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lunes, 28 de julio de 2014

Sobre el hedonismo y la femineidad.

Hoy prima el hedonismo.Las izquierdas y las derechas apelan a él por igual, quizás la primera se centra más en el sexo y la segunda en el consumo, pero parece evidente que no son más que dos caras complementarias. El Régimen, el Sistema hegemónico global, nos quiere esclavos, de esto o de lo otro, pero de cuantas más cosas mejor. Da igual que hablemos del poder estatal o del poder privado, no es esta una pugna entre libertarios y estatistas, es una pugna entre los dominadores, que temen dejar de serlo y perder sus comodidades, y los dominados, cuyas comodidades y placeres adormecen su conciencia de esclavos, al tiempo que acrecientan su condición efectiva como tales.

Individualismo frente a comunitarismo. Hedonismo frente a valores familiares.

Aquí.. donde saltamos a la siguiente cuestión "en disputa", porque los valores comunitarios y familiares, no nos engañemos, han sido siempre, y sobre todo, femeninos. No es ningún "constructo cultural" arbitrario el que las mujeres, ancestralmente, se hayan ocupado del cuidado de la familia y el hogar, ellas eran las guardianas; el hombre tiende a "despendolarse" y a evadir responsabilidades, la mujer era la que "le metía en cintura" y le recordaba sus obligaciones, y en este sencillo toma y daca se basaba la estabilidad y la continuidad del clan, o de la Polis.

Decíamos antes que hoy tiene preponderancia el hedonismo, pero resulta que también priman los valores masculinos, por sorprendente que parezca esto en la era del Feminismo. Y es que, en realidad, esa idea también se basa en los mismos valores. Como se ha dado por hecho que "lo de verdad importante es lo que compete al hombre", la maternidad, el cuidado del hogar y de las "pequeñas cosas", la comprensión y la conciliación.. se han considerado, no sólo una esclavitud impuesta, sino algo menor y casi digno de desprecio. Gran parte del Feminismo de hoy se decide a imitar al hombre, en lo bueno y en lo malo, aunque al tiempo exige que el hombre "se feminice". Queriendo ensalzar la femineidad, la niega para sí, y pretende que sea el hombre quién la adopte. ¿Hay mayor absurdo? Quizá si se dieran cuenta de que están pensando lo femenino desde una perspectiva masculina se percatarían de su profundo error.

Han existido sociedades matriarcales, pero también han existido sociedades en principio patriarcales, pero centradas en los valores y gustos femeninos, como fué el tiempo del Amor Cortés (No sorprende que fuera justo en esa época donde una mujer como Isabel la Católica detentara tantísimo poder) El mundo de hoy, desde hace siglos, está focalizado en los valores y gustos masculinos, y creyendo las mujeres que la sociedad (masculina) tenía razón, se lanzaron sin pensarlo un instante a abrazar esos ideales, abandonando y despreciando los que les eran propios.


Como dice Alain De Benoist: "La sociedad industrial le da a las mujeres la igualdad, a condición de que se masculinicen"

Pero la pérdida de los valores puramente femeninos nos perjudica a todos, tanto a mujeres como a hombres, y si bastante malo era vivir tanto tiempo dominados por lo masculino (lo cual no equivale a que los hombres dominaran siempre) más catastrófico todavía es que esa esencia femenina que aún sobrevivía "subterráneamente" también se pierda. 

Podríamos, pues, lanzar aquí una tesis terriblemente incómoda para el Feminismo, y es que este ha sido el encargado de finalizar el proceso de masculinización del Mundo, el que decidió acabar de enterrar por fín los valores femeninos ancestrales. (Una tesis que seguro se negarán a aceptar, pero que, como poco, tiene una preocupante parte de verdad.)

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Es dificil explicar en palabras lo que implicaba esta esencia ancestral de la femineidad. Hay que comprender lo que significaba "la diosa" en muchas culturas antiguas. Podemos decir que representaba la armonía, la estabilidad de la comunidad, la espiritualidad más pura, la conciliación en vez de el enfrentamiento, el amor en vez de la guerra...Pero son sólo palabras, era ALGO MÁS, algo que sólo podríamos entender verdaderamente si algún día volvemos a ver renacida esa poderosa esencia.

Fué el cristianismo, y el monoteísmo en general, el que más brutalmente arremetió contra la divinidad femenina. A excepción de la "concesión pagana" que supuso el culto a la Virgen, el Cristianismo y las otras religiones del desierto han despreciado y ensuciado lo femenino con especial inquina -y precisamente en eso radica su pobreza espiritual, en gran parte, pues no por casualidad fueron las mujeres las primeras sacerdotisas- 

Y es a resultas de esto que, como adelanté antes, incluso las feministas de hoy están participando de la misma cosmovisión misógina que hemos heredado tras tantos siglos de quemas de brujas y debates sobre la impureza y malignidad congénita de la mujer.

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