Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

viernes, 1 de mayo de 2015

NOVELA METAFÍSICA (Capítulo IV: En busca del Yo Primordial.)

En las cimas de la desesperación..


Busco incansablemente el reconocimiento por un principal motivo: Para convencerme durante un rato de que no soy la basura que, durante el resto del tiempo, estoy plenamente convencido de ser.
Me conformo tan sólo con verme como una basura algo menos pestilente de lo que suelo juzgarla con frecuencia; con saber que "algo se salva" dentro de todo el cúmulo de derrotas cotidianas, de frustraciones empecinadamente insalvables, de sinsabores que erosionan lenta pero constantemente el mismo armazón de la vida.

Vivir sólo para rellenar huecos, para compensar abismos, que por propia definición son incompensables -a no ser con La Totalidad-. Vivir pendiente de darle un sentido patológico a la vida de uno -que no a la vida en general-. Vivir por y para enmendar una orientación vital desnortada, mutilada. ¡Vivir, sentir, expresar, acometer acciones... todas dirigidas a autoafirmarse y afirmar la vida! (la propia, insisto, no "La Vida" en sí.) Realizar toda acción, y omisión, en función de satisfacer el desesperado requerimiento de verse completo, de ver reconocida en uno cierta dignidad, o más bien, de convencerse de que otros la reconocen, pues nunca lo podremos saber a ciencia cierta. 
Vivir de y para construir la ilusión de un "Yo" con genuíno sentido, la convincente mascarada de una vida con dirección, y con motivo.

¿Y donde queda, en medio de toda esta tarea, tiempo y energía para VIVIR, PER SE?
Cuando todos los esfuerzos y todas las atenciones están dedicadas a la afirmación y justificación de un maltrecho Yo, ¿hay algún momento en que me dedique meramente a vivir-en-él, o a vivir sin más? ¿Queda espacio, en ese buscar patológicamente maneras de compensar carencias, para lo que sería la búsqueda por la búsqueda? (Es decir, lo que imaginamos que hacen las personas sanas, aunque nadie puede asegurarlo del todo.)

Quizá sí, prefiero creer que sí. Porque me conviene creerlo. Porque sin autoengaño, ni mi supervivencia ni la de nadie sería posible. Porque el Hombre, la Naturaleza, o los dioses, crearon ese sabio recurso como contrapeso de la contradicción y la angustia intrínseca a la condición humana. Porque si no fuésemos capaces de autoengañarnos, nos precipitaríamos en el abismo de nuestra inhallable justificación.

Pero sigo percibiendo tan amargamente mi particularidad.. Sigo sintiendo aquello que me diferencia como un cancer incurable, como un cruel maleficio. Sigue doliéndome indeciblemente esa conciencia de ser todo un rara habis.



El Espíritu encerrado en La Materia.


Como creyeron los gnósticos más radicales, parezco tan ajeno al mundo como si, talmente, me hubieran arrojado a él y encerrado en este cuerpo y este lugar, en esta porción de la Historia.
Otros gnosticos, no sé si de medio pelo o de pelo entero, afirman que hemos elegido "encarnar" 
aquí y ahora. 
A mi me debieron de dar mal las referencias. Sólo así se explica, si los segundos tienen razón, que me sienta en este "aquí y ahora" más perdido de lo que es siquiera posible concebir por la mayoría.

"Encerrado en este cuerpo, esta mente, y esta circunstancia" ¡Tal cual! No hay nada que se asemeje más a la sensación que brota finalmente cuando todo lo accesorio y equívoco es descartado, cuando todas esas nubes entrelazadas de mil colores que son mis dudas empiezan a despejarse y mostrar un horizonte más definido, más monocromático.

Encerrado en esta personalidad extravagante y contradictoria, asistiendo al espectáculo de una voluntad que fracasa estrepitosamente, y de una vida que se define principalmente en la búsqueda de diversas formas para escapar de sí misma durante el mayor tiempo posible.

Y ahí están los yoes, observando esta circunstancia desde distintas perspectivas, y sacando cada uno de ellos distintas conclusiones; pero todos parejos en su falta de identificación con esas cotidianeidades, las cuales viven tan ajenamente como si perteneciesen a la intimidad de otro individuo cualquiera.

