Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

martes, 31 de marzo de 2015

"Evola: Permanecer en pie sobre las ruinas, orientarse en medio del caos" (I)


Tiendo por momentos a ver el pensamiento evoliano como la superación de Nietzsche, la superación del fascismo, y asimismo, de los movimientos neo-paganos, del new age, de las gnosis hiperbóreas,... y hasta del sincretismo y el ecumenismo (aunque de todos ellos pueda participar, pero sólo para quién lo observe desde una perspectiva muy profana y superficial.)
Digo "por momentos", dado que aún me hallo en pleno proceso de digestión de sus ideas, y de su particularísima cosmovisión (particular, pero al mismo tiempo, total e integradora.) Por ello, que no sabría todavía pronunciarme más en favor, o más en contra, de todas las tesis que mantiene.
Pero el que se le pueda asociar tanto al nazismo, como al new age, o al ecumenismo, nos dice ya bastante de la dificultad para catalogarle, de la arbitrariedad de querer reducir sus ideas a mera tendencia sectarizante . 
Como bien me dijo un gran conocedor de su obra: "ni nazi ni new age, Evola es Evola." 

No hablaré de sus comienzos neo-paganos, sino que avanzaremos hasta llegar a su obra "La raza del espíritu", en torno a la cual gravitan polémicas y anecdotas por igual, y no son éstas carentes de interés, sino como van a ver, ciertamente jugosas.

Julius Evola era, en esa época, alguien cercano al Fascismo triunfante en Italia, pero bastante menos cercano a su "homólogo" alemán (es importante entrecomillar este calificativo, debido a las grandes diferencias existentes entre uno y otro movimiento, amén de sus evidentes puntos de encuentro.) No obstante, viajó a Alemania y realizó encuentros y conferencias desarrollando su concepto de "raza espiritual", la cual, a pesar del acercamiento estratégico del que fue partícipe, y que suavizaba, de alguna forma, el choque entre su concepción y la del Nazismo, no podía menos que incomodar a los de Hitler, desde el momento en que el pensador italiano relativizaba muy mucho la relación entre la pureza biológica y la pureza del espíritu, o dicho de otra forma, entre el "origen hiperbóreo" de los actuales pueblos indo-europeos y la presencia efectiva que esta herencia, más espiritual que biológica, tenía en ellos. 
Que comparase, además, su política eugenésica con la crianza de perros o caballos, o que manifestara que, en ocasiones, el cruce con una "sangre extraña" actúa como revulsivo, seguro, debió torcer el semblante de los mandamases del III Reich, con los que no pareció acabar en muy buenas relaciones, como podrán imaginar.

Pero la cosa no se queda ahí, pues no contento con mostrar a los teóricos alemanes la estrechez de su visión del hecho racial, también declaró sus objeciones a las formas de neo-paganismo que adoptaron, calificándolas de vacías, meramente estetizantes, y representativas de una ritualidad decadente, carente del significado profundo que tuvieron estas tradiciones tiempo a. 
Por esto, entre otras cosas, hablé al principio de "superación del neo-paganismo". Uno de los puntos más valiosos de su estudio radica en ir más allá de la reduccionista oposición entre paganismo y judeo-cristianismo, sin atender a las diferentes fases de ambas cosmovisiones en su desarrollo histórico. Se nos muestra meridiano así que, igual que el cristianismo primigenio no es el mismo que el de Carlomagno o el de los Borgia, tampoco el paganismo greco-latino o nórdico-germánico es el mismo en sus épocas de esplendor o en sus épocas de decadencia, así como en las intermedias.

De lo que se trata, para Evola, es de distinguir la tradición pura de las formas degradadas de la misma, sea en el cristianismo, o sea en otros contextos religioso-culturales. He ahí, pues, la pureza más valiosa de todas, la que atañe a las formas de la tradición, y de la espiritualidad, dos conceptos que siempre van íntimamente ligados en el pensamiento evoliano.

Y éste es otro de los puntos que más merecen destacarse de su trabajo, la profunda atención dedicada, por igual, a las doctrinas orientales como a las occidentales, o a las de la América precolombina, en un firme propósito de trascender el hecho cultural particular, y vislumbrar una especie de "regla universal", de hilo conductor de una cierta "esencia única", esto es, LA tradición, LA espiritualidad. Es por esta idea -que, aún siendo más ambiciosa, y sobre todo, rigurosa, que la representada por ecumenismos y sincretismos- alguien podría asociarle a lo que hemos dado en llamar "New Age"; algo que, como intento aclarar ahora, supondría un reduccionismo al absurdo, o una muestra de total ignorancia.
Hay que incidir en que estamos hablando de una tarea tan fecunda como la que desarrollaron Jung, Castaneda, o Jodorowsky, y en una dirección inicial similar, aunque con otra dimensión, y otra orientación, después. Con esto quiero colocar a Julius Evola en el contexto que, creo, le corresponde -que no es, desde luego, el del New Age, el del esoterismo nazi, o el del ecumenismo post-conciliar.-

En otra de sus obras clave, "Cabalgar el tigre", deja a un lado el misterio hiperbóreo y otras cuestiones específicas en las que se centró en "La raza espiritual", para seducirnos con la idea de "permanecer de pie sobre las ruinas" (refiriéndose a la Era Moderna) y sumergirnos en un pensamiento abismal, trascendente, catártico, donde el concepto de "cabalgar el tigre" adquiere varias dimensiones, según nos adentramos en las contradicciones insalvables de estos tiempos de disolución, que identifica con el "Kali-Yuga" (Edad de Hierro, en la cosmogonía greco-romana.) La citada alegoría pertenece al universo oriental, y se relaciona con la vieja idea, más occidental, de "habitar este mundo, pero sin ser de este mundo".

