Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

lunes, 20 de abril de 2015

NOVELA METAFÍSICA (Cap. III- Encuentros con la mujer primordial)


Antes de llegar a la Mujer Primordial, la Única, hay que ascender por la pirámide arquetípica. Justo en la antesala a la cúspide de ésta, los últimos tres arquetipos que, juntos, conducirían a aquella, serían: Primero, el de Ishtar, o mujer-araña; segundo, el de hechicera/sacerdotisa; y tercero, el de la eterna amada (la Beatriz de Dante, la Gran Dama a quién cantaban los trovadores.)

Conviene antes de todo, relegar conceptos como el de "amor platónico" o el de "diosa madre", los cuales no entrañan las claves de lo que me propongo describir, aunque tampoco es que estén, por supuesto, desligados del todo.

También es importante aclarar que todos los encuentros que se relatarán en esta obra, ya sea con estos arquetipos o con otros, pueden darse en forma de sueños o en forma de sucesos de la vigilia. En este caso se trata de los segundos. No obstante, conforme avancen los capítulos, ustedes mismos se percatarán de que, una vez alcanzado cierto discernimiento, la forma adoptada es lo de menos, siendo la única cosa que marca la diferencia el aprendizaje acumulado (el acceso a niveles superiores.) También será necesario aclarar que los tres arquetipos últimos no tienen porque expresarse puros y unívocos, sino que más bien suelen presentarse confundidos y asimilados unos con otros (de igual modo que se haya mezclado lo espiritual y lo carnal). Hechas estas aclaraciones, procedo a relatarles los cuatro encuentros que escogí como más relevantes.

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PRIMER ENCUENTRO.

     Debe tener 18 o 19 años, y es la mismísima encarnación de Venus.
     Ni los maestros del Renacimiento pudieron imaginar un rostro más bello, armonioso, e inspirador de toda pureza y toda grandeza. Sus inefables ojos pardos parecen mirar ininterrumpidamente a un infinito... infinito en donde se adivinan prodigios de héroes de almas tan nobles como su mirada, pues me niego a creer que sus ojos puedan ver otra cosa que aquello afín a su "raza espiritual", esto es, a la Raza Olímpica de la Edad de Oro. (Nada que ver, por cierto, con lo que hoy entendemos por raza.) ¡Y sí, su cuerpo también es el de Venus, y sus formas guardan pareja armoniosidad a sus irrepresentables, por divinos, rasgos faciales!

     ¡Es inalcanzable por definición!, está más allá del tiempo y de nuestros estrechos espacios Y por mucho que crea/quiera intuir que ella también ve ALGO en mí.... Es perder tiempo y energía tan sólo albergar un resquicio de esperanza de que así sea. ¿No sabes ya de sobra, tú, alma descarriada e inmunda, que los ángeles y las criaturas del inframundo no pueden siquiera habitar un mismo plano? La puedes ver, y ella te ve.. pero no estáis, en rigor, EN EL MISMO LUGAR....

...Si te acercaras a ella, de inmediato, desaparecería del mundo físico; o peor, serías tú el catapultado violentamente a uno de esos infiernos de los que, con toda probabilidad, procedes.


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SEGUNDO ENCUENTRO.

     Ella.....¡ella, sí! Esa cuarentona de labios voluptuosos, tan...jugosos, ahí plantados como si fuesen el dios, el sumo pontífice que impone orden en ese rostro, máxima expresión de la más rosada redondez. Porqué todo en ella tiene la apariencia de excesivo,.. voluminoso,.. chillón.. Sus ojos: enormes, sinceros, libres de todo complejo y artificio. Su piel: curtida, tostada, pero no ajada; broncínea, casi como el bronce de una estatua; pero, en apariencia, aún tan tersa y maleable.. Sus pechos, una suculenta pista, intuidos tras la rebequita.. cual susurro... Una promesa de secreto poder. Su trasero, al alejarse, firme y de un magnestismo apabullante, subiendo las escaleras como burlándose de los de esas jovencitas mas bien desnutridas que aún creen que sus casi inexistentes glúteos son el objeto mas venerado del mundo. (Pero son aún tan poco conscientes de la pequeñez y lo efímero de su mundo..) 
     Ellas, secretamente, inconscientemente quizá, estén soñando con que algún día, tras años de ardua espera, sus nalgas alcancen el marmóreo y platónico esplendor que, sólo en ese caso, les haría merecer tal nombre.

