cree ver "al demonio" detrás de todo lo que huela a socialismo o revolución.
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De todos modos, una vez descrito el problema de la hiper-moralización, debemos atender al otro gran problema, que guarda por supuesto relación con este, y que no es otro que LA IDEOLOGÍA. 

Aquí sí seré yo categórico, puesto que declaro sin pudor alguno que LA IDEOLOGÍA ES UNA ENFERMEDAD.

En estricto sentido clínico, la ideología no es sino una neurosis, que roza en demasiadas ocasiones la paranoia. No hay asunto de la vida cotidiana que no pase por el tamiz de la ideología antes de ser sopesado, con lo que nuestro juicio se hace menos objetivo, y sobre todo, menos comedido, MENOS JUICIOSO.

Las ideologías se distinguen justamente por deformar la realidad objetiva (al modo de la neurosis.) 
Como planteé en la introducción de este ensayo, son espejos de feria que magnifican unos aspectos de la imagen reflejada y empequeñecen otros; cada "espejo" está obsesionado con una cosa, con un factor concreto: el liberalismo con las cortapisas de la libertad individual, el anarquismo con el estado, el marxismo con la burguesía, el fascismo con el desorden, el conservadurismo católico con todo lo que no sea católico..

Unos y otros no hacen sino ver enemigos por todos los lados, efectivamente padecen de aguda manía persecutoria.

Esto es porque el pensamiento fuertemente ideologizado jamás es perfilado o cuestionado por la observación de la realidad sino que.. En todos los casos procura adecuar la realidad al pensamiento.

La ideología, sin distinción, todo lo engulle. Si la dejas hacer, acaba por ideologizar 
-condenar o santificar- todas las cosas imaginables, hasta las más intrascendentes.

Si dejamos que se adueñe de nuestras mentes, la prueba la tenemos más presente que nunca, acabará por absorber lo poco que nos queda de sentido común y volveremos a la era más oscura de las guerras religiosas. 

Y es que al Hombre parece tentarle en exceso el sectarismo, y cuando la religión ya no es lo que está en boga, acude a sectas de nuevo cuño.




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