Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

¡REINSTAUREMOS LA INQUISICIÓN!





¡No se asusten aún! Los que hayan leído entradas anteriores de este blog ya sabrán que desde aquí no se defiende la religión católica ni ninguna otra (más bien todo lo contrario)

Para acotar pues, y entender a lo que nos referimos, recuerden que el término inquisición, inquisitorial, tan solo viene de inquirir, preguntar.

Es por tanto mi intención referirme exclusivamente a esta acepción cuando hablo de reinstaurar los tribunales inquisitoriales.


¿Que de donde sale esta idea tan peregrina, tan anacrónica?


En primer lugar, no solo creo que no sea anacrónico, sino que nunca hubo un momento en que fuera más necesario!

La mentira, la falsedad, son el pan nuestro de cada día ¿Recuerdan ustedes un tiempo en que el engaño fuera tan consustancial a la sociedad como lo es hoy?


Todo son máscaras, ideas prefabricadas, fórmulas propagandísticas y estudiados cantos de sirena!


¡Vivimos en el reino de la decepción! ¡La mentira es el vehículo y la vértebra de esta sociedad!


Por eso este conato de manifiesto pretende, de alguna manera, rescatar la figura del inquisidor (insisto, en el sentido puro de la palabra) y vincularlo a otra gran tradición mediterranea, como es el Socratismo, que en el fondo, parte de la misma misma esencia.


¡He aquí pues el llamamiento! ...


Salír ahí fuera y promover sin descanso el cuestionamiento hacia todo y hacia todos. Hacer de la pregunta incómoda y la mirada inquisitiva la norma, de la actitud desafiante la tendencia mayoritaria.
Es nuestra obligación moral y cívica hacer caer TODAS-LAS-MÁSCARAS de una vez y para siempre!

Cómo ejemplo práctico de hasta donde debiera llegar este método les puedo remitir justo a los tres artículos anteriores, con objeto de que vean cuán amplísimo es el abanico de sectores implicados.

- Léase: Políticos, poderes económicos, religiosos, ideologías QUE VENDEN UNA COSA Y LUEGO ES OTRA MUY DISTINTA (guiño guiño codazo!) -

Y refiríendome a este último caso, que constituye mi más reciente decepción (Pero una y no más, Santo Tomás!) me permito lanzarles una advertencia:

No escuchen lo que los ideólogos dicen, sino lo que callan! No hagan caso de lo que les interesa contarles, sino de lo que no "les interesa tanto". No se fíen jamás de las "bonitas palabras" y las "bellas abstracciones", no compren un bonito envoltorio, nunca, nunca les compren a nadie las imágenes edulcoradas y suavizadas, porque podrían esconder verdaderas Cajas de Pandora!

¡No escuchen cantos de sirenas! ... ¡Ni a flautistas de Hámelin!

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