Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

jueves, 25 de febrero de 2016

"EUROPA BIPOLAR".

~
ENDOFOBIA, XENOFILIA Y MASOQUISMO.

¡Somos los únicos malvados en un mar de inocentes!

Si un país árabe o una pequeña comunidad musulmana cometen una falta.. ¡Abstengámonos de generalizar!

Si la misma la comete un país europeo o pequeña comunidad cristiana… ¡Toda Europa y toda la Cristiandad es culpable!
……………
La crisis de los refugiados.. la imagen de un niño muerto en la playa.. 

¡Culpable: Europa!

Turquía y Arabia Saudí expulsan refugiados.. Europa acoge a todos los que puede (o más de los que puede). Se producen sucesos desagradables y se procuran tapar y hasta culpar a las víctimas de los mismos con tal de no ofender a los musulmanes.

DA IGUAL: EUROPA SIGUE SIENDO CULPABLE.
………………….
Sí, puedo entender que en otra época nos creímos el ombligo del mundo y nos lo disculpamos todo, y que esa no era la actitud más edificante. Pero lo es aún menos ésta, en la que seguimos creyéndonos el ombligo, sólo que DEL MAL, y a quienes disculpamos TODO es a los demás. 

¿Qué se puede esperar de una cultura que no se perdona nada a sí misma y que lo perdona todo a otras? ¿Qué futuro le espera a quien, creyéndose fuerte y sintiendo esta fuerza como culpa, toma por virtud tornarla en debilidad y concede el derecho a la fortaleza a todos menos a él?

CELEBREMOS LA GRAN REDENCIÓN DE EUROPA.. 
Comencemos por el suicidio moral, y él solo nos conducirá a la DEFINITIVA expiación de todas nuestras faltas.
*
El europeo parece hallar hoy su razón de ser 
en la autoflagelación sin límites.

ES MÁS FÁCIL DESTRUIR QUE PRESERVAR.

Si el chovinismo o el complejo de superioridad son funestos, el auto-odio y el complejo de inferioridad lo son todavía más.

Hoy abundan más en el seno de Europa quienes vilipendian todo lo concerniente a su cultura e historia que quienes reconocen sus méritos; ni que decir de los realmente chovinistas o con complejo de superioridad, que ciertamente son ya una excepción.

Esta forma de pensar tan imbuída del sentimiento de culpa judeocristiano está haciendo verdaderos estragos, por cuanto nos lanza a ver con buenos ojos casi todo lo que procede de otras latitudes y a avergonzarnos de casi todo lo que halla origen en las nuestras. 

Y no está mal por principio, antes al contrario, admirar las buenas cosas que nos llegan de otros lares; siempre que no perdamos el discernimiento para separar las realmente buenas de las que lo son menos. Y esto es lo que me temo que está ocurriendo. Pues con el ánimo de huir de nuestro antiguo ombliguismo, de creernos el centro del mundo y el foco irradiador de toda grandeza, hemos acabado recalando en una postura tan diametralmente opuesta que no puede menos que considerarse SUICIDA.

Nos enfocamos ya únicamente en las perversidades y errores garrafales de nuestra civilización hasta llegar a olvidarnos de todas sus grandezas y aciertos. Sí, Europa fue belicosa, conquistadora, explotadora (como lo fueron en muchas épocas casi todas las civilizaciones); pero también es la cuna de las libertades, de la Revolución Industrial, de la Ilustración y de la tolerancia religiosa. Si opacamos de tal modo esta dimensión de nuestro continente que llegamos a darla por supuesta, como si no fuese el producto de grandes desvelos y luchas a través de los siglos, y como si el resto de continentes tuvieran estas ideas tan interiorizadas y asumidas como nosotros, corremos el serio riesgo de echar a perder sus frutos más tarde o más temprano.

No. No tenemos que ser férreamente etnocéntricos como exigían las urgencias de otros tiempos, ni mucho menos debemos enfrentar al resto de las naciones desde una atalaya moral, puesto que de ese modo caemos en errores fatales como el de la llamada “expansión de la democracia” practicada por los EEUU y sus aliados. Pero sí tenemos que ser conscientes de cuál es el origen de las libertades que por suerte aún disfrutamos (y en las cuales se puede todavía profundizar más) y de que, sin pretender ya ser guía del resto de naciones, no podemos abandonar hasta la guía de las nuestras y dejar que ese lugar lo ocupe cualquier otro, porque en tal caso podemos estar bastante seguros de que los valores que se desarrollarán serán muy otros, y que las libertades y bienestar que tantísima sangre, sudor y lágrimas costó extender podrían perderse paulatinamente y sólo llegar a advertirlo cuando fuese demasiado tarde.

Recordemos siempre aquellas palabras tan reveladoras que dejó escritas Montesquieu: “Así como las naciones destructoras ocasionan males más duraderos que su imperio, las naciones industriosas producen bienes que no se acaban con ellas”. No dejemos que los grandes errores arrastren consigo a los grandes aciertos y queden sepultadas las manzanas podridas junto a las sanas, echando a perder toda la cosecha y abocándonos a una inanición cultural que pueda conducirnos finalmente a la ruina moral.
~
Una de las expresiones más completas del legado europeo. 
Alejandro Magno siendo instruído por Aristóteles
*

No hay comentarios:

Publicar un comentario