A este respecto, y como conclusión de esta primera incursión en la obra de Evola, vamos a citar unas fragmentos muy breves del texto que hemos empezado a analizar, los cuales, creo que sintetizan brillantemente una serie de cuestiones clave en nuestra época, no sólo para orientarnos en como debemos "cabalgar el tigre de la modernidad" -fiero tigre-, sino también en los aspectos más esenciales en los que se expresa esta época, donde lo que prima es la disolución (al menos, según el autor.)

Por ejemplo, acerca de Nietzsche, y de sus sinceras aspiraciones de superar el decadentismo burgués y cristiano que le rodeó, dice que:

«Es un ejemplo preciso de lo que puede, e incluso, debe verificarse en quién la trascendencia se ha despertado, pero que está descentrado en relación a ella. Veremos que el existencialismo, en sus temas esenciales, debe ser interpretado sobre las mismas bases.»

«Aquí se encuentra la fuerza suprema, pero no se sabe para qué emplearla. Los medios existen, pero el fin falta.»

Creo que estas palabras resultan bastante reveladoras, o cuando menos, hacen pertinentes unas cuantas reflexiones, y revisiones, en torno al pensamiento nietzschiano. Pero eso, debido al tiempo que nos llevaría, lo dejaremos para mejor ocasión.

Sobre la espiritualidad cristiana, también hace notar una  de sus características más reseñables:

«En Occidente, la concepción devocional y moral de lo sagrado, que en los otros sistemas solamente es propio de las formas populares y regresivas, se volvió la concepción predominante y prácticamente exclusiva.»

Es sabido, como ya hemos avanzado, que la posición evoliana frente al cristianismo no es tan unívoca, ni tan categórica, como la de los diversos movimientos neo-paganos; de hecho, creo que la forma en que él aborda el hecho espiritual es bastante más honrada, completa, y rigurosa, que la de estos; los cuales tienden, con excesiva frecuencia, a usar un trazo grueso más propio de las ideas marxistas o anarquistas, donde la norma suele ser la caricatura, o aún peor, la ausencia de distinción entre las diversas formas y periodos en que se ha expresado este vasto concepto que es el Cristianismo.

Para finalizar, quiero tomar unas reflexiones -de nuevo bastante reveladoras-, esta vez, sobre las contradicciones y el caracter de "huida hacia delante" que él ve en el existencialismo.

«El tipo de hombre receptivo a las ideas existencialistas se caracteriza por una voluntad quebrada que permanece quebrada. La voluntad del "antes", al cual se refiere el misterio del existir, y la voluntad de este mismo "existir", en el mundo y en la "situación", no están soldadas de nuevo ("volver a soldar los fragmentos de una espada rota" es un tema ya propuesto por el simbolismo de la literatura esotérica y caballeresca de la Edad Media).»

«La angustía metafísica es expulsada, mientras que al contrario, debido a su constitución interior diferente, el hombre que conciben los existencialistas la padece, e incluso debe padecerla.»

«En todo ello, asistimos a la aparicion de sentimientos análogos a los que Nietzsche hubiera previsto que asaltarían al hombre que se hubiera liberado sin tener, por ello, la altura necesaria. Sentimientos que rompen y matan al hombre -al hombre moderno- si él no es capaz de matarlos.»

Pareciera, pues, que lo postulado por los existencialistas fuera aquello a lo que aboca, necesariamente, el camino nihilista iniciado por Nietzsche.

«La oscuridad propia del existencialismo se acentúa en Heiddeger porque el hombre es presentado como no teniendo el ser en su interior (o detrás de sí, como su raíz) sino delante de sí, incluso como algo que uno debe perseguir y atrapar.»

El existencialismo es, en efecto, el último escalón de la filosofía, y bien podría ser el último en sentido estricto, osea, un precipicio, un callejón sin salida, como bien lo define Evola. 
Y no es menos reveladora la analogía que se establece entre el Pecado Original y la "maldición de existir", entre la "Caída de Adán" y el "ser meramente arrojado al mundo", especialmente si identificamos la "Caída" con la Modernidad (la cual se acentúa -la primera- en la postrimerías de la segunda.)

Pero de eso, y de todo lo introducido aquí, que no es poco, hablaremos en una próxima entrega dedicada a este autor y a sus implicaciones, que también son muchas.

Espero, para entonces, haber "digerido" más sus ideas, y así, tomar una postura más definida sobre las mismas. 

Hasta entonces, que la eterna batalla entre Tradición y Modernidad prosiga en buena lid, si esto es posible en batalla de tal trascendencia.
~

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