Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

viernes, 13 de febrero de 2015

Comentarios sobre ´Dialéctica del Iluminismo`.

Un texto del que se ha hablado mucho, y con motivo. Un ensayo necesario, pero más que por la tesis que defiende (si es que está clara), por las diversas lecturas, críticas, o revisiones, que se pueden hacer de ella.

"Dialéctica del Iluminismo" pretende nada menos que "ilustrar a la Ilustración", y someterla a dura crítica, entendiendo que este es el único modo de que sobreviva lo que en ella hay de tan valioso, y de tan juicioso.


Max Weber dice que "la modernidad, la Ilustración, es un proceso progresivo e irreversible de racionalización de todas las esferas de la vida social, proceso que comporta, a la vez, la progresiva funcionalización e instrumentalización de la razón, con la consiguiente pérdida de sentido y libertad."


He aquí la forma en que "la Ilustración se destruye a sí misma": De la racionalización a la formalización e instrumentalización, y de ahí a la barbarie.


La Ilustración, el Iluminismo, consistió en el dominio de la Naturaleza, pero ahora, la Naturaleza, tanto la exterior a nosotros como la  que habita en nuestro interior, se rebela y se toma la revancha.Esta sería la síntesis más esquemática del problema tratado en el ambicioso texto.


Sin embargo, una vez leída con detenimiento, mi conclusión apunta a que "la idea", la pregunta qué se hace, es más interesante, en sí, que la propia obra, la cual no acaba de cerrar su tesis, o si la cierra, lo hace de un modo que no comparto -al menos, a grandes rasgos- o que no atino a comprender, puesto que la juzgo, apriori, confusa, contradictoria, y algo enrevesada.

Los autores, Theodor Adorno y Max Horkheimer.

Por supuesto, posee unos cuantos fragmentos reveladores, pero algunos lo son "en positivo" 
-dado que sí arrojan luz sobre ciertas cuestiones- 
y otros "en negativo" -por arrojar, más que luz, sombras y ofuscación- pero, al mismo tiempo, revelar con enorme claridad el sesgo ideológico detrás de gran parte de las reflexiones. Sesgo que se muestra claramente en la frecuencia 
-creciente a lo largo de la obra, como si cabalgara hacia una catarsis final- con la que aparecen los términos "burgués", "sociedad burguesa", "capitalismo", o "instrumento de dominio"; y que lo hacen, además, dotados de una "elasticidad" que los hace surgir en contextos tan ajenos, en principio, como el de los mitos clásicos -´La Odisea`, en torno a la cual desarrolla una sugerente reflexión-, el descubrimiento de América, o la sociedad feudal.
Pero debo agradecerle a la ambición de esta obra (algunos dirán "pretenciosidad", y puede que tengan razón) el haberme encaminado a concluir algunas cosas sobre problemáticas que van más allá de la propia obra, y con ello me estoy refiriendo a la cosmovisión heredera del marxismo, más concretamente, la marxiana -o marxista occidental- que es la seguida por Adorno y Horckeimer, junto a toda la Escuela de Frankfurt.

En este sentido, creo que el sesgo se manifiesta, ya, de una manera que yo calificaría de "muy grave", en el foco insistente que se coloca sobre el fascismo, y no por que las críticas vertidas sobre éste no sean acertadas, sino porque salta a la vista que muchas de ellas podrían hacerse igualmente del Bolchevismo, ya que comparten, ambos, no pocas características cuestionables de las que ellos analizan, como son el autoritarismo, el fanatismo, el dirigismo, la adoración al lider, y lo que entraña quizá el mayor hallazgo en la reflexión de estos dos autores: la razón instrumental, que es impecablemente racional en sus métodos, aún estando al servicio de fines plenamente irracionales; algo que puede aplicarse, sin una sóla salvedad, igual al Nazismo que al Bolchevismo; y que, desde luego, se muestra evidente para cualquiera menos, al parecer, para los que "piensan en clave materialista-dialéctica". Porque este "pecadillo" no es adjudicable sólo a esta obra, sino que es extensible a toda la Escuela de Frankfurt. Incluso Erich Fromm, a quién respeto y valoro mucho más que a los autores que nos ocupan, comete esa misma falta en su obra "El miedo a la libertad", sobre la cual hablaremos, seguro, en otra ocasión.

No olvidemos, a este respecto, que la Escuela de Frankfurt se define, entre otras cosas, por su marxismo crítico con la Unión Soviética y, por tanto, alejado de la misma.

¡Diantres!...Pues si llegan a ser un poco menos críticos, ¡le hacen una oda a Lenin!

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Pero dejémonos las generalidades y vayamos a la concreto. Pasemos, por tanto, a leer algunos fragmentos de la obra que nos hemos propuesto "destripar":


"En la adoración exaltada del amante, lo mismo que en la admiración sin límites de la que éste era objeto por parte de la amada, se transfiguraba, ocultándola, siempre de nuevo la efectiva servidumbre de la mujer. Sobre la base del reconocimiento de esta servidumbre se reconciliaban los sexos una y otra vez de nuevo: la mujer parecía asumir libremente la derrota y el varón atribuirle la victoria. La jerarquía de los sexos, el yugo impuesto al carácter femenino por el ordenamiento masculino de la propiedad, fue idealizado por el cristianismo en el matrimonio como unión de corazones, y así se bagatelizó el recuerdo de la edad prepatriarcal como pasado mejor del sexo. (....) Antes, la servidumbre de la joven en la casa paterna encendía en ella la pasión que parecía conducir a la libertad, aun cuando luego no se realizaba en el matrimonio ni en ningún otro lugar fuera de casa."