Uno de ellos, el más iracundo, se revuelve y maldice su suerte, me reprende inmisericordemente, y se avergüenza de asistir a tal despropósito sin atinar nunca a enderezarlo ni un milímetro. El segundo, más pusilánime, y vencido ya hace tiempo, pone cara de circunstancias y articula tímidamente algo como un "¿pues qué le vamos a hacer? Es lo que hay.." 
Otros se suman al coro, ora recriminatorio, ora justificatorio, con voces que oscilan entre la acusación furiosa, la súplica desesperada, y finalmente, la desesperación sin súplica, la rendición total, la síntesis última de la catarata de frustración resuelta en la diatriba: existir/no existir.


Los Yoes mutilados. El círculo se cierra.


Puede que todo este conflicto sea debido a que los yoes que actuan en nuestra ánima, o lo que es todavía más dificultoso de averiguar, en nuestro espíritu, son en algún punto irreconciliables. O también puede ser que, habiendo la posibilidad de conciliarlos, es el entorno, las circunstancias en que crecimos quienes los amordazaron, los maniataron; si no a todos, puede que a los que guardaban nuestras mayores potencialidades. 

¡Sí, creo que bien pudo ocurrir exactamente así! Y en ello hallamos también parte del origen de tanta frustración, por sabernos poseedores  de las potencialidades de...quién sabe.. un genio, un santo, un lider de masas.. y verlas todos los días mutiladas, inutilizadas, sepultadas, por la terca y boba realidad, ajena a vocaciones profundas, destinos vehemente proclamados, y toda esa clase de grandilocuencias, extravagancias de oveja descarriada y soberbia a las que, a modo de síntesis, reunimos bajo la tonta expresión "misión en la vida"..

Podríamos decir que, como un perro rabioso, fue esta-vida-que-nos-tocó la que mantuvo a raya a nuestros yoes más nobles y puros, a aquellos que miraban más alto.
Nos sentimos entonces como almas dadoras de armonia y portavoces de la belleza, tan puras e inocentes ellas, ¡traicionadas por esta perra, perra e inmisericorde vida que avanza como un gorila, y aparta a manotazos todo aquello que le da finalmente sentido a sí misma! (pero que nunca se percata hasta que es demasiado tarde para enmendar tamaño destrozo. Entonces, en un sólo aliento, se derrumba y comienza a gimotear y patalear penosamente como el gorila estúpido que es. O quizá esto es tan sólo lo que nos gusta pensar en nuestras anhelos revanchistas.)

Pero, ¿En qué nos ayudan los remordimientos que pueda sentir "La Vida"? (los otros, la masa, el inconsciente universal de la chusma, los mediocres que dominan silenciosamente este mundo) ¿Qué nos puede importar a nosotros si dentro de mucho tiempo cambia el consenso establecido por esa alianza tácita de mediocres que, ya dijimos, son los que llevan las riendas silenciosas de "La Vida", "Las Cosas", "Las Realidades"? ¿En qué cambia nuestro drama cotidiano la posibilidad de que, en un futuro, la opinión general gire abrumadoramente en favor nuestro? Nosotros ya estaremos muertos, nuestros yoes y "avataras" malogrados hasta la próxima encarnación, y nuestro proyecto vital arruinado, para tormento de nuestra pobre alma.. pobre y consumida en la amargura.. mojada, cabizbaja y vencida, como un perro obediente pero aún así maltratado y abandonado.

¡De nuevo la autocomplacencia, de nuevo el víctimismo y el cliché del genio incomprendido!

¡Otra vez al punto de partida! Una vez más cerramos el círculo, del complejo de grandeza al bronco auto-desprecio, y de ahí, de nuevo, a la síntesis de las dos: EL TRÁGICO SINO DE LOS PROHOMBRES, LA INCOMPRENSIÓN DE LA CHUSMA HACIA LOS POETAS, LA DESGRACIA INHERENTE AL QUE RECIBIÓ LA GRACIA, LA CRUZ QUE INEVITABLEMENTE CARGA TODO SANTO, ...
...BLA, BLA, BLA!





No hay comentarios:

Publicar un comentario