¿Pero quién será ese maldito afortunado, acaparador, egoísta -aunque él seguramente no sea consciente de su inmensa fortuna- que cuenta con la exclusividad de admirar, y además comprobar, con todos los medios a su disposición, la hercúlea firmeza e ineludible contundencia de ese objeto forjado en un molde olímpico y eterno?


...Y si.. por uno de esos raros azares, en un mundo a veces tan inexplicable...no existe tal "dueño", tal acuerdo de exclusividad... 

¡¿Que carajo hago entonces yo aquí?!, con la sangre hirviendo, los labios resoplando, las fosas hiperventilando, la entrepierna apoderándose vergonzosamente de todo el control.. como si fuera mi único, mi primer arrebato sexual verdadero.. como si todas las formas, los contornos, los contoneos y las voluptuosidades que antes contemplaba extasiado, palidecieran tanto que quedaran reducidas a un simple y tedioso prólogo de la Verdadera Atracción Animal, del Autentico Arrebato salvaje y irrefrenable, que por un instante, te hace dudar realmente de si sigues considerándote un ser racional, y no una fiera esclava de sus más acuciantes instintos.

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TERCER ENCUENTRO

     La veía siempre atravesando el pórtico con su paso y cadencia inconfundible, con su pelito corto y rizado, sus gafitas y, ¡sí!, su portentoso busto perfectamente dividido en sus dos redondísimos semi-bustos, tan firmes, tan ..decididos, como si el movimiento en sí, incluso el de rotación y traslación del planeta, no fuera con ellos.. como si el constante bamboleo no consiguiera apenas desviarlos de su objetivo; un objetivo sin duda ineludible y transtemporal, un tipo de destino..  pre, o post-cósmico.
     Y siempre, indefectiblemente, que la miraba, entre atónito y por completo vencido pasando frente a mi, ella, de soslayo, me devolvía la mirada, y me dirigía una sonrisa; sonrisa que seguía manteniendo una vez apartada la mirada. Y eso le daba, por contraste con el resto de las mujeres a las que observaba usualmente, una primaria y magna inocencia, una dulzura desnuda, como aún, milagrosamente virginal, como aún, milagrosamente no contaminada por todo el cinismo, el descreimiento, la excesiva reserva y la insoportable mala leche que caracteriza a los urbanitas modernos (Un dia, las ciudades implosionarán, engullidas por su irresoluble contradicción, en un ascenso geométrico de angustia, paranoia y amargura sinfín (y sin motivo)... y volveremos a vivir en plácidas aldeas neolíticas. -Y no es que yo lo prefiera así, más bien es ley natural del colapso y el eterno retorno.-)

    Pensaba mucho en ella, pero era esto algo reciente, tan sólo desde la última vez que la ví; no ocurrió nada especial, no tuvo en absoluto nada de diferente, fue más bien como si la suma de todos nuestros encuentros, "choques", adquiriera con éste un nuevo y genuino significado; quizá como la gota necesaria para colmar la probeta y causar una reacción, una chispa que convierta el experimento -azarosamente o no- en otra cosa... que nos demos cuenta de que lo que tenemos entre manos, es ya, algo distinto. Como digo, esa chispa prendió en mi conciencia y se convirtió en algo casi sólido, casi con entidad propia; y no sabia exactamente que debía hacer, ni como debía afrontar tal hecho, tan sólo sabía que debía emprender ese camino.