Sí, el pensamiento marxista, como ya he dicho tantas veces, es incapaz de leer la realidad en otras claves que no sean la dialéctica del amo y el esclavo; para ellos, siempre debe haber un dominador y un dominado, no se contempla la posibilidad de los quid pro quo. Las relaciones armónicas de complementariedad son desterradas de la razón analítica como una suerte de "ingenuidad pre-hegeliana", dado que su sistema presume de duro materialismo y cientifismo.



No vale la pena detenerse demasiado en esto. Quién quiera ver la realidad a través de este prisma no va a dejar de hacerlo; y quién piense, como yo, que éste añade un "barniz de neurosis" al análisis de las relaciones humanas (en el mejor de los casos) seguirá reafirmado en su posición.


El siguiente fragmento entraña, ya, mayor complejidad, dado que aquí sí se esconde no poco "grano" mezclado con la "paja" y las "malas hierbas". Prestemos atención a todo lo que nos dicen en este extracto Adorno y Horckeimer.


"Hoy, en la producción material, el mecanismo de la oferta y la demanda se halla en vías de disolución, dicho mecanismo actúa en la superestructura como control en favor de los que dominan. Los consumidores son los obreros y empleados, agricultores y pequeños burgueses. La producción capitalista los encadena de tal modo en cuerpo y alma que se someten sin resistencia a todo lo que se les ofrece. Pero lo mismo que los dominados se han tomado la moral que les venía de los señores más en serio que estos últimos, así hoy las masas engañadas sucumben, más aún que los afortunados, al mito del éxito. Las masas tienen lo que desean y se aferran obstinadamente a la ideología mediante la cual se les esclaviza. El funesto apego del pueblo al mal que se le hace se anticipa a la astucia de las instancias que lo someten."

Los mecanismos, e inercias, de generalización de la mediocridad, de aceptación tácita del engaño, o de extensión de la desidia, forman parte de la sociedad mediática-consumista, y esto, pocos lo negarán (si acaso, los cínicos adoradores del mercado y de todo lo que engendra, como el infame traidor latinoamericano Vargas-Llosa) Pero debemos pararnos un instante a separar, como digo, "el grano de la paja", porque aquí estamos mezclando demasiadas cosas. Por un lado, la equiparación entre consumidores-espectadores y siervos sometidos puede resultar, al menos, cuestionable en tanto la "servidumbre" no es impuesta mediante la fuerza (aunque, por supuesto, no podemos caer tampoco en el cinismo del liberal, que sólo percibe el "delito" cuando la "sentencia" aparece en titulares y a todo color, valga la improvisada analogía.) Por otra parte, incluye en la misma reflexión, como quién no quiere la cosa, el ideologema marxista de que "los dominados se han tomado la moral que les venía de los señores más en serio que estos últimos". De esta manera, revalida el lugar común ideológico. Pero no caigamos en la vieja trampa de "tomar por verdad una mentira (por más veces que se repita)" ¡No! Esto un axioma que se nos pretende colar desde hace tiempo; las izquierdas radicales asumieron esta falacia y nos han machacado con ella hasta conseguir que muchos la den por cierta -tratándose, en el fondo, de un juicio que se da por sentado, habitualmente, sin la menor explicación al respecto.- 
¿A qué moral se refieren? Evidentemente, a la representada por el "orden social tradicional", pero en la que, de nuevo, nos quieren colar, en un mismo concepto amorfo, la servidumbre de los campesinos o los obreros industriales mezclada, como si de una misma cosa se tratase, con la "servidumbre" de la mujer frente al varón, de los hijos frente a los padres, o del alumno frente al maestro.

El último extracto que les ofrezco no me va robar mucho tiempo, pues no añadiría nada relevante extendiéndome sobre él. Verán que el prisma con el que se enjuicia la realidad, si bien es certero parcialmente, es víctima también de su propio ensimismamiento, de su dogmatismo categórico, y de esa patológica mirada que supone que todo aquello que le rodea está tan plagado de patologías como quién mira.


"La permanente renuncia que impone la civilización es nuevamente infligida y demostrada a sus víctimas, de modo claro e indefectible, en toda exhibición de la industria cultural. Ofrecer a tales víctimas algo y privarlas de ello es, en realidad, una y la misma cosa. Éste es el efecto de todo el aparato erótico. Justamente porque no puede cumplirse jamás, todo gira en torno al coito. Admitir en una película una relación ilegítima sin que los culpables reciban el justo castigo está marcado por un tabú más rígido que el que el futuro yerno del millonario desarrolle una actividad en el movimiento obrero. En contraste con la era liberal, Ia cultura industrializada puede, como la fascista, permitirse la indignación frente al capitalismo, pero no la renuncia a la amenaza de castración. Ésta última constituye toda su esencia."

¿Qué duda pueda ya caber, tras leer estos fragmentos, de que el Marxismo es pura neurosis?

Cierto es que todas las ideologías lo son, pero el Marxismo en mucha mayor medida. (Que me perdonen los que aún sean marxistas, pero me he reafirmado en esa tesis tras leer con atención la obra que aquí comento.) La mayor parte de sus juicios y análisis están presididos por esa insistencia en ver siempre "el vaso medio vacio", se trata de una postura propia de un sacerdote oscurantista, que se pasa el día denunciando "la perversión de nuestra sociedad", de alguien tan resentido que sólo parece realizarse extendiendo su mala baba al mundo que lo circunda, y logrando cultivar en las conciencias ajenas el mismo rencor, insatisfacción, y amargura, que él padece.



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