Filosofía, Metapolítica, Aforismo, Poesía.

jueves, 19 de febrero de 2015

"¿Es el Marxismo una teoría conspirativa?"

(Anexo a "Comentarios sobre ´Dialéctica del Iluminismo`".)


Dejaremos para la segunda parte del análisis sobre esta obra sus fragmentos más inspiradores, o su valor más constructivo. En este anexo nos dedicaremos a incidir en su dimensión más puramente ideológica, en la cual se halla, a mi juicio, su parte más negativa, y que considero, por ello, vital el exponer y, de algún modo, desmontar.

Para ello, será necesaria una pequeña introducción:

Como muchos de ustedes ya sabrán, el Marxismo considera al Estado, y la sociedad entera, junto con las leyes que nos son dadas, como un "sistema de dominación", sin medias tintas ni excepción alguna. Cuando ellos son quienes lo toman, entonces, sorpresiva e inexplicablemente, deja de serlo.

La realidad humana, y todo lo que la contiene, debe ser interpretada dialécticamente, o mejor dicho, MANIQUEAMENTE, en clave de "clase dominante" y "clase dominada". Todo lo que hay de injusto, o se percibe como injusto, en nuestro mundo, tiene como fundamento el "orden burgués".
¡Nada puede escaparse a esa torcida y obsesiva visión!

El Marxismo es, como escribió Karl Popper, un "sistema de pensamiento que se autojustifica, y ante el que no cabe refutación alguna, en tanto que se retroalimenta ad infinitum".

Así, cada vez que alguien denuncia en él una incoherencia, rápidamente "saca de la chistera" una respuesta conveniente que vuelve a retroalimentar el sistema: 

-¿Contra quién luchamos? -Contra la burguesía. -¿Cual es nuestro fin? -La liberación del yugo burgués. -¿Quién es nuestro liberador? -¡Lenin!
-¿Y entonces, por qué Lenin se muestra tan autoritario y sus comisarios políticos han montado semejante carniceria? 
-Porque no le quedó otro remedio, los burgueses no le querian dejar establecer un sistema justo. 
-¿Oye, Y quienes son estos fascistas, que recuerdan tanto a los bolcheviques? 
-Sí, nos imitan con el fín de engañar al proletariado internacional y que vuelva al redil de su nación burguesa. Se trata de una jugada maestra 
-¿Oigan...pero los nazis estos....no recuerdan mucho, en como persiguen a los judios, a como nosotros perseguíamos a los burgueses? -No, nada que ver, los fascistas lanzan a los proletarios unos contra otros, a los penúltimos contra los últimos, y así se salva la burguesia, que es quién inventó la artimaña. 
-¡Si, si! Pero.. ¡Ellos también acusan a los judios de todos los males del mundo, igual que nosotros hacemos con los burgueses! ... 
-Puede ser, pero es que la burguesía es real, la judería es una invención. 
-...¿Pero los judíos existen, no? -Si, claro que existen, pero no son la clase dominante. 
-Bueno.. ¿Pero no es cierto que hay muchos judios en los estamentos más altos de la política, la banca, la empresa y la cultura? -Sí, pero los burgueses son los que dominan todo. 
-Pero, entonces, ¿por qué debo creerme que los burgueses son los culpables de la miseria económica, moral y espiritual.. del Imperialismo y el sojuzgamiento de la mujer, que son uno con la Iglesia y las fuerzas de la tradición, y que hasta el fascismo es invento suyo? 
-Bueno.. Porque es evidente, ¿no? 
-Puede ser, pero también resulta evidente para los nazis que en los judíos está el origen de todos los males que nos asolan... 
-¡Basta ya! ¿Qué eres, un traidor a la causa proletaria? ¡Los fascistas se equivocan y nosotros llevamos la razón! ¡Se acabó la tonteria ya, hombre! (y como digas una palabra más, te regalo unas vacaciones en Siberia)

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«La doctrina de la verdad manifiesta, no sólo engendra fanáticos -hombres poseídos por la convicción de que todos aquellos que no la ven deben estar influidos por el demonio- sino que también conduce (...) al autoritarismo.» (Karl R. Popper.)