    Y, antes de que quisiera darme cuenta -no hizo siquiera falta empezar a concienciarme o ponerme en estado de alerta- Antes casi de proponérmelo, o, quizá justo al mismo tiempo, apareció sorpresivamente por el rabillo de mi ojo -lo cual me acababa de confirmar que se trataba de algo que indefectiblemente tenía que ocurrir- Y, al plantarse ya ahí, como fulgurante en el centro de mi campo visual, sentí casi como un "vuelco existencial", como si mi linea temporal hubiera sufrido un repentino revés, una brutal descarga de energía procedente de quién sabe que ignoto rincón del universo... Me asustó por un momento la celeridad con que se habia materializado todo, ¡ni tan siquiera habia empezado a asimilar tan inaprensible e inesperado golpe!"... Pero aún así, no podía permitirme acobardarme, y sin más, dejarlo pasar. Yo SABÍA que era ineludible y crucial para mi "destino". Así que, me armé de valor, y di un inconsciente y decisivo paso al frente, asegurándome así de no poder ya volverme atrás. 
    En ese momento sí sentí, claramente, como MI UNIVERSO, mi linea temporal, o comoquiera que lo denominaran los físicos de vanguardia, cambiaba violentamente... HABÍA CRUZADO EL UMBRAL.. el definitivo, o quizá, aún sólo el primero, pero en cualquier caso, crucial.. y tan revelador, que cuando ya estaba frente a ella, se paró, frunciendo el ceño, pero sin abandonar del todo la sonrisa, como si también pensara... "Esto es, de alguna manera, un Punto de Inflexión, algo que seguro va a cambiar este, mi monótono y previsible Universo...Ambos estamos a punto de MUTAR.. y la Realidad, la suya y la mía, están a punto de transfigurarse en algo nuevo (y quizá de ser Una Sola)".

¡Y no, obviamente que no hablo de "amor", ni ninguna bajeza animal por el estilo!
Se trata de algo mucho más serio que todo eso.. Se trataba, en ese momento, ni más ni menos que de alcanzar LA INMORTALIDAD...   

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CUARTO ENCUENTRO

      La mujer-araña tejía su pegajosa red mientras yo dormía y no podía enterarme de nada. 
      Así, cuando despertaba, yo era una mosca cada vez más indefensa en sus pequeñas pero hábiles zarpas.
      El cuarto que habíamos ocupado, estrecho pero acogedor, ahora se percibía más cálido, y había un nosequé que lo tornaba ciertamente más opresivo que la noche anterior (aunque en ese momento, plena presa de su hechizo, no lo sentí de esa manera, pues para mí todo era calidez y CRÉDULA sensación de plenitud.)
      Las paredes estaban ya plenamente impregnadas con su veneno, barnizadas de promesas de amor, de leernos cuales libros abiertos, de estrecha afinidad de almas, de Destino, de final del largo camino para reencontrarse finalmente con la mitad perdida, y toda esa clase de pegajosas trampas para incautos.

Imagino ahora como, en mi profundo, plácido, e ingenuo letargo, se recorría todos los muros y las esquinas para tejer su dura, pegajosa, e indetectable tela.

Debí ya empezar a sospechar algo la vez que sus fauces inferiores atacaron sorpresivamente a mi aventurero intrépido en una de sus encuentros, por lo demás, bastante placenteros.

Obvio que, además de sus depuradas técnicas arácnidas, también dominaba, y no poco, la hechicería. Por ello que me enfrentaba, sin saberlo, a un enemigo tremendamente poderoso.
Así fue como mi universo empezó a llenarse de sincronicidades, a cual más sorprendente que la anterior, de tal suerte que pueden ustedes imaginar mi pleno convencimiento de, no sólo ser movido por poderosas Fuerzas del Destino, sino incluso de estar por RASGAR EL VELO DE MAYA.

Imaginen, pues, también, el rictus y el sabor indescriptible que me dejó la huida tan veloz, e inesperada, de esta nicromante de ocho patas, una vez había extraído de mi TODO EL JUGO que requería para vaya usté a saber qué oscuras necesidades.


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