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viernes, 6 de febrero de 2015

"Sobre el Post-Marxismo y el ´mito` de la violencia estructural"

Creo que justo acabo de dar con la clave última del error que comete esta teoría sociológica, y al mismo tiempo, de su parcial acierto -confieso, sorprendentemente mayor de lo que sospechaba- pero que es, paradójicamente, el que me ha señalado la dirección del extravío.

Repasemos. 
Siendo lo más esquemático posible, la idea de la "violencia estructural" postula la tesis de que la sociedad se estructura en base a intrincados y muy diversos mecanismos de poder, los cuales "hallan acomodo" en la aceptación de sumisión (normalmente, tácita) de otros, que servirían  de "yin" al "yan" del ´dominador`.

Pues bien, yo sostenía hasta ahora que el error consistía en la visión paranoide, neurótica, obsesionada con leer todo en clave de "opresor y oprimido"; viniendo a decir que, si bien las relaciones tácitas de dominador y dominado se han dado siempre, es, cuando menos, exagerado querer ver esa dialéctica hasta en las gestos más nimios y las cuestiones más ridículas.

Pero no. Resulta ser que los "marxistas culturales" están muy en lo cierto al decirnos que practicamente toda relación entre seres humanos tiene como factor relevante, aunque no necesariamente predominante, el poder (el poder en sí, en su concepto más puro y arcaico.)

Todos hacemos uso de la autoridad, y procuramos aderezarla todo lo bien que podemos con emociones, gestos, y cierta labia; elementos, en definitiva, que jueguen en nuestro favor. 
Todos usamos las armas de que disponemos, ya sea la autoridad carismática (a falta de mejor término) ya sea la locuacidad, o la apelación a las emociones, el lenguaje gestual, corporal.. las armas, en general, con las que contamos. Y, obviamente, no nos paramos a pensar en si estamos usando "estrategias de dominación" o a escudriñar lo impolutamente éticas que son todas nuestras técnicas para lograr imponer nuestras opciones; pues, en primer lugar, si el cerebro humano debiese plegarse a semejantes requerimientos, nos habríamos extinguido ya en la última glaciación; y en segundo, eso sí sería apostar por un método del todo neurótico y delirante.

Entonces, se estarán preguntando ahora ustedes:  ¿Donde estaba pues el error de Foucault y los de Frankfurt?
Pues en algo muy sencillo, que aunque bien es cierto que les deja en mejor lugar que la torpe y superficial tesis que yo mantenía, no entraña tampoco excesiva complejidad, y se resume brevemente en lo siguiente:

La sociedad, en efecto, se vertebra, funciona, y se desarrolla, en gran parte mediante intercambios de poder y aceptación de la propia sumisión, PERO, el fallo de partida está en presuponer que de este "poder" sólo se beneficia el que lo ejerce, y sólo perjudica a quién a él se somete, pues es, a grosso modo, falso.

Veamos por qué digo que esto es falso.
Indaguemos en la imagen que he sugerido antes: ¿Y si el equilíbrio "yin-yan" que hemos usado como metáfora de estas "relaciones de poder" lo sustituyéramos por la idea de "simbiosis"? Quizá así quede más clara la sugerencia de que puede tratarse de una complementariedad, por tanto, de una relación no necesariamente descompensada.

Y cuando digo "no necesariamente", creo que todos entenderán con ello que hay muchos casos en los que, efectivamente, obtiene mayor beneficio el dominador que el dominado (como en el extremo caso de esclavista y esclavo, o en la casi igual de extrema relación entre abusador y abusado, entre explotador y explotado, o entre colonizador y colonizado.)
Sin embargo, no creo que sea así, en absoluto, en los ámbitos más naturales (menos forzados) de la familia, la educación, el orden social, el liderazgo, la medicina (aunque sí, en parte, la psiquiatría, como bien vió Foucault) o la sociedad rural (aunque no tan claramente la urbana, y menos aún la moderna.)

Habrá excepciones en las que sí exista descompensación en estas "relaciones de poder", por abuso o perversión de este poder, y que por ello, rompan esa "orgánica simbiosis"; pero a este respecto, conviene tener muy presente la diferencia entre regla y excepción, porque yo creo percibir un sesgo importante, y no desprovisto de maliciosidad, en la confusión entre ambas que suele cometer el neo-marxismo, empeñado como está en subvertir todo lo subvertible y en cuestionar todo lo cuestionable (lo cual es lícito siempre que el cuestionamiento no vaya ineluctablemente seguido de la condena, como parece ser el caso.)

La otra pregunta importante que nos debemos hacer, y que no sé si se la hicieron en algún momento los estructuralistas o los miembros de la Escuela de Frankfurt, es igual de crucial que la anterior para la cuestión que estamos abordando: ¿Es el poder prescindible, al menos parcialmente, o es necesario, para el desarrollo de las sociedades y la civilización? Porque si es necesario, y a mí me parece indiscutible que lo es, juzgaríamos la crítica que realizan estructuralistas y "marxistas culturales" como un ejercicio, en gran medida, futil, y en gran medida, gratuito; de lo cual se seguiría impepinablemente que se trata, también en gran parte, de una crítica en ningún modo constructiva, y de un puro ejercicio de "cuestionar por cuestionar".  

Pero dejo ya al juicio de cada cual dar el siguiente paso, y calificarla sin ambages de "crítica destructiva", o incluso de "puro mecanismo de disolución" ( Huelga mencionar que yo no iría tan lejos puesto que, como ya he hecho notar, algunos aciertos sí tuvieron quienes participaron de este ejercicio, en parte nihilista y categórico, en parte revelador y minucioso.)


Como conclusión, insistir en esto último, en que ustedes obtengan sus respuestas por sí mismos. No es mi intención aquí sentenciar, sino plantear preguntas y adelantar algunas impresiones por mi parte, que puedan resultar útiles para el discernimiento entre lo que es "trigo" y lo que es "paja" (o hasta "malas hierbas") pero de ningún modo condenar categóricamente el estructuralismo, el neo-marxismo, o el concepto de violencia estructural (aunque sí me parecería vital sustituir el término "violencia" por el término "poder", pues veo en esa mera cuestión lingüistica una de las claves detrás de la radicalización del concepto que lleva a un claro fanatismo, y a una visión cuasi neurótica y paranoide, en quienes se han hecho eco de esta teoría sociológica.)

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