«Volved ateos y amorales a los pueblos que queréis subyugar: mientras no adore a más Dios que a vos no tendrá más costumbres que las vuestras, seréis siempre su soberano... Ahora bien, en compensación dejadle la más amplia facultad del crimen sobre sí mismo; no le castiguéis jamás, a no ser que sus dardos vayan dirigidos contra vos» (Maquiavelo)
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Esto último que describe tan preclaramente Maquiavelo se ha manifestado en todos los regímenes comunistas, y por extensión, en todos los regímenes totalitarios que el siglo XX ha visto. No se trata necesariamente  de "volver a las sociedades ateas" en el sentido más literal, se trata de eliminar todos sus valores anteriores, su sentido de trascendencia, si lo tuviesen, así como sus vínculos socio-culturales y toda clase de referencia anterior a la revolución, la cual impone sus nuevas referencias; y así, todo remite, en la nueva cosmovisión generalizada, a los valores y anti-valores que proclama la "vanguardia revolucionaria". Esto vendría a ser como decir que "A partir de entonces, el mundo en que vivirán estas sociedades, y en torno al cual surgirán sus opiniones, valores, y deseos, será una costrucción de la nueva oligarquía; por tanto, un producto hecho a la medida de su perspectiva, pero sobre todo, de sus intereses."

Y esto es también lo que hacen los intelectuales marxistas en un nivel, ya no popular, sino pretendidamente academico, y hasta "científico". Así, Adorno y Horckeimer abonan y riegan con gran "celo revolucionario" -o "conciencia de clase"- las tesis que ayudan a conformar esta cosmovisión tan maniquea y, sobre todo, tan conveniente.

Fíjense en como se nos pretende convencer de la idea de que "Hitler es un producto del capitalismo y de la burguesía", o de que "el nazismo estaba, está, y estará, en el mismo germen de la sociedad industrial, o liberal". De este modo queda el mundo occidental entero dividido entre, por un lado: burgueses/liberales/capitalistas (que, en última instancia, son los que engendran "el terror totalitario"); y por otro: proletarios/marxistas/socialistas (que, si atendiéramos únicamente a lo que ellos nos dicen, no han cometido jamás ningún pecado, ni muchísimo menos han dado lugar a ninguna clase de totalitarismo.) Pero vayamos a las palabras de los propios autores:

«Al incorporar totalmente los productos culturales a la esfera de la mercancía, la radio renuncia a colocar como mercancía sus productos culturales. En Estados Unidos no reclama ninguna tasa del público y asume así el carácter engañoso de autoridad desinteresada e imparcial, que parece hecha a medida para el fascismo. En éste, la radio se convierte en la boca universal del Führer; y su voz se mezcla, mediante los altavoces de las calles, en el aullido de las sirenas que anuncian el pánico, de las cuales difícilmente puede distinguirse la propaganda moderna. Los nazis sabían que la radio daba forma a su causa, lo mismo que la imprenta se la dio a la Reforma. El carisma metafísico del Führer inventado por la sociología de la religión ha revelado ser al fin como la simple omnipresencia de sus discursos en la radio, que parodia demoníacamente la omnipresencia del espíritu divino.(....)»

Hablan de "metafísica", pero nada más metafísico, literario, y por completo gratuito, que la interrelación de dinámicas y procesos que ellos hacen, intentando justificar su estrambótica tesis por medio de una concatenación de vinculaciones de lo más arbitrarias (o cuando menos, subjetivas.) 
Sí, podríamos relacionar la industria cultural y la sociedad de consumo con la aparición de una figura como Hitler, pero del mismo modo que podríamos relacionarlo con cualquier otra cosa que nos viniera en gana. Lo que hacen los autores en esta parte del libro es pura divagación metafísica, algo que puede servir como una suerte de poesía febril, de aforismo delirante, pero nunca como estudio serio de la sociedad, la política o la historia.

«(....) Finalmente, el dictado de la producción, el anuncio publicitario específico, enmascarado bajo la apariencia de la posibilidad de elección, puede convertirse en la orden abierta del Führer. En una sociedad de grandes Rackets fascistas, que lograran ponerse de acuerdo sobre qué parte del producto social hay que asignar a las necesidades del pueblo, resultaría finalmente anacrónico exhortar al uso de un determinado detergente. Más modernamente, sin tantos cumplimientos, el Führer ordena tanto el camino del sacrificio como la compra de la mercancía de desecho.»



