Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

viernes, 27 de marzo de 2015

LA BATALLA CULTURAL III: El compromiso es un pretexto para el cultivo de la ignorancia.

~
En tiempos tan equívocos como los presentes es algo habitual que ésta, la ignorancia, se justifique apelando a un "compromiso firme anti-nosequé o pro-nosecuantos".

Se llega a un extremo en que la estupidez, el maniqueísmo, el simplismo, son excusados sin más bajo el pretexto de las convicciones que uno tiene, a las que se "recubre de un barniz" de santidad o heroísmo. Y apoyándose en éstas, no sólo se excusa el propio desconocimiento de una u otra cuestión, sino que incluso se tiene a honra ser ignorante sobre algo a lo que, apriori, se tiene por un engaño, o alguna clase de artimaña para "captar incautos". (Imagino que han notado el círculo vicioso al que nos aboca esto: Mientras no se conozca nada sobre algo, no se sabrá realmente por qué se está en contra de ese algo.)

A poco que se piense en las consecuencias que todo ello entraña, saltará a la vista del lector lo preocupante de tal tendencia. Las generaciones pasarán, y enterrarán sin más toneladas y toneladas de saberes que el mundo en que nacieron no supo valorar o que se negó meramente a sopesar.

¿Que a qué saberes me refiero? Obviamente a todos aquellos que no se hallan en los libros -si acaso comentados-, esto es, a todo el sentido de lo común que ha ido enriqueciéndose con cada generación, y mediante el que el pasado penetra en el presente dotándolo de sentido y continuidad. Pues no existe tal cosa como tiempos superados: lo tradicional no es lo antiguo, sino la actualización constante del saber perteneciente a todo tiempo.

Pero en las últimas décadas hemos visto como ese sentido de lo común construido a la luz de la experiencia recogida por sagas y estirpes, nobles y plebeyas, es tomado en conjunto por superstición, manía, o impostura, sin apenas discriminar entre lo arbitrario y lo necesario, y sin poner límite alguno a la arrogancia de este nuevo hombre que se otorga la capacidad semi-divina de discernir por él mismo -sin ayuda de sus "ignorantes ancestros"- qué caminos son recomendables y cuales no, qué decisiones llevan a buen puerto, y qué buenas intenciones construyen senderos directos hacia toda clase de infiernos.

El moderno ideal prometético es, sin ningún lugar a dudas, el más desastroso e insensato de cuantos se han dado. Aunque no lo expresemos de viva voz,  nuestras acciones implican tácitamente la certeza de ser más sabios, más justos, más racionales que la suma de todos nuestros ancestros, dado que les suponemos habitantes de un mundo insensato y dominado por la superchería.

.... ¡Todo era ignorancia y fanatismo... hasta que llegamos nosotros, el Siglo de las Luces, y el modelo laico-racionalista! ¡Todo tiempo pasado fue mentalidad de rebaño, dogma y barbarie, y el presente es aquel tiempo en que nos hemos liberado de todo ello, y somos al fin sociedades maduras, donde sus individuos pueden decidir por sí mismos en toda cuestión que les atañe!
Los bárbaros tiempos arcaicos.
Los sensatos tiempos modernos.

Tan sonora es la carcajada que me suscita esta idea.. Tan copioso el vómito que trepa por mis entrañas... Tan insondable la mezcla de frustración y desesperación al contemplar la estupidez de mis contemporáneos, lo atrevida que puede resultar la ignorancia de los "hombres libres"... 

¡Sí, hombres libres ciertamente se creen los más rematadamente imbéciles de ellos!

Como si la gran mayoría no estuviera tan condicionada por las ideas en boga como lo estuvo en cualquier otro tiempo; como si no fuésemos todos, en mayor o menor medida, rehenes de los valores dominantes e incurables dependientes del qué dirán.

¡Como si cambiar una religión teísta por una humanista supusiese un cambio sustancial!

... Y creen ser nuestros contemporáneos, por lo general, almas emancipadas, personas sensatas, observar las cosas del mundo con objetividad.. sin darse cuenta de que toda objetividad lograda sin esfuerzo no puede ser otra cosa que una objetividad prestada, prefabricada, conformada necesariamente a partir de una u otra subjetividad que, compartida en principio por unos pocos, logra imponerse sobre el resto, convirtiéndose en hegemónica.

Así el tipo borreguil de la post-modernidad -el más intratable que se haya visto hasta ahora, por haber sido persuadido de que piensa por sí mismo- tiene a honra el ser "objetivo y racional"..

..pero no de modo distinto a como sus antepasados creían profesar "la única religión verdadera".
~
El mundo no avanza realmente; y las mentalidades menos todavía. 
Sin embargo, parece que nuestro ego colectivo requiere engañarse de tal manera.

{Enlaces a la primera y segunda parte}


No hay comentarios:

Publicar un comentario