Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

lunes, 13 de abril de 2015

"¿Héroes fútiles?"

Este es uno de esos libros que dejan un extraño y amargo sabor de boca. No lo he terminado, y de hecho, no creo que lo haga.. Total, ¿para qué? Sería abundar y abundar en lo mismo: el patetismo de las causas perdidas.

He leído otras cosas sobre Durruti, sobre el anarquismo español y la Guerra Civil: Orwell y su revelador testimonio en "Homenaje a Cataluña", o el humanísimo, y tan creíble, "Yo fuí secretario de Durruti", relato autobiográfico de un cura aragonés protegido y empleado por aquel durante el "conflicto incivil". Lecturas, en general, que inspiraron y alumbraron en mi un mar de reflexiones, revisiones, y acercamientos emocionales a aquella convulsa época y a las vidas de las gentes que la hicieron, y a la vez la padecieron.

¿La conclusión que saco? QUE NADA VALE LA PENA.. que este país se merece todo lo que le pase... 
Que entre unos y otros han hecho irrespirable la atmósfera entre los Pirineos y el Golfo de Cadiz, y desde Levante hasta Finisterre.

Una clase alta de bajísima calidad humana, abusadora, arrogante, insensata... ¡barbárica!
Una clase baja arrastrada a las mismas bajezas, y fanatizada como pocas. Pues uno acaba asemejándose, lo quiera o no, a aquellos con quienes se enfrenta; y el fanatismo de unos siempre alimenta el de los otros en un ciclo que, una vez iniciado, sólo puede crecer hasta alcanzar un paroxismo de la sinrazón, como en efecto, finalmente ocurrió.

La otra pregunta obvia es la de "quién fue Durruti": 
¿Fue no más que un pistolero?, ¿un agitador?, ¿un insatisfecho?,....
¿un rebelde?, ¿un idealista?, ¿un soñador?,... 
¿un asesino inmisericorde?, o por contrario, ¿un alma compasiva y honesta? ....

Hay testimonios sobrados que apoyarían la veracidad de todas esas imágenes proyectadas sobre el personaje como retratos dibujados al vuelo -al vuelo de sus agitadas y continuas idas y venidas, pues su vida fue digna de novela de aventuras, como reconoce el autor de la obra.-
Durruti fue todo ello al mismo tiempo. Y probablemente, quizá sea esa una de las pocas cosas que nos enseña este ejercicio de nostalgia: que los personajes históricos siempre son tibias sombras, retratos incompletos de personalidades complejas, agitadas y poliédricas, que rebasan por mucho las reduccionistas concepciones de la historiografía y los mitos modernos.

*
Como conclusión a las notas sobre este libro, cito un fragmento que expresa como pocos ese patetismo del que hablaba al principio:

«(....)Varios regimientos provistos de artillería y armas automáticas se habían apostado en la frontera. Sin el factor sorpresa, y con fuerzas inferiores, nuestro ataque no tenía sentido. Lloramos de rabia, de cólera y de vergüenza, porque debíamos regresar como vencidos sin haber entrado en batalla. Ascaso estaba entre nosotros. Durruti había ido con el grupo que cruzó la frontera en Vera. Jover participó en el ataque en Barcelona.
Había sido una tentativa inútil e ingenua. Pero digan lo que digan, merece respeto. Hay gente que se ríe de nosotros y nos considera políticamente fracasados; esto afirman incluso algunos que se llaman anarquistas. En realidad nuestra empresa fue sólo un descalabro. Ya hemos sufrido muchos descalabros. Ésta no es ninguna razón para oscurecer la memoria de los caídos ni desprestigiar la conducta de los compañeros que esperan el juicio en Pamplona. Otros, como Ascaso, Durruti y Jover, proseguirán la lucha.»


No, en efecto, los incontables descalabros no son motivo para oscurecer ni desprestigiar a nada ni a nadie. Ahora, yo me cuestiono si es, por contrario, motivo  para ensalzar, aplaudir, o celebrar algo. Y no creo que sea una pregunta, ésta, que se pueda soslayar sin más.

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