    (Sin comentarios.)
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En el anterior capítulo también mencioné, de pasada, la obra de Erich Fromm ´El miedo a la libertad` y dije que nos dedicaríamos a comentarla en un texto específicamente dedicado a ella. No es esta, por tanto, la ocasión de hacerlo, pero si de analizar esa dimensión de la obra a la que me referí aquella vez, la cual es extensible a toda la Escuela de Frankfurt y que, como también dije entonces, consiste en tomar como paradigma del "terror totalitario" al fascismo (más concretamente, el Nacional-socialismo alemán) no haciendo ni mención del otro totalitarismo (que fue, cuando menos, igual de destructivo).
Erich Fromm, como ya aclaré, es un autor al que tengo en mucha mayor estima que a los que acabamos de "destripar", pero que, como he dicho, comete el mismo "pecado" que estos, lo cual puede expresarse, a modo de resumen, en el siguiente fragmento:

«Llegamos así a definir como ideal verdadero todo propósito que favorezca el desarrollo, la libertad y la felicidad del yo, considerándose, en cambio, ficticios aquellos fines compulsivos e irracionales que, si bien subjetivamente representan experiencias atrayentes (como el impulso a la sumisión), en realidad resultan perjudiciales para la vida. Aceptada esta definición, se deduce que un ideal verdadero no constituye una fuerza oculta, superior al individuo, sino que es la expresión articulada de la suprema afirmación del yo. Todo ideal que se halle en contraste con tal afirmación representa, por ello mismo, no ya un ideal, sino un fin patológico. (....) ¿Qué pensar entonces de aquellos "ideales" que, como los del fascismo, se dirigen decididamente contra la vida? ¿Cómo podemos comprender el hecho de que haya hombres que los sigan tan fervientemente, como los adeptos de ideales verdaderos siguen los suyos?»

¿Pero no es también patológico, irracional, y perjudicial para la vida, el rencor cultivado con ahinco por los propagandistas de izquierda? ¿No sucumben también muchos de los que adoptan estas ideas (no digo que todos) a bajas pasiones como la envidia, la busqueda de culpables en el exterior, o la proyección en los demás de las propias carencias?
¿O es que es el fascismo el único que se sirve de alimentar en nosotros la lógica del chivo expiatorio?


Quizá es que consideramos legítima esta justificación cuando va dirigida contra "los fuertes", e ilegítima cuando lo hace en contra de "los débiles". Sin embargo, en uno y otro caso se trata de lo mismo, de evadir la propia responsabilidad, de calmar la conciencia por medio de la proyección de la culpa en otros, de dividir el mundo en "malos y buenos", "justos e injustos", pero no atendiendo a las acciones o a las actitudes particulares de cada individuo, sino adjudicándoles uno u otro bando por mera razón de su estrato social; colocándolos por tanto en el lado de los culpables o de los inocentes sin conocer ni un solo rasgo de su personalidad, actitud, o rutinas diarias. 
¿No es esto lo mismo que hace el fascismo? 
¿A qué se debe entonces tan sospechoso doble rasero? 
(Creo que al colocar el adjetivo "sospechoso" ya he respondido parcialmente a la pregunta. Les considero a ustedes lo suficientemente rápidos para captar por donde van los tiros.)

Recordemos a este respecto que los judíos, por acudir a la referencia más archiconocida, no eran exactamente "los más débiles" de la sociedad alemana. Al igual que "la burguesía" hoy, un amplio sector de la comunidad judeo-alemana ocupaba altos puestos en la política, la empresa, la banca, o la industria cultural; y al igual que "la burguesía" hoy -e incluso ayer- otros muchos tenían negocios no tan boyantes, y no tan destacados, pero se les tomó como parte de una misma "superclase" y, dentro de esa lógica del chivo expiatorio, pagaron justos por pecadores, y se asimiló la comunidad hebrea, en conjunto, a una "élite privilegiada y explotadora del Pueblo alemán".

No tomemos, por tanto, la perspectiva sesgada de la izquierda como verdad manifiesta (que es lo que ellos pretenden). Procuremos ir más allá de lo que nos plantean como evidente, y no caigamos en la trampa de "comprar" los "hechos" tal como nos los muestran.

Este es mi humilde consejo, o si me lo permiten, incluso advertencia
Cúrense, en la medida de lo posible, de la neurosis de la ideología, y dejen que el aire fresco entre en sus apolilladas mentes y se lleve el aroma a rancio del viejo marxismo, el viejo liberalismo, o el viejo anarco-sindicalismo, falangismo.. o lo que quiera que conquistara, un día, su juicio sobre la realidad y que sometió, sin usted advertirlo, su pensamiento genuinamente libre.

Mens sana in sana libertas.


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